Anciana cumple el sueño de un niño que la ayudó a recoger sus comestibles del piso en la tienda - Historia del día
Una anciana ayudó a un niño a cumplir su sueño de tener patines de ruedas después de que él acudiera en su ayuda en una tienda, en forma espontánea.
Mary era una octogenaria que había vivido una vida plena siguiendo sus pasiones, dondequiera que la llevaran. Comenzó como bailarina de ballet en la universidad mientras estudiaba enfermería.
Después de años de bailar y estudiar, se convirtió en enfermera militar y la trasladaron a Vietnam, donde ayudó a salvar muchas vidas con sus hábiles manos.
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Tras un par de años allí, regresó a los Estados Unidos para trabajar en un orfanato donde cuidaba niños, y los ayudaba a encontrar hogares nuevos y adecuados.
Fue muy feliz trabajando hasta que se jubiló debido a la vejez. Aun así, siguió haciendo buenas obras en su vecindario. Era muy querida y todos confiaban en ella; algunos les dejaban a sus hijos cuando surgía una emergencia.
Con la referencia de sus buenas acciones, un agente de la policía al que ella ayudaba algunas noches con su sobrina, llegó a su puerta.
"Oficial Salazar", saludó la anciana al policía que apareció en su puerta.
"Buenos días, Mary", dijo al entrar en su casa. "Vengo con un trabajo que solo tú puedes hacer".
"Soy todo oídos", dijo, con un brillo en los ojos.
Al día siguiente, Mary fue a una tienda de comestibles a comprar cosas para su cocina. Cocinar era una de sus especialidades y el trabajo que le dio Salazar requería que estuviera en la tienda.
Los años no habían sido muy amables con los huesos de la anciana, por lo que no podía moverse sin un bastón. Tampoco podía doblarse por el dolor en las articulaciones.
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Ese día, compró todo lo que necesitaba, incluidas algunas manzanas y verduras. Luego se paró cerca de la puerta de la tienda, esperando con su bolsa de la compra llena a reventar en la mano.
Después de aproximadamente un minuto, un niño de diez años llamado Oliver entró en la tienda; parecía un poco infeliz mientras hojeaba los catálogos de la tienda. Prestó especial atención a un par de patines relucientes, pero no hizo ningún movimiento para alcanzarlos.
Después de pasar minutos mirando las cosas que no podía permitirse poseer, salió. Mientras se acercaba al área donde estaba Mary, la bolsa de ella se rasgó, derramando manzanas y muchos otros artículos por todas partes.
Luchó por agacharse para alcanzarlos, pero tenía problemas para arrodillarse debido a su artritis. Cuando casi se cae en sus intentos, Oliver corrió a su lado para sostenerla.
Le buscó una bolsa nueva para llevar los comestibles y también recogió todo el contenido derramado.
"Aquí está todo, señora, ¿podría comprobar para asegurarse de que esté todo allí?", preguntó.
"Gracias hijo. Sin embargo, veo una manzana debajo de ese estante", respondió Mary.
Oliver se lo consiguió y se ofreció a llevar la compra afuera, donde podría tomar un taxi para llevarla a casa. Mientras caminaban iban conversando.
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"Muchas gracias, joven", comenzó Mary. "No sé qué habría hecho si no hubieras venido".
"No fue nada señora, me alegro de haber podido ayudar", respondió, y un rubor se extendió por sus mejillas regordetas.
"Me di cuenta de lo triste que te veías en la tienda. ¿Está todo bien?"
"Por supuesto señora, es solo que hoy es mi décimo cumpleaños, pero no puedo recibir regalos debido a lo pobre que es mi familia".
"Oh, eso es triste", dijo Mary. "¿Qué te gustaría para tu cumpleaños?"
"Quiero patines", susurró Oliver.
"Quizás lo consigas", le dijo Mary con un guiño.
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En verdad, Mary no había derramado su comida por error. El trabajo de Salazar requería que ella lo hiciera y ella había estado de acuerdo.
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El trabajo tenía que ver con un proyecto comunitario destinado a promover las buenas acciones, y el plan era que ella empacara una bolsa defectuosa llena de comida y esperara a que se derramara. Cualquiera que acudiera en su ayuda sería recompensado.
Mary usaba un micrófono oculto y los oficiales del departamento de policía habían colocado mini cámaras alrededor y dentro de la tienda para poder ver actos elaborados de sus clientes.
Ese día, fue Oliver quien acudió en su ayuda, y lo hizo a pesar de lo triste que se había sentido. Así que Mary se puso muy feliz cuando llamó a la policía.
Momentos después, Salazar salió de la tienda con un regalo y se acercó a Oliver.
"Esto es para ti hijo", dijo. "Es una recompensa por ser tan bueno con ella".
Oliver no podía creer lo que veían sus ojos. Había recibido un regalo de cumpleaños después de todo, ¡y eran patines nuevos! Exactamente lo que quería. Le dio a Mary un gran abrazo y se fue corriendo con su paquete.
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La policía decidió mostrar a la comunidad que no solo se preocupaba por castigar a las personas por cometer delitos; también podrían recompensar los actos de bondad. Si ves a un niño regordete sobre patines dorados, ya sabes quién es.
¿Qué aprendimos de esta historia?
- Hacer el bien siempre trae cosas buenas. Oliver no tenía forma de saber que su acto bondadoso sería recompensado, pero lo hizo de todos modos. Estaba triste, pero no dejó que eso le impidiera ayudar a la anciana, y no se arrepintió.
- Sea amable con los extraños. Oliver no sabía quién era Mary antes de verla en la tienda; sin embargo, él no dudó en ayudarla cuando ella estaba teniendo problemas. Podría haberla ignorado ¿verdad? No fue así y al final, fue recompensado por ello.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.