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Conductor de autobús echa a hombre dormido al frío, llega a casa y vuelve a verlo - Historia del día

Un conductor de autobús que tenía prisa por llegar a casa echó a un hombre dormido al frío. Imagina su consternación cuando llega a casa y encuentra al mismo hombre allí.

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Luis, un conductor de autobús, iba retrasado para llegar a casa. Necesitaba estar en su vivienda porque su hija Carla iba a presentarles a él y a su esposa a su prometido, su nombre era Gustavo.

El chofer siempre había soñado con que su hija se casara, pero la chica siempre se había centrado en sacar buenas notas y alcanzar la cima de su carrera como bailarina.

Un autobús en medio de una tormenta de nieve. | Foto: Shutterstock

Un autobús en medio de una tormenta de nieve. | Foto: Shutterstock

“¿Cuándo traerás a un hombre con quien pueda beber cerveza?”, Luis le preguntaba a menudo. “Estoy creando uno, no te preocupes papá”, le contestaba ella, aunque no había nadie.

Ahora que finalmente le presentaría a un novio, Luis iba a llegar tarde. Su autobús, un largo de 24 plazas, no podía alcanzar altas velocidades y aún le quedaban otras dos paradas por hacer.

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“Soraya me va a matar”, murmuró el hombre mientras se detenía en un semáforo en rojo y miraba su reloj.

Su esposa le había aconsejado que se tomara el día libre, pero él se había negado porque no quería estar encerrado sin hacer nada en todo el día. Él sonrió para sí mismo porque sabía que ella había tenido razón, de nuevo.

Cuando llegó a su última parada, los pasajeros que quedaban se bajaron, excepto uno. Era un hombre que parecía tener poco más de veinte años. Iba vestido con ropa cara y, a primera vista, parecía estar durmiendo.

“Hemos llegado a la última parada de autobús, señor”, dijo Luis en voz alta.

Un hombre manejando un autobús. | Foto: Pexels

Un hombre manejando un autobús. | Foto: Pexels

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Cuando no obtuvo respuesta, se subió al autobús y caminó hacia el asiento donde el hombre se encontraba desplomado. Una inspección más cuidadosa reveló una botella de vino rota a sus pies.

El conductor arrugó la nariz ante el olor dulzón del vino. “Debe haber sido algo bueno”, pensó mientras alcanzaba al pasajero.

"¡Despierta!", exclamó, sacudiendo al hombre.

No respondía, y Luis estaba muy pendiente de la hora. Tras un vistazo más al reloj, decidió sacarlo del autobús y seguir su camino.

No fue fácil, el hombre parecía pesar una tonelada. Para cuando el chofer logró llevarlo hasta la puerta, estaba sin aliento. Tan pronto como pudo, empujó al hombre inconsciente fuera del autobús. Se derrumbó como un saco frente a la parada.

Luis estaba molesto por el estrés y el hecho de que ahora tendría que limpiar el autobús antes de lo acostumbrado, así que dejó al hombre ahí. Luego se marchó a su casa.

Un hombre inconsciente recostado en el suelo. | Foto: Pexels

Un hombre inconsciente recostado en el suelo. | Foto: Pexels

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Cuando llegó, el hombre esperaba que las cosas estuvieran en pleno apogeo, pero no había sucedido nada. Su esposa estaba en la cocina tratando de conservar su cena ya fría.

“Lo siento mucho Soraya”, comenzó, pero ella lo hizo callar y le hizo un gesto señalando a su hija Carla.

“¿Que ocurre, bebé?”, Luis le preguntó a su hija. Había entendido rápidamente lo que había querido decir su esposa.

“He intentado comunicarme con Gustavo durante más de una hora, pero no he podido”, dijo.

“¿Será que está conduciendo?”, preguntó el hombre.

“No”, respondió la joven. “Dejó su coche y preguntó cómo llegar a nuestra casa en transporte público”.

“¿Quizás fue a un bar y se emborrachó?”.

Una mujer con la mano sobre su frente mientras habla a través de un teléfono celular. | Foto: Pexels

Una mujer con la mano sobre su frente mientras habla a través de un teléfono celular. | Foto: Pexels

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“No, Gustavo no bebe. Pero le pedí que nos comprara una botella de vino”.

Unas horas después, el teléfono de su hija sonó. Luis miró la pantalla y quedó lívido. El número estaba agendado como “Mi amor”, y la foto era la del hombre borracho que había echado del autobús.

Carla atendió la llamada con entusiasmo y Luis vio su rostro cambiar dramáticamente. Para cuando dejó caer el teléfono, sus ojos estaban vidriosos por las lágrimas.

“¿Que ocurre cariño?”, preguntó Soraya.

“Era del hospital. Gustavo está en cuidados intensivos. Tuvo una crisis diabética y se desmayó. La enfermera dijo que lo trajo una anciana que lo había visto y llamó a la ambulancia.

La noticia deprimió a Luis. Sintió que una inmensa culpa lo recorría al darse cuenta de lo que le había hecho a Gustavo. Se sintió abatido todo el tiempo en el hospital junto a Carla y no podía mirar a su hija a los ojos.

Hombre angustiado sentado en un sofá. | Foto: Pexels

Hombre angustiado sentado en un sofá. | Foto: Pexels

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Afortunadamente, los médicos les dijeron que nada estaba dañado y, después de unos días, el prometido de la chica regresó a casa con la familia.

Luis evitaba conscientemente pasar tiempo a solas con el joven debido a su culpa. No había podido decírselo a nadie excepto a su esposa. “Deberías ser sincero con ambos”, le dijo la noche en que él se lo reveló.

“Lo sé, pero ¿y si todo sale mal? No quiero ser yo quien arruine las cosas entre mi hija y su futuro esposo”. “Todo estará bien, ya verás”, le aseguró Soraya.

Pasaron los días, pero Luis sólo parecía ser creativo al inventar excusas. Entonces, un día, se distrajo tanto mientras conducía el autobús que se pasó un semáforo en rojo y chocó de frente con un automóvil en una intersección.

Los daños fueron bastante extensos, pero el propietario del vehículo salió ileso y Luis fue multado con una gran cantidad para cubrir los daños.

Cuando se lo contó a su esposa, ella volvió a rescatarlo y lo calmó. No hubo culpas ni acusaciones, solo aceptación de lo que había sucedido.

Una pareja sentada conversando frente a una pantalla de televisión. | Foto: Pexels

Una pareja sentada conversando frente a una pantalla de televisión. | Foto: Pexels

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“Puedes vender mis joyas para conseguir suficiente dinero para pagar esa multa, pero tienes que reponerte inmediatamente después de eso”, le dijo ese día.

Cuando Carla se enteró de la multa y cómo su padre la estaba pagando, se entristeció. Gustavo le preguntó qué había sucedido y ella reveló lo que sabía.

“No estés triste, yo me encargaré”, le dijo.

El hombre joven se acercó a Luis y se ofreció a cubrir todos los gastos en los que había incurrido. Después de escuchar a Gustavo, el hombre mayor rompió a llorar. Procedió a confesar su fechoría y pidió perdón.

“Lo más probable es que yo hubiera hecho lo mismo en su lugar”, le dijo el prometido de su hija.

“¿Habrías hecho lo mismo?”.

“Absolutamente señor, y si se me permite sugerir, mantengamos esto entre nosotros. No hay necesidad de que Carla conozca los detalles, puede molestarla a ella y, a su vez, al bebé”.

Unas personas tomando una agradable cena. | Foto: Pexels

Unas personas tomando una agradable cena. | Foto: Pexels

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Los ojos de Luis se agrandaron como platillos ante la noticia. “¿Vas a tener un hijo?”, le preguntó al joven.

“No queríamos decírselo hasta que supiéramos el sexo, pero sí vamos a ser padres”, dijo el hombre con orgullo. Luis no podía creerlo, su primer nieto ya estaba en camino.

“Ven, deberíamos celebrar”, dijo mientras dejaba a Gustavo para encontrar a su esposa. Tuvieron una gran cena esa noche, y por primera vez en semanas, Luis durmió profundamente, dejando atrás sus acciones pasadas.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

La comunicación es importante. Las personas casadas están en una unión que solo funcionará cuando ambas partes no tengan problemas para comunicarse. Un ejemplo de ello son Luis y Soraya. Esos problemas los superaron como pareja. Luis no hacía nada sin que ella lo supiera y viceversa. Ese es el verdadero modelo de compañerismo.

Muestra sensibilidad a la difícil situación de los demás. Luis vio la botella de vino rota e inmediatamente concluyó que el hombre había estado bebiendo y se había desmayado. Pero la verdad era que Gustavo había quedado inconsciente debido a complicaciones de salud. Luis podría haberlo ayudado, pero como ya iba tarde, simplemente había dejado al hombre inconsciente a un lado. Lamentó esa acción más tarde cuando tuvo que enfrentar su error.

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