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Bolso lleno de dinero en el suelo. | Foto: Shutterstock
Bolso lleno de dinero en el suelo. | Foto: Shutterstock

Anciana da refugio a joven sin hogar y halla bolso lleno de dinero después de que se va - Historia del día

Una anciana se vio envuelta en un drama del que no sabía absolutamente nada después de que inocentemente le dio refugio a una joven en medio de una lluvia torrencial.

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Mariela era una mujer de 78 años que había vivido la mayor parte de su vida en Santiago de Chile. Ella nació allí, fue a la escuela allí y echó raíces allí cuando encontró a su pareja.

Su esposo, Pedro, había fallecido el año anterior y ella estaba sintiendo la tensión de su ausencia. Él había sido una figura muy conocida y querida en su vecindario. Esa había sido la única razón por la que había podido proteger su hogar.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Eran propietarios de un viejo bungalow situado entre dos lujosas cabañas. Los costosos establecimientos pertenecían a un rico empresario llamado Cristóbal Sánchez.

El hombre había regresado de la guerra para invertir mucho en bienes raíces. Había puesto su vista en el vecindario donde vivía Mariela debido a su ambiente sereno.

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Él fue comprando las casas en ruinas de la zona y las derribó para construir las lujosas cabañas.

Las parejas más jóvenes se fueron primero, ansiosas por usar el dinero que obtuvieron de la venta de sus casas para hacer una nueva vida.

Mariela y Pedro se habían negado a vender porque amaban su vecindario y su hogar, pues guardaba todos sus recuerdos.

En esa casa habían criado a su único hijo, Asdrúbal, y estaban decididos a dejarla en sus manos cuando fallecieran. El padre mantuvo a Sánchez a raya mientras estuvo vivo.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Pero después de su muerte, el hombre rico renovó sus esfuerzos. Visitó a Mariela apenas dos semanas después del entierro de Pedro con una propuesta.

“Sé que las cosas serán más difíciles para ti ahora que tu esposo se fue, pero estoy preparado para facilitártelas. Toma el dinero que te ofrezco y múdate a otro lugar de tu elección, y te prometo que será lo último que sabrás de mi”.

“No lo haré, señor”, respondió la anciana con rigidez. “Le sugiero que vaya a otro lugar si desea obtener ganancias”.

“Deja la terquedad, Mariela. Sabes que podrías usar este dinero. Escuché que tu hijo recientemente ha estado en una situación laboral inestable, ¿no crees que necesita ayuda? ¿Ayuda que solo el dinero puede proporcionar?”.

“Mi hijo no me ha pedido esa ayuda y si tiene problemas es porque están pasando muchas cosas en su vida en este momento. Tenga la seguridad de que, si necesita que le brinde apoyo, ¡lo haré felizmente sin su dinero!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Tan pronto como el hombre se fue ese día, Mariela llamó a su hijo. “Ven a casa”, le dijo. “Necesitamos hablar”.

Asdrúbal prometió visitarla por la noche, así que la mujer se sentó afuera de su casa mientras se ponía el sol, esperándolo. Cuando llegó, se abrazaron y hablaron en voz baja porque todavía lamentaban la pérdida de su patriarca.

La paz solo duró hasta que Mariela sacó a relucir el tema de la venta de la casa. “Creo que deberíamos contratar a un abogado para que nos ayude a luchar contra el señor Sánchez. Parece que todavía está empeñado en comprar esta casa”, dijo.

“Creo que tenemos que seguir adelante, madre, y qué mejor manera de hacerlo que mudarse a un nuevo entorno cargados de dinero para facilitar la mudanza”.

“¿Qué? ¿Quieres que venda este lugar? ¡Pero guarda todos nuestros recuerdos!”. “Lo sé, mamá, pero creo que ahora necesitamos más el dinero”.

“Esta casa es mi vida y no me rendiré, y si realmente fueras el hijo de tu padre, me ayudarías a protegerla”, dijo Mariela, poniendo fin a la discusión. Asdrúbal odió que su madre no quisiera escuchar, y se abrió una brecha entre ellos que duró un año.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Una noche, Mariela se quedó despierta en su cama escuchando el viento y la lluvia. Los ruidos por lo general no la mantenían despierta, pero esa noche había una tormenta y se estremecía después de cada trueno.

La mujer se levantó para ir al baño, pero se paralizó cuando escuchó un golpe en la puerta. Oyó con atención la repetición del sonido, pensando que estaba imaginando cosas.

Volvieron a sonar los golpes, así que la anciana se acercó a la puerta y preguntó: “¿Quién está ahí?”. “Por favor, déjeme entrar”, respondió una voz femenina.

Después de un breve momento pensando, la anciana abrió la puerta y vio a una joven. “¿Quién eres?”, preguntó. “Me llamo Liliana y lamento importunarla, pero, por favor, ¿podría quedarme aquí? Me perdí y no tengo adónde ir”.

La chica temblaba mientras hablaba, y Mariela inmediatamente sintió empatía por ella. “Adelante, por favor”, dijo.

La anciana la cuidó esa noche, pero la joven había desaparecido a la mañana siguiente. Una nota en el sofá donde durmió llamó la atención de la dueña de la casa. Decía: “Gracias por recibirme, me ayudó a escapar de donde no pertenezco. Dejé algo en agradecimiento en la entrada”.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Mariela se apresuró a la puerta y encontró un pequeño bolso allí, y estaba lleno de dinero. Se llevó las manos a la boca y salió corriendo con la esperanza de ver a la chica, pero ya se había ido.

Esa noche, la anciana vio en las noticias que la hija de un millonario estaba desaparecida y que cualquiera que informara sobre su paradero sería recompensado enormemente.

Mariela se enteró de que la chica desaparecida era la misma que había pasado la noche en su casa. Pensó en avisar a las autoridades, pero cambió de opinión. Un mes después, recibió un paquete que contenía una carta. Decía:

"Gracias por salvarme la vida y por no informar de nuestro encuentro, después de todo, estoy segura de que probablemente vio las noticias en la televisión. Me dio la oportunidad de encontrar la verdadera libertad”.

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“No quería casarme con un hombre por el que no siento nada. Créame, no hay mayor felicidad que el sentimiento de libertad real, y por eso quiero regalarle la casa de mi madre”, decía parte de la carta.

“Se suponía que ella vivía allí, pero murió. Siempre estuvo a mi lado y usted me recordó mucho a ella. Gracias por todo. Me despido”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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Aparte de la carta, el paquete también contenía las llaves y los papeles de la vivienda. Más tarde ese día, llegó un conductor y se llevó a Mariela a la increíble casa nueva.

Después de eso, aceptó vender su antiguo hogar y le dio las ganancias a su hijo. Las cosas entre ellos se arreglaron nuevamente. “Está bien lo que termina bien”, murmuró para sí misma mientras cerraba los ojos para dormir en su nuevo hogar de lujo.

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Ayuda a quien puedas, como puedas. Mariela tenía muchas cosas en qué pensar cuando la chica rica llegó a su vida, pero no la rechazó, especialmente cuando estaba claro que necesitaba ayuda. Ese acto de bondad fue muy útil y la anciana fue recompensada por ello, incluso cuando no esperaba nada a cambio.
  • Confía en tu instinto, rara vez se equivoca. Mariela ayudó a la chica rica esa noche porque sintió empatía por ella, pero fue su instinto lo que le advirtió que no brindara detalles de su encuentro con la joven. Escuchó a su instinto y fue inmensamente recompensada por ello.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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