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Una gaveta con una carta | Foto: Shutterstock
Una gaveta con una carta | Foto: Shutterstock

Tras la muerte de su esposo, viuda halla carta inconclusa para otra mujer y la visita - Historia del día

Georgimar Coronil
13 nov 2021
03:00

Mercedes Arteaga estaba revisando las pertenencias de su difunto marido cuando encontró una carta dirigida a una desconocida. Pensando que su marido tenía una aventura, decidió enfrentarse a la otra mujer, pero rompió a llorar cuando descubrió toda la verdad.

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Mercedes estaba de pie, con los ojos llorosos, frente a una tumba. Todo el mundo se había marchado tras el funeral de su marido, pero ella no podía apartar los ojos de aquel montículo de tierra.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Oh, Justo, qué felices éramos. Si pudiera verte y abrazarte una vez más". La mente de Mercedes se dirigió a su difunto esposo. Se vieron por primera vez cuando tenían 16 años. Ese encuentro había convencido a Mercedes de que él era el indicado. Luego tuvieron citas en restaurantes y museos y nunca más se separaron.

Justo era un marido devoto, y ella lo adoraba. El único defecto de su feliz vida matrimonial había sido su incapacidad para tener hijos, pero el amor había llenado ese vacío, y eran felices... hasta que un día, Mercedes recibió una fatídica llamada informándole que su marido había muerto en un accidente de carro.

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La mujer sollozó durante horas, maldiciendo su cruel vida, y tras el funeral, se limitó a sentarse frente a la tumba, recordando lo dulces que habían sido sus 55 años de matrimonio con su amado esposo.

Cuando el sol empezó a ponerse y la oscuridad y el frío se apoderaron de ella, Mercedes entró en la casa y caminó lentamente por el estudio de Justo, que todavía estaba lleno de su encantadora fragancia.

“¿Por qué nos ha pasado esto, Justo? ¿Por qué la vida es tan injusta con nosotros?”. Mercedes no podía dejar de llorar mientras miraba la habitación. Se sentó en silencio frente al escritorio donde Justo solía pasar las noches trabajando hasta tarde, recordando cómo lo reprendía cuando no le dedicaba tiempo. Luego abrió la gaveta que contenía sus documentos.

“¡Oh, estos horribles documentos!”, reflexionó mientras los sacaba uno a uno. “Estos le mantenían ocupado. Ahh... Cuánto los despreciaba. Pero para ser sincera, no me importa que trabajes hasta tarde, Justo. Lo único que quiero es que vuelvas, ¡solo que vuelvas!”, y rompió a llorar. En ese momento, algo llamó su atención.

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Era un papel viejo, medio roto y arrugado en una de las esquinas de la gaveta. Una dirección escrita con la letra de Justo decía: "Clara Bastidas, calle 50, edificio Roma, piso 10". Mercedes abrió la carta por curiosidad y comenzó a leerla.

"Querida Clara", comenzaba. "Siento no poder encontrar tiempo para ti, cariño. Pero no te preocupes, me aseguraré de visitarte este fin de semana. Estoy deseando verte a ti y a la pequeña Sofía. Espero..." y entonces las palabras de la carta desaparecieron.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Mercedes retiró los otros archivos que había encima de la carta y descubrió unas fotos de Justo con una joven y una niña. Por un momento, se sintió desorientada y agarró con fuerza las esquinas del escritorio.

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“¿Es esto lo que hacías en tus viajes de negocios, Justo? ¿Por qué hacías esto? ¿Por qué?” La mujer sollozaba en el suelo. De repente, un golpe en la puerta la interrumpió.

Mercedes se secó las lágrimas y encontró a su amiga Jessica en la puerta de la casa. "¡Oh, Jessica!", se le volvieron a llenar los ojos y la abrazó. "Justo... Estaba...".

"Cálmate, Mercedes. Todo estará bien, ¿de acuerdo? Deja de llorar".

"No, Jess. Nada va a estar bien. Justo... ¡Me estaba engañando, Jess!".

Los ojos de Jessica se abrieron de par en par. "¿Qué? ¿Estás segura? No creo que Justo hiciera algo así, cariño. Te quería".

"Eso es lo que pensaba, Jess. Pero mira esto", Mercedes le entregó la carta que encontró en la gaveta de su esposo. "¿Pero estás segura de que Justo escribió esto? Quiero decir, ¿tal vez la escribió para otra persona? Eso podría ser una posibilidad. ¿Qué opinas?".

"Bueno, espero que eso sea cierto. Pero hay algo más, entra". Mercedes condujo a Jessica al interior de la casa y le mostró las fotografías que había descubierto.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"¡Oh, Dios, no puede ser! Pero sabes qué, deberías averiguar por qué Justo hizo eso. Es decir, aunque quisiera vivir con otra persona, ¿por qué no se divorció de ti? 55 años es mucho tiempo. Y para ser honesta, nunca me pareció del tipo infiel".

"Yo tampoco puedo creerlo, Jess, pero ¿y si es verdad? ¿Y si me engañó?" Los ojos de Mercedes se llenaron de lágrimas.

"Mira el lado bueno, cariño. ¿Y si no lo hizo? ¿No te sentirías mal por dudar de él el resto de tu vida?".

"Bueno, espero estar equivocada. Iré a ver a esa mujer. Pero si Justo me estaba engañando, juro que nunca lo perdonaré", se prometió Mercedes. Al día siguiente, estaba en un vuelo a Madrid en busca de la dama desconocida.

Cuando Mercedes llegó a su destino, una joven le abrió la puerta. Mercedes la reconoció enseguida como la mujer de las fotografías que había visto. Ocultando su enfado por el hecho de que pudiera ser la amante de su marido, Mercedes le preguntó suavemente: "¿Es usted Clara Bastidas?".

"Sí, soy yo", dijo ella sonriendo. "¿Le importa si le pregunto cómo sabe mi nombre?", respondió.

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"Soy la esposa de Justo. Sé que sabe quién es Justo Arteaga", dijo Mercedes, con los ojos rebosantes de rabia. "La semana pasada, murió en un accidente de carro. Estoy segura de que estás al tanto".

De repente, vio lágrimas y una sensación de miedo en los ojos de Clara. “Tiene que ser la amante. Estoy segura de ello. No puedo creer que hayas sido tan descarado, Justo”, Mercedes se enfureció. Pero cuando Clara habló, todas sus dudas se desvanecieron.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Dios mío. Era una figura paterna para mí. ¡Esto es increíble! Señora Arteaga, ¡siento mucho su pérdida!".

Los ojos de Mercedes se abrieron de par en par. "¿Figura paterna?".

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"Sí, Sra. Arteaga. Por favor, entre. Le contaré todo".

Mientras Mercedes entraba, Clara le ofreció té y luego comenzó a contarle toda la historia.

Resulta que Clara conoció a Justo cuando tenía 16 años. Su madre había muerto de un ataque al corazón, y su padrastro la echó de casa. Desgraciadamente, en ese momento estaba embarazada, pero su novio se negó a hacerse responsable de su hijo.

Abatida, la mujer casi había renunciado a la vida y estaba llorando en medio de la carretera una noche cuando Justo la descubrió. La alimentó, la ayudó a encontrar alojamiento temporal y, finalmente, la ayudó a recuperar su casa.

"Era un alma verdaderamente generosa, señora Arteaga. Cuando di a luz a mi hija Sofía, vino a menudo a verme y me ayudó a cuidarla. No puedo agradecérselo lo suficiente", terminó Clara.

Mercedes se tapó la boca en señal de sorpresa y se sintió fatal por juzgar a su marido. "Oh, Dios. No debería haber..." Pero antes de que pudiera terminar la frase, el timbre las interrumpió.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Cuando Clara abrió la puerta, Mercedes vio a la pequeña Sofía y a un hombre alto de mediana edad entrar en la casa. "Oh, Tito, cariño. Te presento a la señora Arteaga. Y señora Arteaga, este es mi marido Tito", expresó Clara.

"¿Es usted la esposa de Justo Arteaga? Oh, señora. Me moría por conocerla", exclamó Tito alegremente.

"El señor Arteaga ha muerto, cariño", expresó Clara con solemnidad. "La señora Arteaga me lo acaba de decir".

"Oh, siento mucho su pérdida. Era realmente un hombre con un gran corazón", declaró Tito. "Si necesita alguna ayuda, por favor, háganoslo saber. El Sr. Arteaga hizo mucho por mi esposa. Nunca podré pagar su amabilidad".

"Muchas gracias, Tito y Clara. Me alegro de haberlos conocido a los dos. De todos modos, me voy a despedir ahora. Por favor, vengan a verme cuando quieran", expresó Mercedes, entregando su dirección y número de contacto. "Y, por favor, trae también a Sofía. Es realmente adorable".

"Por supuesto, señora Arteaga. Ha sido un placer conocerla", dijo Clara mientras la anciana salía de su casa.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

A la semana siguiente, Mercedes estaba preparando el almuerzo cuando recibió una llamada de Clara. A Tito lo habían trasladado a otra ciudad por el trabajo y pronto se mudarían. Mercedes los invitó a quedarse en su casa por un tiempo antes de mudarse, lo que aceptaron con gusto.

Sin embargo, Clara y Tito nunca llegaron a vivir en su nuevo apartamento. Mercedes se encariñó tanto que decidieron quedarse con ella. La pequeña Sofía empezó a referirse a Mercedes como la abuela y, después de años, se sintió como si Mercedes hubiera encontrado por fin la familia que siempre había deseado.

"Soy muy feliz, Justo", reflexionó mientras miraba las estrellas, imaginando a su marido como la estrella más brillante del cielo. "Ojalá estuvieras aquí, cariño. Clara, Tito y Sofía acaban de llenar mi vida con toda la felicidad que me faltaba. Me gustaría que estuvieras aquí con nosotros. Pero, por favor, sé feliz dondequiera que estés. Te quiero".

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No sacar conclusiones precipitadas: Gracias a Jessica, que le sugirió a Mercedes averiguara la verdad, se enteró de que su marido le había sido fiel todo el tiempo, demostrando que sus sospechas eran erróneas.
  • La familia se construye con amor y cariño, no necesariamente con sangre: La forma en que la familia de Mercedes y Clara se quisieron, lo demuestra claramente.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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