Mujer está demasiado ocupada para ayudar a su papá con discapacidad, y la rueda de su silla se atora en una vía de tren - Historia del día
Jorge había estado ayudando a su hija Julia con su bebé todos los días a pesar de su discapacidad. A veces, ella lo recogía, pero él se dirigía a su casa la mayor parte del tiempo. Un día, su silla de ruedas se atascó en la vía del tren y pensó que iba a morir hasta que alguien inesperado lo ayudó.
Jorge había estado en una silla de ruedas desde el accidente automovilístico que le quitó la vida a su esposa Bernarda. Su hija, Julia, tenía unos 20 años en ese momento y desde entonces lo ayudaba tanto como fuera posible. Pero él aprendió a arreglárselas solo rápidamente.
Extrañaba a su esposa, pero Julia no estaba tan lejos de él. Vivía a unos 20 minutos. El único problema era que Jorge tenía que atravesar las vías del tren para llegar allí. Pero a pesar de su discapacidad lo hacía. Todavía era joven de corazón y amaba el paisaje al aire libre de la zona.
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Unos años después de su accidente, Julia dio a luz a un hijo, Josué. Ella fue madre soltera y tenía una próspera carrera. Por eso Jorge decidió ayudar tanto como pudiera, aunque ella nunca se lo pidió.
“De verdad, papá. Está bien. Puedo hacerlo por mi cuenta, o puedo contratar a una niñera”, le dijo Julia después de que pasó todo el día mirando a Josué.
“Cariño, ¿qué más voy a hacer en todo el día? ¿Por qué gastar dinero en un extraño cuando puedo estar aquí con mi nieto?”, respondió Jorge.
“Bueno, te toma 20 minutos llegar hasta aquí. Puede que te sientas joven, papá, pero ya tienes 50 años. Eso es un gran esfuerzo, y lo siento, pero no puedo recogerte todos los días", explicó Julia, exasperada con su padre.
"No te preocupes por mí. El ejercicio es bueno y no es un camino peligroso en absoluto", continuó su padre.
“Sí, no es peligroso en absoluto. Allí solo hay un gran ferrocarril y es posible que te aplaste un tren", dijo Julia con sarcasmo.
"Te digo que estaré bien. En cualquier caso, el tren nunca llega cuando paso, así que no es un problema", agregó Jorge y arrulló a Josué mientras lo alimentaba esa mañana.
Unas cuantas veces a la semana, Julia llevaba a Josué a la casa de su padre para que pudiera cuidarlo en su casa. Pero su trabajo se estaba volviendo más exigente. Apenas tenía tiempo para dormir y arreglar todo para en casa. Así que, Jorge comenzó a visitar la casa de su hija para hacerle todo más fácil.
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Pero un día, Jorge se estaba retrasando. Se quedó dormido y notó una capa considerable de nieve afuera. Julia lo llamó mientras se vestía. "¿Dónde estás?", preguntó.
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“Cariño, me quedé dormido y anoche nevó. ¿Puedes recogerme?", le dijo George.
“Lo siento, papá. Tengo reuniones todo el día. Necesito salir para la oficina ya mismo. Dejaré a Josué con la Sra. Gómez al lado", respondió Julia.
"No te preocupes, entonces. Lo recogeré tan pronto como llegue. Puede que tarde un poco más de lo habitual. Dígale a tu vecina que yo voy a ir”.
"Está bien. Hasta luego”, acotó la madre soltera.
George inició el viaje a la casa de Julia. Fue más lento de lo habitual debido a la nieve, pero nada tan malo. Sin embargo, su rueda se atascó en el camino. "¡Oh, Dios!", murmuró George cuando se dio cuenta de lo que sucedió.
La rueda trasera de su silla de ruedas se había atascado en la vía del tren. Por lo general, lo evitaba, pero la nieve le impidió ver bien. "Vamos. Vamos. Vamos”, canturreó, tratando de soltarse.
No podía destrabar la rueda y era peligroso. Era mucho más tarde de lo habitual y un tren se dirigía hacia él. Jorge tomó su teléfono y le marcó a Julia, pero cayó el buzón de voz. No sabía el número de la Sra. Gómez.
De repente, escuchó el sonido distintivo de un tren que atravesaba la vía férrea. Incluso las pistas empezaron a vibrar. Jorge tiró tan fuerte como pudo, pero nada pudo mover su silla de ruedas. Oh no. El tren no podrá detenerse, aunque el conductor me vea, pensó desesperado.
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De repente, un hombre de uniforme apareció de la nada y rápidamente trató de sacar su silla de la pista. “¡Ah! ¡Esto está atascado!", gritó el hombre. El tren se acercaba y todavía no se habían movido.
“¡Váyase, señor! ¡Tú también serás atropellado! ¡No sirve de nada!", le gritó Jorge. Pero el hombre lo agarró y levantó cuerpo, gimiendo por el peso del hombre mayor. Ambos cayeron al suelo lleno de nieve junto a la vía, justo cuando escucharon el crujido de la silla de ruedas cuando el tren la aplastó.
Jorge y su salvador respiraban con dificultad. El padre de Julia le dio las gracias por lo que hizo, al hombre que evitó que muriera.
“Es mi trabajo. Soy el oficial de policía Daniel Bermúdez”, explicó el policía.
"Encantado de conocerte. Soy Jorge", respondió.
“¿Por qué saliste con este clima? ¿Y por qué no tomaste una ruta mejor? Pasar por las vías es muy peligroso”, le reprochó el oficial.
“Es el camino más corto para llegar a la casa de mi hija. Se supone que debo cuidar a mi nieto hoy. Pero me desperté más tarde de lo habitual y la nieve... bueno, empeora todo”, agregó Jorge.
"Deberías haberle pedido que llevara al niño a tu casa", sugirió el oficial.
“Ella solía hacer eso. Pero su trabajo ha sido tan ajetreado que ahora no tiene tiempo”, explicó Jorge.
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"Sí, bueno. Apuesto a que encontrarás el momento en que le cuentes lo que pasó hoy. Vamos, te subiré a mi espalda para llevarte hasta la patrulla. Te llevaré a su casa", dijo el oficial.
Unos minutos después, llegaron a la casa de Julia. La Sra. Gómez había visto el coche de la policía desde su ventana y salió a ver qué pasaba. Llevaba cargado a Josué. "¡Ay Dios mío! ¿Qué pasó?", exclamó la mujer.
Le explicaron todo y ella le dijo al policía que no se preocupara porque ella se haría cargo de Jorge y del bebé. Jorge le dijo que estaba bien, pero la Sra. Gómez insistió.
Julia llamó unas horas más tarde después de que salió de sus reuniones. Su padre le contó lo sucedido y ella dejó el trabajo de inmediato. "¡Papá! ¡Papá! ¡¿Estás bien! ¡No puedo creer lo que ocurrió! ¡Ay Dios mío!", gritó al verlo. Luego comenzó a llorar sobre sus hombros.
"Está bien, Julia. Estoy bien. ¡No te preocupes!", Jorge la consoló.
"¡No! ¡No está bien! ¡Eso es todo! ¡Te mudas conmigo! ¡No más vueltas sobre esos rieles! Y también voy a conseguir una silla de ruedas eléctrica. ¡La mejor del mercado!", comunicó Julia con vehemencia.
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Jorge se mudó unos días después y Julia negoció su horario para poder trabajar de forma remota tres días a la semana. "Nunca volveré a estar demasiado ocupada para ti, papá. Lo prometo.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
No permitas que el trabajo se interponga en el cuidado de tu familia: Todos necesitamos dinero, pero el trabajo no es tan importante como mantener a nuestras familias seguras.
Ten cuidado por dónde andas, sobre todo si hay mal clima: Jorge no prestó mucha atención porque tenía prisa y podría haber sido fatal.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.