Hombre cava un pozo en su jardín y los vecinos piensan que se volvió loco - Historia del día
Cuando Samuel comenzó a cavar un hoyo en su jardín, sus vecinos se burlaron de él y lo llamaron loco. Más tarde, les enseñó una valiosa lección de vida y debieron disculparse por su conducta descortés.
Habían pasado solo dos años desde que Samuel se había retirado del departamento meteorológico de Santa Fe. Pero en esos dos años, había pasado por los momentos más dolorosos de su vida.
En el primer año de su jubilación, su esposa murió, y para el segundo año, su único hijo decidió mudarse al extranjero por motivos de trabajo.
Una pala hundida en la tierra. | Foto: Pexels
Sin esposa a quien amar ni hijos qué cuidar, Sam se sentía extremadamente solo y triste todo el tiempo. Se levantaba tarde todos los días, se preparaba una taza de café y luego se sentaba durante horas a mirar los viejos informes meteorológicos.
Después de todo, viviendo solo en un dúplex sin amigos y con una familia inexistente, no tenía muchas opciones. Un día, mientras repasaba algunos informes, algo le llamó la atención. A la mañana siguiente, se levantó temprano, tomó una pala y comenzó a cavar en el jardín. Todos en el vecindario se inquietaron.
“¡Mira ese viejo loco! Ha vuelto a cavar ese estúpido búnker”, comentó la Sra. Perales mientras disfrutaba del sol de verano.
“¡Sí, claro! Me pregunto si la soledad le está aflojando los sesos. Después de todo, ¿cómo haces para vivir en semejante casona solo?”, comentó otra mujer del vecindario.
La Sra. Perales y sus amigos iban a tener una fiesta de verano ese día. El clima estaba maravilloso, y nadie quería desaprovecharlo, especialmente por ser fin de semana. Los hombres estaban a cargo de la parrilla y los niños se entretenían jugando.
“Para mí que es un fanático de las teorías conspirativas. ¿No se retiró del servicio meteorológico hace unos años?”, preguntó el señor Perales mientras servía bebidas a todas las damas que se habían reunido allí.
“Bueno, eso explicaría su obsesión romántica por cavar un agujero de la nada”, respondió su esposa, y todos se echaron a reír.
Un hombre con delantal haciendo parrilla al aire libre. | Foto: Pexels
El pobre Samuel podía oír lo que decían a sus espaldas y se sentía muy mal por ello. Decidió no pronunciar una palabra y continuó cavando el hoyo. De repente, una pelota lo golpeó en la cabeza.
“Lo siento, señor. ¿Me podría pasar la pelota por favor?”, preguntó uno de los niños del vecindario con voz educada.
Sam hizo una pausa en su trabajo, tomó la pelota y se la entregó al niño. “Sí, aquí tienes”.
“Gracias”, dijo el niño con una hermosa sonrisa.
Samuel le devolvió la sonrisa y le acarició la cabeza con afecto.
Mientras tanto, la madre del niño escuchó a Sam conversar con su hijo. “¡Mira tú!”, gritó a todo pulmón. “¿Cómo te atreves a acercarte a mi hijo?”.
“Señora… Es solo que… la pelota…”, trató de explicarle Samuel, pero ella le interrumpió abruptamente.
“No quiero escuchar ninguna explicación. ¡Solo mantente alejado de mi hijo, viejo loco!”, gritó la mujer y se fue furiosa con el chico.
Anciano sostiene una pelota entre sus manos. | Foto: Pexels
Samuel no podía contener las lágrimas. Todo lo que obtenía por su generosidad eran humillaciones y palabras hirientes; aun así, no respondió al ataque y caminó silenciosamente de regreso a casa.
Tras algunas semanas, el búnker estuvo listo. La gente finalmente se olvidó del agujero y solo recordaban que Sam era muy raro. Pero todo cambió cuando llegó la tormenta.
La ciudad entera estaba sin electricidad y varias casas en el vecindario resultaron dañadas. Fue entonces cuando Sam encendió una señal de fuego e invitó a tantas personas como pudo a su búnker.
Todos los vecinos que antes lo habían ridiculizado, ahora estaban avergonzados. Se sintieron mal por juzgar al buen hombre.
“Lamentamos no haber comprendido tus acciones, Sam. Si no fuera por ti, no imaginamos qué habríamos hecho”, dijo la mujer que lo había humillado por hablar con su hijo. “No sabíamos que lo habías estado construyendo para este día”.
“Bueno, nunca me preguntaste y simplemente asumiste que estaba loco. Soy un exmeteorólogo, y ustedes lo saben. Al menos podrían haber concluido que estaba haciendo esto por alguna razón”.
“Lo sentimos, Samuel, y gracias”, continuó la mujer.
Poco después, otras personas se unieron a ella y Sam se sintió inundado de disculpas de todos lados.
Un búnker subterráneo. | Foto: Getty Images
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Tomar medidas de precaución adicionales y no escuchar siempre las opiniones dudosas de los demás dará sus frutos. Si Samuel hubiera escuchado a sus vecinos y detenido la construcción, todos habrían enfrentado las consecuencias del mal tiempo.
Toma tus propias decisiones: requerirá valor, pero al final serás feliz. Fue solo debido a la fe de Sam en su plan que todos pudieron refugiarse durante la tormenta.
Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.
Te puede interesar: Hija resiente a su madre por prohibirle abrir una caja polvorienta - Historia del día
Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.