Anciana vive recluida durante 23 años hasta que la policía derriba su puerta - Historia del día
Una anciana nunca permitió que nadie entrara a su casa durante 23 años. Cuando una de las vecinas logró hacerlo con la ayuda de la policía, se quedó paralizada por el gran secreto de la mujer.
Cuando los padres de Kathy Torres murieron en un incendio que envolvió su casa, tuvo que trasladarse al campo de Texas a la casa de sus abuelos y comenzar de nuevo. Tenía apenas 20 años, y la vida no fue diferente para ella en el nuevo vecindario.
Los vecinos, por supuesto, habían sido muy amables y serviciales cuando se mudó. Pero todo cambió un día cuando Kathy preguntó por la casa abandonada en una colina cercana.
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“Oye, niña, todavía eres joven y te sugerimos que te mantengas alejada de esa casa”, le aconsejó la Sra. Anderson, la mayor del vecindario. “¡No queremos asociarnos con nadie interesado en la vida de esa anciana!”
Los ojos de Kathy se agrandaron. “¿Qué? ¿Allí vive una anciana?”
“¿No lo sabías?”, preguntó Sandra, vecina de Kathy y madre de dos hijos. “¿Nadie te lo advirtió antes de que te mudaras aquí?”
“Bueno, todo pasó tan rápido que no tuve tiempo de preguntarle a nadie”, admitió la joven con tristeza, reflexionando sobre su trágico pasado. “Por cierto, ¿por qué tanta gente evita la casa?”
“¡Mira, por eso no quiero que los niños se muden a este vecindario!”, gritó la Sra. Anderson. “¿Cuál es el problema con esa casa? ¡Que no hay nada allí excepto un hedor nauseabundo y una vieja dueña loca!”
“¿Han hablado alguna vez con ella? ¿O alguna vez alguien intentó conocerla?”, preguntó Kathy con curiosidad.
“¡Que no!” exclamó Sandra muy alterada. “¡Esa mujer está loca! No ha dejado entrar a nadie en 23 años. Tengo dos hijos y no quiero meterme en problemas. ¡Gracias a Dios que nunca he interactuado con ella!”
“Pero y si…” Antes de que Kathy pudiera preguntarles más, la Sra. Anderson la interrumpió.
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“Si estás tan interesada, ¿por qué no lo averiguas por ti misma? Eso sí, recuerda, si te atreves a ir allí, ¡no te conocemos!”
A pesar de las advertencias de todos, la joven resolvió descubrir por qué la anciana nunca había dejado entrar a nadie. Incluso corriendo el riesgo de arruinar su relación con los vecinos. Decidida como estaba, una mañana visitó la casa.
“¿Hola? ¿Hay alguien en casa?” llamó desde la puerta. “Recientemente me mudé a este vecindario. ¡Mi nombre es Kathy Torres!”. No escuchó ninguna respuesta.
“¡Bien! ¡Si no quieres dejarme entrar, está bien! ¿Puedes al menos decirme cuál es tu nombre?”, preguntó Kathy y de nuevo nadie respondió.
Abatida, dio la vuelta a la casa, buscando otra forma de entrar, pero todo lo que vio fueron montones de basura escondida en el patio trasero. “Ah, de aquí es de donde podría provenir el horrible hedor”, reflexionó la joven, tapando su nariz.
Después de un intento fallido de encontrarse con la dueña ese día, Kathy regresó varias veces durante una semana, a veces con víveres y otras con ropa vieja para la pobre mujer, quien nunca abrió la puerta.
Kathy estaba deprimida y a punto de darse por vencida. Una noche, de camino a casa desde el supermercado, escuchó a una mujer gritar. Alguien estaba pidiendo ayuda.
“Bueno, la casa parece embrujada. Pero, ¿y si la anciana está en peligro?” reflexionó mientras miraba la estructura sombreada, iluminada solo por dos bombillas que parpadeaban de vez en cuando.
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Tenía miedo de acercarse a la casa, y decidió llamar al 911 y solicitar ayuda. Diez minutos más tarde, cuando llegó la policía, los acompañó a la casa. El hedor era terrible y la puerta vieja no se movía.
Finalmente, los agentes tuvieron que romper la puerta con una pala que encontraron en el patio trasero. Sin embargo, cuando todos entraron, quedaron en shock.
El suelo y todas las superficies de la casa estaban cubiertas de polvo y moho, y los muebles estaban raídos y apestosos. Había una cama en el centro de la habitación, con una sábana cubierta de agujeros, y una anciana tirada en un rincón de la habitación, inconsciente.
¡Gracias a Dios que todavía estaba viva! Los oficiales llamaron a una ambulancia para llevar a la anciana al hospital. Mientras la sacaban de la casa, notaron movimiento en otra habitación.
“¡Harry!”, llamó el oficial Barca su compañero. “Ten cuidado. ¡Hay alguien adentro!”. Los oficiales caminaron de puntillas hacia la puerta, con los revólveres en posición de disparo, decididos a averiguar qué había detrás de la puerta.
Al abrirla, fueron sorprendidos por una manada de unos 15 gatos. Algunos de ellos estaban heridos y parecían frágiles, por lo que el oficial llamó al veterinario y los felinos fueron rescatados de manera segura.
Cuando la anciana recuperó el conocimiento, no pudo dejar de llorar, agradecida de que alguien la hubiera ayudado. “No sé cómo agradecerles”, sollozó. “Podría haber muerto si no hubieran llegado”.
“Se lo debe a esta joven, señora”, dijo el oficial Barca. “De todos modos, ahora que se siente mejor, nos iremos”.
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“Gracias, oficial”, dijo la anciana. Luego se volvió hacia Kathy. “Gracias por ayudarme, jovencita. No sé cómo te devolveré su amabilidad”.
“Oh no, está bien”, contestó Kathy. “¿Pero por qué nadie la ayudó antes? Si hubiera interactuado con los vecinos o al menos hubiera pedido ayuda a los servicios sociales, no estaría en ese estado terrible”.
“Los médicos me explicaron que sufrió un derrame cerebral, y que podría haber sido serio si no la hubieran traído aquí a tiempo”.
“Tenía miedo de que me enviaran a una casa de retiro”, admitió la anciana. “Toda mi familia murió en un accidente aéreo, pero dentro de mí todavía esperaba que regresaran. Nunca lo hicieron”.
“Así que me volví reclusa porque temía que las personas se burlaran de mí y creyeran que me había vuelto loca. Afortunadamente, los gatos me hicieron compañía y nunca me sentí sola. Cuando mi salud comenzó a fallar, no pude cuidarlos adecuadamente”.
Kathy se sintió muy triste por la mujer mayor. Entonces, tomó todo lo que necesitaba y limpió su casa. También publicó una historia sobre ella en las redes sociales y varias personas acordaron ayudar a hacer la casa de la anciana verdaderamente acogedora.
La Sra. Casilda Díaz fue dada de alta del hospital y nunca más estuvo sola. Comenzó a socializar con los lugareños y finalmente se mudó con Kathy, quien ahora la llama abuela.
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En lo que respecta a los gatos de la Sra. Díaz, ahora tienen su pequeño refugio en el patio trasero de Kathy.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Ser amable y ayudar a los demás. De igual manera como Kathy ayudó a la Sra. Díaz.
- No creas ciegamente en lo que otros dicen sobre una persona. Si Kathy hubiera escuchado a sus vecinos, nunca habría seguido adelante y no habría tenido oportunidad de ayudar a la Sra. Díaz.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.