Millonario se viste como chofer para averiguar si su esposa lo ama - Historia del día
Un millonario lleno de sospechas se disfrazó de conductor de limusina para averiguar qué hacía cada tarde su bella y joven esposa, y lo que descubrió lo dejó boquiabierto.
Cuando Eric Montero tenía 18 años, decidió que se casaría con Raquel Huerta. Raquel era divertida, hermosa y alegre, y afortunadamente para Eric, sentía lo mismo por él.
Sus familias eran amigas, y todos estaban felices por la unión entre dos ricas y poderosas dinastías. Eric y Raquel eran perfectos el uno para el otro en todos los sentidos. Nadie podía imaginar un final excepto que no fuera 'y fueron felices para siempre'.
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Pero tres días antes de la boda, Raquel y sus tres amigas más cercanas hicieron un viaje 'solo para chicas' a Las Vegas. De regreso, a un camión le fallaron los frenos y cuatro familias quedaron destrozadas.
El primer año después de eso, Eric estuvo totalmente aturdido. No dejaba de sentir que todo había sido una pesadilla de la que despertaría, y Raquel estaría junto a él, riendo, y todo volvería a la normalidad.
Pero, por supuesto, eso no fue lo que pasó. Eric tuvo que aceptar el hecho de que su pareja se había ido a la corta edad de 23 años. Él tuvo que seguir adelante, reinventarse y forjar una vida más allá de las ruinas de sus sueños.
Los padres de Eric no sabían qué hacer para ayudar a su hijo. Su padre le pidió que trabajara para él, esperando que se interesara por el negocio de la familia y dejara de pensar en su dolor.
Eric accedió, y se unió a la cadena de gasolineras de su padre. Su determinación rápidamente llevó al negocio, que ya era bastante exitoso, a la cima del sector. El problema era que 10 años después, Eric seguía soltero y solitario.
Su padre comenzó a preocuparse, especialmente luego de caer enfermo, pues Eric se hizo cargo de la empresa en su totalidad. "Cariño, quería que se olvidara de su dolor, no que viviera únicamente para los negocios!", dijo a su esposa.
Sus padres lo alentaron a tener citas, y hasta le presentaron a las hijas de sus amigos ricos. Pero a Eric no parecía gustarle ninguna de ellas, por atractivas o encantadoras que fueran.
Un día, Eric decidió hacer una revisión en algunas de las más remotas gasolineras de la empresa. Se presentó en las estaciones como una persona cualquiera para ver cómo trataban a sus clientes.
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Eric pasó más de una semana visitando las regiones más remotas donde operaba su empresa. Ya camino a casa, a un par de kilómetros de su ciudad, se pinchó una llanta de su auto. Para empeorar las cosas, no había repuesto en el maletero.
El hombre revisó su móvil, pero no tenía señal. Decidió cerrar el auto con llave y caminar hasta la gasolinera más cercana. Tras una hora de camino, vio una vieja y destartalada estación. "¡Por fin!", pensó.
Entró a la polvorienta gasolinera y se acercó al mostrador. "Disculpe, tengo una llanta pinchada y no tengo neumático de repuesto", explicó.
La persona detrás del mostrador llevaba un atuendo de mecánico manchado de aceite. Cuando se dio la vuelta, Eric vio que se trataba de una hermosa chica.
Comenzó a tartamudear y a sonrojarse. A la chica, Marla, le pareció que su reacción fue adorable y un poco cómica. Ella amablemente lo llevó de vuelta hasta su auto y se encargó de cambiarle la llanta.
Eric se enamoró casi en el acto. En un momento, más de una década de soledad y dolor desaparecieron de su mente, al menos por un instante.
Quería conocer mejor a Marla, y no dejaría que nada se interpusiera en su camino. Su madre se sorprendió cuando le dijo que le gustaba una mecánica de automóviles, pero a su padre le pareció algo muy divertido.
Lo que no le hacía gracia al padre de Eric era el hecho de que Marla era pobre, y no tenía una buena familia ni conexiones. "¡Ella no es nuestro tipo de gente, Eric!", decía su padre.
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"¿Qué tipo de gente es esa, papá?", preguntó Eric bruscamente. "¿Acaso tienen que ser millonarios para que sean nuestro 'tipo' de gente?".
"No... claro que no", dijo el padre de Eric, avergonzado. "Pero... tú no sabes nada sobre esa chica, de dónde viene. ¡Es demasiado joven para ti! Además, podría estar detrás de tu dinero", agregó.
"Ay, papá, por favor", dijo Eric. "Es una chica dulce y amable, y por primera vez desde que Raquel falleció, me siento vivo". Después de eso, los padres de Eric no volvieron a tocar el tema.
Marla y Eric se casaron en una hermosa ceremonia en la gigantesca casa de campo de los padres de Eric. Hubo cientos de invitados en la boda, aunque todos del lado del novio.
Marla aparentemente no tenía familiares vivos ni amigos cercanos. De hecho, hasta sus damas de honor eran hermanas, primas y amigas de Eric. "Algo está escondiendo", dijo la madre de Eric a su hijo. "Nadie está solo en este mundo. Nadie".
Pero Eric hizo caso omiso de todas sus advertencias. Amaba a Marla, y la aceptaba así, sin más, sin cuestionamientos. Exactamente como era.
Al poco tiempo, la pareja se mudó a una hermosa casa nueva, y Marla rápidamente se acostumbró a un nuevo estilo de vida. Eric contrató amas de llaves, dos sirvientas y un chofer. Era una vida muy cómoda.
Llevaban ya dos años de casados cuando el chofer de Eric, que había trabajado para la familia durante muchos años, hizo una sorprendente revelación. Apareció ante la puerta de Eric, con su sombrero entre las manos.
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"Señor Eric, tengo que decirle algo", dijo el chofer. "Bueno, adelante, dígalo sin miedo. ¿Qué pasa? ¿Necesita un aumento? Podemos discutirlo", respondió Eric.
El chofer se sonrojó y negó con la cabeza. "No señor, no es nada de eso. Se trata de su esposa, señor", dijo el chofer. "¿De mi esposa?", dijo Eric desconcertado.
"Bueno, señor, durante los últimos seis meses, su esposa ha estado actuando de forma extraña. Todas las tardes dice que quiere ir de compras", explicó el chofer.
"Pero cuando vamos de compras, me pide que la deje en una parte muy mala de la ciudad, donde no hay tiendas. Luego me llama dos horas después para que la recoja, y nunca tiene compras", agregó. "Ya veo", respondió pesadamente Eric.
"No quería decir nada, señor", dijo el chofer. "Pero lo conozco de toda la vida, desde que era un niño. Pensé que debía saberlo. Disculpe si lo molesté", agregó.
"No hay necesidad de disculparse. Tal vez Ud. pueda ayudarme a resolver el misterio", dijo Eric. "Mañana le dirá a la señora que su sobrino la llevará porque Ud. tiene una cita con el médico", dijo el hombre.
"Yo me pondré su uniforme, su sombrero y sus lentes oscuros. Dejaré arriba el divisor ahumado de la limusina todo el viaje", dijo Eric. "Así ella ni siquiera me va a ver, y yo descubriré la verdad", concluyó.
Esa noche, Eric casualmente le preguntó a Marla qué iba a hacer al día siguiente. "¡Oh, no mucho! Solo voy a la ciudad para hacer algunas compras, tal vez hacerme el pelo", respondió ella.
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¡Pero Eric sabía que todo eso era mentira! Esa noche, acostado junto a su bella esposa, no pudo dormir. ¿Había sido todo su matrimonio una mentira? Él había sido muy feliz estos dos años, y pensaba que Marla también.
"Mañana... mañana sabré toda la verdad", pensó. Al día siguiente, Eric fingió irse a la oficina, luego volvió a casa para ponerse el uniforme de chofer y ejecutar su plan.
Se peinó el cabello hacia atrás con gel, se puso las gafas oscuras del chofer y se subió al coche para esperar a Marla. A la hora acordada, Marla salió, se subió al auto y dijo: "Por favor, ¿puede llevarme hasta la Avenida 32?"
Eric asintió y arrancó el auto. La dirección era un sitio más bien desagradable, en una parte de la ciudad donde los alquileres eran muy baratos y, a menudo, estaban ocupados por personas a un paso de vivir en la calle.
Cuando llegaron, Marla le pidió que esperara su llamada telefónica para venir a buscarla. Parecía preocupada. No posó la mirada sobre Eric ni una sola vez en todo el trayecto.
Eric condujo un par de cuadras después de dejar a Marla y estacionó la limusina en el estacionamiento de un deteriorado centro comercial. Se devolvió al lugar donde había dejado a Marla a pie, y entró al mismo edificio.
¡Era un tugurio! ¿Qué estaba haciendo su esposa aquí? Eric no entendía nada. Entonces, escuchó su voz. "Lo siento, no puedo quedarme mucho tiempo, pero sabes que te amo", dijo Marla a alguien más.
Una oleada de celos y rabia sobrecogió a Eric. Sin pensarlo dos veces, empujó la puerta con el hombro. Era un departamento realmente miserable. Marla estaba sentada en el sofá, sosteniendo las manos de un anciano.
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Marla se puso de pie de un salto. Estaba pálida. "Eric, ¿qué estás haciendo aquí?", exclamó sorprendida.
"¡Debería ser yo quien pregunte eso", gritó Eric. "¿Qué es este lugar y quién es este hombre?".
Marla respiró hondo. "Eric, este es mi papá. Está muy enfermo. Tuvo un derrame cerebral, así que vengo a ayudarlo siempre que puedo".
Eric quedó paralizado. "Pero... ¿y nuestra boda? No había nadie de tu familia ahí. No entiendo. ¿Por qué no me habías dicho nada? ¡Dijiste que eras huérfana!", dijo Eric, muy confundido.
"Mi papá estaba en la cárcel, y eso me daba mucha vergüenza", admitió Marla en voz baja. "Tenía miedo de que no quisieras estar con una chica como yo, con un padre convicto", dijo, visiblemente apenada.
Eric tomó las manos de Marla entre las suyas. Se sentía como todo un idiota. "Te amo, Marla, y nada me haría cambiar de opinión sobre ti", dijo. Marla comenzó a llorar y abrazó a Eric.
"Oh Eric, lo siento mucho... ¡odio haberte mentido!", dijo Marla. Entonces aprovechó la oportunidad para presentarle a Eric a su padre. El hombre había quedado duramente afectado por el derrame cerebral y había perdido la capacidad de hablar.
Eric insistió en llevar al padre de Marla a un centro de retiro donde pudiera recibir atención profesional. Y unas semanas más tarde, Marla le dio una maravillosa noticia a Eric: ¡iban a tener un bebé!
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No mientas sobre quién eres, la gente te aceptará por tus propios méritos. Marla temía que Eric no la amaría si se enteraba de su padre convicto, pero estaba equivocada.
- No saques conclusiones precipitadas antes de saber todos los hechos. Eric pensó que Marla lo estaba engañando, pero ella estaba cuidando a su padre enfermo.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.