Esposa escribe carta de agradecimiento a la amante de su marido - Historia del día
Una mujer recibe una carta de la esposa de su jefe, al que había estado viendo durante el último año. Pero el contenido de la misiva le hizo ver las cosas de manera diferente.
Karla había regresado a casa después de un largo día de trabajo, o al menos eso era lo que le había dicho a su novio. En realidad, había pasado el tiempo con su jefe en un hotel en las afueras de la ciudad.
Había sido una velada encantadora: tomaron champán y vino, todo a través del servicio de habitaciones, por supuesto. Vivieron un momento muy emocionante y romántico juntos.
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Ella miró por la ventana de su pequeño apartamento ubicado junto a las vías del tren... todo se sentía como un sueño. Si tan solo pudiera volver a hacer eso pronto. No, si pudiera hacer eso para siempre, pensó. Pero alguien tocó la puerta.
Se puso una bata y se acercó a la entrada de su vivienda. Ahora estaba inquietantemente silencioso. Observó por la mirilla. No había nadie afuera ni en el pasillo.
Abrió la puerta para ver qué sucedía realmente. Entonces encontró una carta en el suelo. "¡Qué extraño! ¿Quién escribe cartas en estos días?", pensó. Pero para su sorpresa, estaba dirigida a ella. Tomó la carta y entró rápidamente. Luego cerró la puerta de inmediato.
¿Tenía un acosador? ¿Quizás debería llamar a la policía? Pero no, tal vez sea mejor ver primero de qué se trata. La carta podría contener respuestas a su pregunta, algunas de ellas, al menos. Abrió la carta y empezó a leerla. Decía:
"Estimada Sra. Martínez”.
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“Gracias por dejar marcas de lápiz labial rosa en la camisa blanca de mi esposo. ¿Qué pintalabios usaste? ¿Maybelline? ¿Tom Ford? Personalmente prefiero a Tom Ford...”.
¿Lápiz labial rosa? Qué extraño, pensó Karla para sí misma. Ella nunca usa labiales de color rosa. Siempre rojo oscuro. De vez en cuando violeta cuando salía a bailar, pero nunca rosa.
Confundida, volvió a la carta para buscar su respuesta.
“... pero creo que el rojo oscuro te sienta mejor. A estas alturas ya habrás adivinado quién soy, a menos que hayas estado durmiendo con diferentes personas al mismo tiempo. Bueno, eso sucede, no te culpo. Yo lo hacía cuando era más joven”.
“En caso de que todavía te lo estés preguntando, soy Liliana Cabrera. También conocida como la esposa de tu jefe, pero no por mucho tiempo, te lo puedo asegurar”.
“Cuando descubrí las marcas de lápiz labial rosa hace dos meses, decidí contratar a un detective privado”.
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¿Hace dos meses? Esto ahora se está volviendo más intrigante. Ella recién había empezado a tener encuentros con su jefe hacía un mes… bueno, tal vez un mes y medio. Pero no dos meses, seguro. Ahora estaba más intrigada. Entonces continuó leyendo:
“... así que en caso de que te preguntes cómo me enteré, ahí está tu respuesta. Puede que te sorprenda, pero si quieres quedarte con él, adelante. De hecho, me ahorrarás muchos problemas”.
“Todas las mañanas, cuando me despierto, siempre me pregunto cómo es que sigo casada con él. Pero ahora es el momento de un cambio: con mi acuerdo de divorcio probablemente me mudaré a París o Lyon, pero me dijeron que la gente de Lyon es más amable…”.
Bueno, ciertamente no podía discutir con el último punto.
“Pero antes de que te quedes con él, hay algo que creo que deberías saber. Es una lástima que no lo conocieras cuando tenía tu edad, era un hombre mucho más guapo en ese entonces. Pero todos envejecemos, ¿verdad?”.
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“Vayamos al grano. Si estás con él por el dinero, no te molestes. En realidad, no es tan rico. Y considerando que tiene que pagar el acuerdo de divorcio y posiblemente la manutención de los hijos, realmente no creo que valga la pena, cariño”.
“Tendrás que comprarle ropa nueva; puede que yo haya donado toda su ropa al Ejército de Salvación. Mi padre siempre me dijo que ayudara a las personas necesitadas”.
“Se me ocurrió que sería una idea espléndida donar su ropa a quienes lo necesitan. Igual probablemente ya pronto no le quedará...”.
Luego Karen pensó en su jefe; es cierto que le ha crecido bastante la barriga durante los últimos dos años.
“Es mejor que sepas cómo administrar un negocio; probablemente no necesito decírselo, pero él no sabe nada sobre cómo administrar uno”.
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“La razón principal por la que el negocio sigue a flote de alguna manera es que siempre estoy ahí para decirle que no haga algo estúpido. Créeme, cariño, es una habilidad muy útil en la vida”.
“También es un mimado, mira, he estado casada con este hombre durante más de 10 años, así que sé un par de cosas sobre él. Es como un chihuahua... pero peor”.
“No sabe cómo cuidarse a sí mismo excepto gritarle a la nada cuando hay un problema. Pero te acostumbrarás después de uno o dos años”.
“Ah, y ya que estamos en eso, será mejor que te acostumbres a su juego de culpas. La responsabilidad no está en su vocabulario. Si algo sale mal, siempre es culpa de otra persona”.
“Tal vez sea de su socio comercial, tal vez sea de su esposa, tal vez de su propio padre... pero nunca él mismo”.
“Un último consejo, cariño, si él puede hacerme esto, definitivamente puede hacértelo a ti. No es la primera vez, te lo aseguro, y probablemente no será la última”.
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“Si aún quieres casarte con él, es mejor que lo pienses dos veces. Si no planeas hacerlo... cariño, ni siquiera sé por qué lo sigues viendo. Encuentra a alguien más joven que realmente sepa cómo complacer a una mujer”.
“Atentamente, Liliana Cabrera”.
Karen dejó la carta y miró el tren afuera. Podía sentir el suelo temblando cada vez que pasaba un tren. Quizás mudarse sola a Lyon no sería una mala idea.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No engañes a tu pareja, no está bien. No sé por qué tenemos que explicarte esto, pero en caso de que estés pensando hacerlo... no, no engañes a tu pareja.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.