Mujer ve a una niña llorando sola en medio de la carretera y se apresura a ayudar - Historia del día

Una enfermera se encontró con una heroína inesperada en medio de la carretera y la siguió. Resultó ser un día que la mujer nunca olvidaría.

Era el 12 de febrero. Isabel Fernández conducía a casa desde el trabajo, cansada como siempre. Era una enfermera que se había trasladado a un nuevo hospital en el área, por lo que había muchos pacientes que atender.

Ella había trabajado muchas horas ese día, por lo que había quedado muy cansada cuando terminó. “Te ves un poco abatida”, dijo Pablo, uno de los miembros del personal del hospital, cuando entró a su turno ese día.

“Si no supiera que estás hecha de una materia más dura, diría que estás a punto de colapsar. Deberías descansar un poco”.

“Habría podido descansar antes si hubieras encontrado en ti la posibilidad de llegar a tu puesto más temprano”, respondió ella.

“Culpable de los cargos”, sonrió.

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Pablo solía llegar con diez minutos de retraso cada vez que estaba de servicio. Sin embargo, tenía razón, Isabel estaba demasiado cansada. Para cuando comenzó a conducir su Chevy plateado, tuvo que reprimir un bostezo.

Ese bostezo siguió molestándola mientras navegaba por el tráfico nocturno de la ciudad. Su ruta la llevó a una zona más residencial que se jactaba de grandes árboles y espacios. Se tardaba unos 20 minutos en automóvil y la enfermera tenía dificultades para mantenerse despierta.

Ella acababa de reprimir otro bostezo cuando sus ojos se enfocaron en una pequeña figura blanca que saludaba al costado de la carretera.

Estaba en un largo tramo de la vía que conducía a la parte residencial de la ciudad. La gente lo llamaba el paso del diablo porque allí habían ocurrido muchos accidentes, también crímenes.

Un grito ahogado escapó de su boca cuando sus faros se enfocaron en la figura, revelando el rostro de una niña pequeña que estaba llorando. Isabel pisó el freno y su auto patinó hasta detenerse justo en frente de la niña.

Mientras bajaba la ventanilla para mirar a la pequeña, sus ojos continuaron escaneando el entorno en caso de que fuera un elaborado intento de robo.

“¿Qué estás haciendo aquí sola, niña?”, preguntó la mujer. La niña no podía tener más de 12 años y parecía maltratada.

Sus lágrimas la hacían entrecerrar los ojos, lo que hacía que a Isabel le resultara difícil distinguir el color de sus ojos. “¡Mi padre y mi hermano, por favor, necesitan ayuda!” le dijo la niña, con urgencia en su voz.

“¿Qué?”.

“¡Tuvimos un accidente y necesitan tu ayuda!”, gritó la niña, temblando mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

“¿Dónde están? Llévame allí”, le dijo la mujer a la pequeña.

Ante eso, la pequeña se giró y caminó hacia el bosque. Isabel esperó un momento para cerrar su coche y llevarse sus objetos de valor. Luego siguió a la niña durante un breve paseo por el bosque tranquilo. En ese momento se enteró de que el nombre de la niña era Ana.

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Después de caminar durante unos 2 minutos, llegaron a un claro y allí la mujer vio el accidente automovilístico.

Sus ojos captaron rápidamente los detalles. El hombre del asiento delantero estaba inconsciente, noqueado por la bolsa de aire diseñada para salvar vidas. El niño estaba consciente y llorando.

Isabel miró a la niña. De alguna manera se había desabrochado el arnés del asiento del automóvil. Luego había salido de los escombros y había atravesado el bosque descalza para llegar a la carretera y detener el tráfico.

“¿Cómo pasó esto?”, la mujer murmuró suavemente, pero la niña la escuchó.

“Fue nuestra culpa”, dijo Ana aturdida. “Mi papá se distrajo por mí y Tobías que discutíamos en el asiento trasero, así que quitó los ojos de la carretera y había un ciervo. Cuando abrí los ojos estábamos aquí".

La niña estaba llorando de nuevo, así que Isabel la abrazó y rápidamente llamó al 911. Mientras esperaba la ambulancia, siguió todas las instrucciones del despachador. No fue difícil. Después de todo, era una enfermera entrenada.

La mujer y la niña lograron sacar al hombre y al niño del auto. Había sido una tarea difícil, pero Isabel quería hacer algo y no se sentía cómoda con el hombre sentado inconsciente detrás del volante.

Cuando finalmente llegaron los paramédicos, el trío recibió primeros auxilios. El hombre solo había sufrido una conmoción cerebral leve y estaría bien.

Ana estaba contenta de que su padre y su hermano estuvieran vivos, aunque no comprendía completamente lo que realmente había logrado.

Pero Isabel era muy consciente de la valiente hazaña de la pequeña esa noche. Por eso, el 12 de febrero de todos los años visitaba al hombre y a sus hijos con regalos para recordarle a la niña sus heroicos esfuerzos.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

• Todo es posible. Ana era una niña que casi pierde su vida, y la su padre y su hermano en un accidente automovilístico. Pero afortunadamente eso no sucedió. Cuando recuperó la conciencia tras el accidente, en lugar de llorar y entrar en pánico por la situación como una niña normal, mostró madurez. Se esforzó por liberarse y luego procedió a buscar ayuda a pesar de que significaba caminar descalza por el bosque solitario. Isabel quedó atónita por su acto heroico, y dejó una impresión duradera que hizo que la enfermera siguiera honrando el recuerdo.
• Detente y ayuda, pero ten cuidado. Isabel podría haber ignorado a Ana mientras estaba parada al costado del camino buscando ayuda y habría tenido justificación. Después de todo, podría haber sido una trampa. Pero la enfermera vio que había una niña involucrada y bajó la guardia lo suficiente para asegurarse de que todo estaba bien. Las cosas no resultaron así, y después notar que realmente necesitaba ayuda, no dudó en hacerlo. Es genial ayudar a las personas, pero siempre es recomendable tener precaución dependiendo de las circunstancias.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.