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Una mujer mayor caminando por un parque | Foto: Getty Images
Una mujer mayor caminando por un parque | Foto: Getty Images

Nadie visita a señora en hogar de ancianos hasta que familiares se enteran de que heredó fortuna de $2,3 millones - Historia del día

Una mujer mayor que llevaba una vida solitaria en un hogar de ancianos recibió inesperadamente la visita de sus familiares tras heredar una fortuna, pero estos enfrentaron el karma y aprendieron una lección de la manera más difícil.

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Lola Sánchez estaba sentada en una silla de ruedas, admirando el pequeño jardín a través de la ventana de su habitación en el asilo Sagrado Corazón.

Había pasado un año más, pero su vida no había tenido cambios significativos. Su hija, Natalia, y su yerno, Rogelio, no habían devuelto sus llamadas y no se habían molestado en visitarla ese año.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Hace exactamente seis años, cuando Lola tenía 80, su salud comenzó a fallarle. Necesitaba ayuda con las tareas más básicas y apenas podía hacer las cosas por su cuenta.

Ella siempre había sido una mujer viva y alegre, pero ¿quién podría vencer los efectos del envejecimiento?

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Cuando Natalia se dio cuenta de que tendría que cuidar a su madre enferma, prefirió ingresarla en un hogar de ancianos y luego se instaló en la casa de su madre con su esposo.

En ese momento, la mujer le prometió a Lola con mucho entusiasmo que la visitaría a menudo. Pero año tras año, la anciana seguía esperando, pero, ni su hija ni su yerno aparecían.

Un día, la mujer mayor estaba muy molesta. Tenía un pequeño álbum familiar que había llevado consigo cuando ingresó en el hogar de ancianos. Mientras miraba las fotos de ella y Natalia sus lágrimas no dejaban de caer.

Una joven enfermera llamada María vio a Lola llorando y su corazón se compadeció de la pobre mujer. “Señora Sánchez”, dijo, acercándose a ella. “¿Puedo ayudarla? ¿Se encuentra bien?”.

La señora negó con la cabeza, secándose las lágrimas. “Ay, cariño. Este año, mi hija no volvió a visitarme. Llevo seis años esperando su visita. Cada año mi corazón se pregunta si estoy perdiendo el tiempo esperándola. ¿Será que volveré a verla?”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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María suspiró, sin saber cómo consolar a la mujer mayor. Había escuchado la historia de Lola de las otras enfermeras cuando ella comenzó a trabajar en el hogar de ancianos.

Sabía que su hija y su yerno la habían desalojado de su casa y nunca la habían visitado. Tenía que hacer algo para hacer que el estado de ánimo de Lola mejorara.

Así que la enfermera forzó una sonrisa y dijo: “Vea, señora Sánchez, dicen que la paciencia siempre da sus frutos. Estoy segura de que algún día su vida cambiará y tendrá mucho amor a su alrededor”.

“Además, el llanto no le hará sentirse mejor. No le queda bien a una dama bonita como usted. ¡Vamos, quiero ver una sonrisa en esa hermosa cara!”.

Lola se sonrojó. “Ay, cariño, realmente tienes facilidad con las palabras. Lamento haberte molestado con mis problemas. ¿Pero sabes qué? Me siento un poco mejor. Gracias por escucharme...”.

“No se preocupe, señora Sánchez. Estoy cerca si alguna vez necesita que alguien escuche sus preocupaciones. A cambio, ¡podría pedirle algunos consejos de belleza sobre cómo tiene una piel tan hermosa!”, dijo bromeando y Lola se rio.

“No creo que un alma vieja como yo pueda soportar más esos halagos. Me preguntaba si...”. Lola comenzó a hablar con María sobre las cosas que tenía en mente, olvidando todos sus problemas.

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Esa noche en casa, la enfermera no podía dejar de pensar en Lola. Se sentía terrible por la mujer y tenía una idea en el fondo de su mente para ayudarla. Pero para que funcionara, primero necesitaba hablar con su esposo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“José”, comenzó mientras cenaban. “Sé que estamos un poco complicados con una casa pequeña y tres niños que cuidar, pero hay una mujer en el asilo de ancianos donde trabajo y se siente muy sola. Me preguntaba si podríamos acogerla”.

El hombre bajó el tenedor y frunció los labios. “No podemos, cariño”, dijo negándose rotundamente. “Ya nos estamos esforzando para que el salario llegue a fin de mes. Eso nos pondría demasiado estresados”.

“Pero, cariño, su familia la echó. No tiene a nadie que la cuide. Por supuesto, las enfermeras están allí, pero ella anhela tener una familia. No te quiero presionar, pero...”.

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“¿Qué dijiste? ¿La echaron?”.

María asintió. “Y su yerno y su hija nunca la visitaron después. Ella espera que la visiten algún día. Ha estado esperando durante 6 años... Dudo que vayan”.

En ese momento, José se arrepintió de haberle dicho que no a la propuesta de su esposa. Recordó que su madre había estado sola en sus últimos días, pues él había estado demasiado ocupado trabajando para mantener a su familia y rara vez la visitaba.

El hombre no podía soportar la idea de que alguien más pasara sus últimos días en tal dolor y miseria, así que accedió a la petición de María.

“Está bien”, suspiró. “Supongo que de alguna manera nos las arreglaremos...”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Después de que se completó la documentación y Lola llegó a la casa de María, la mujer mayor sintió que su vida había tenido otra oportunidad.

Le encantaba estar cerca de los hijos de la enfermera, quienes la llamaban abuela. Por su parte, José y María la respetaban mucho y no tardaron en adorarla.

Lola vivió en la casa de la pareja durante varios meses y se olvidó de sus problemas. Por fin era feliz y la enfermera estaba encantada de verla así.

Una mañana, la anciana recibió una carta e inmediatamente reconoció la dirección del remitente. “Se ve muy feliz, señora Sánchez. ¿De qué se trata la carta?”, le preguntó María cuando la vio pasando su mano suavemente sobre el sobre y sonriendo.

“Ah, es de alguien especial, cariño. Un momento...”.

Lola abrió el sobre para leer la carta. De repente comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos. En la misiva le notificaban que había heredado 2,3 millones de dólares de su hermanastro mayor, Mario.

Este había obtenido la dirección de María a través del abogado de Lola. El caso era que Mario le había prometido a su madre que siempre cuidaría a su hermana menor.

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Lamentablemente había estado postrado en cama durante mucho tiempo y el médico le dijo que solo le quedaban unos meses de vida. Entonces decidió dejarle su dinero a Lola porque no tenía una familia propia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La noticia de que la anciana se había convertido en millonaria llegó a Natalia y a Rogelio después de que el abogado de Lola visitara su casa para algunos trámites. Pero allí, la pareja le dijo al representante legal que la anciana estaba en un asilo.

Entonces, los dos decidieron volver a acoger a Lola, pero cuando fueron al hogar de ancianos a buscarla, descubrieron que había salido del centro hacía varios meses.

“Pero, ¿a dónde fue?”, preguntó la hija de Lola a la recepcionista, confundida.

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“Ella está en el lugar donde merece estar”, respondió la trabajadora del asilo. Luego le dio una hoja de papel a Natalia. “Te doy esta dirección para que sepas que tu madre no te necesita para ser feliz”.

Cuando Natalia y Rogelio llegaron a la casa de María, fingieron ser los encantadores parientes que no eran. Pero Lola no quería nada de ellos y les cerró la puerta en la cara.

“Lo siento, pero no los conozco”, les dijo. “Mi hija y mi yerno no dejan entrar a extraños, así que, por favor, váyanse...”.

Al final, Natalia y Rogelio obtuvieron su merecido. Por su parte, Lola recibió un tesoro invaluable con María: una familia amorosa.

En agradecimiento, decidió que la enfermera, su esposo y sus hijos heredaran sus riquezas después de su muerte. También demandó a su hija y a su yerno para reclamar su derecho a su casa, y aunque la demanda tomó tiempo, ganó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La mujer mayor no sabe dónde están Natalia y Rogelio, pero tampoco le importa. Cuando su hermano Mario falleció, María y José se encargaron de los arreglos de su funeral. La salud de Lola está mucho mejor y está feliz con la familia de la enfermera y sus hijos.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La familia no siempre es consanguínea. El corazón de María se compadeció de Lola y, aunque ella y su esposo estaban esforzándose por mantener a su familia, la acogió después de que su hija biológica la echó de su casa para llevarla a un asilo.
  • No puedes sembrar las semillas de la amargura y esperar que crezca una planta de amor. Natalia y Rogelio creían que podían recuperar el corazón de Lola después de toda la falta de respeto y la negligencia que le habían mostrado a lo largo de los años. Se equivocaron y obtuvieron lo que se merecían.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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