Mujer regresa a casa de la ciudad y se da cuenta de que su abuela desapareció sin dejar rastro - Historia del día
Una joven fue a visitar a su querida abuela y no la encuentra. Entonces descubre la terrible verdad y decide arreglar las cosas.
Cuando Elena Rodríguez tenía dieciséis años, quedó embarazada. Por suerte, su madre era una mujer comprensiva y solidaria, y recibió a su nieta con alegría.
Ana Rodríguez se hizo cargo del cuidado de la pequeña Brenda para que su hija pudiera terminar el instituto, ir al baile y tener una vida normal. Pero en lugar de estar agradecida con su mamá, Elena era arrogante y no se preocupaba por su hija.
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Ana vio con tristeza cómo su hija se convertía en una fiestera que solo se preocupaba por el lujo y la moda.
A los 49 años, la Sra. Rodríguez se convirtió en una madre para su nieta. La llevaba al parque, al colegio y le compró una mascota.
La abuela de Brenda iba a las obras de teatro del colegio y a los recitales de piano de Brenda, y escuchaba con orgullo cómo los profesores le contaban lo excepcional que era: “un genio de las matemáticas”, decían.
Debido a que Elena era una figura distante que entraba y salía de su vida, fue la señora Rodríguez quien ocupó el espacio de "mamá" en el corazón de Brenda.
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Ana y su nieta vivieron unos años maravillosos juntas. Brenda se convirtió en una chica preciosa con un corazón cariñoso y generoso. Cuando llegó al último año de colegio, la joven supo que pronto tendrían que separarse de su amada abuela.
A Brenda le ofrecieron una beca en una prestigiosa universidad y se fue a estudiar con la bendición de Ana. La joven era tan brillante que cuando se marchó ya tenía varias ofertas laborales.
Aceptó un empleo en una empresa de Miami, con un fabuloso salario. Desgraciadamente, el trabajo también estaba lejos de su casa y de su querida abuela.
Cuando Brenda consiguió su primer ascenso, fue que su madre mostró interés por su bienestar. Elena empezó a llamar a su hija todas las semanas, lo que a la chica le pareció extraño, hasta que le reveló el verdadero motivo de su interés.
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"Cariño", dijo Elena, "estoy pasando por un momento difícil y me preguntaba si podrías ayudarme prestándome 1000 dólares."
Brenda le envió la ayuda y, para evitar más llamadas pidiéndole dinero, empezó a mandarle dinero mensualmente a Elena y a su abuela.
La Sra. Rodríguez se sorprendió y llamó a Brenda inmediatamente. "Cariño, tengo mi pensión, ¡no necesitamos tu dinero!", dijo.
"Mira, abuela", expresó Brenda con firmeza. "Sé que mamá se ha vuelto a mudar contigo y que tiene gustos caros, así que todo lo que quiero hacer es asegurarme de que no tengas problemas de dinero. Y no te preocupes. Me lo puedo permitir".
Durante los tres años siguientes, Brenda visitó a su abuela tan a menudo como pudo, y vio a su madre con la misma frecuencia. Elena, que había sido tan hermosa, aparentaba más edad de la que realmente tenía.
Brenda salía con su abuela y evitaba tanto como podía a su mamá. Le había pedido Ana que se mudara con ella, pero se negó.
"Oh Brenda", manifestó con tristeza. "Mi preciosa niña, ojalá pudiera, pero ya has visto a tu madre. Ella me necesita. Su vida es un caos y no tiene otro lugar a donde ir..."
Brenda comprendía a su abuela, pero a veces se preguntaba si Elena era tan amable con su propia mamá.
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Seis meses después de aquella particular conversación, Brenda llamó a su abuela como siempre hacía al final de cada día. Para su sorpresa, el teléfono sonó y sonó, pero la señora Rodríguez no contestó.
Preocupada, Brenda volvió a llamar varias veces más esa noche y la mañana siguiente. Luego se comunicó con las autoridades y pidió que se comprobara el estado de salud de su abuela.
Cuando la policía le dijo que no había respuesta y que la casa parecía estar vacía, Brenda viajo hacia su antiguo hogar. La casa estaba efectivamente vacía, y cuando revisó los armarios de su abuela, su ropa había desaparecido.
Tampoco había rastro de Elena, así que tomó el teléfono y contactó a los amigos de su abuela y ninguno sabía nada de ella. Llamó a los hospitales, pero no había constancia de que la señora Rodríguez estuviera allí.
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Brenda estaba a punto de llamar a la morgue cuando oyó que se abría la puerta principal de la casa y entraba Elena. "¡Mamá!", gritó Brenda. "¿Dónde has estado? ¿Dónde está la abuela?".
"He estado celebrando, si quieres saberlo", expresó Elena, tirando su bolso en el sofá. "¿Y TÚ qué haces aquí?".
"He intentado llamar a la abuela y no contestaba, así que estaba muy preocupada. ¿Dónde está?", preguntó Brenda.
"¡Oh, tu querida abuelita! Lo único que te preocupa es tu querida abuelita!", dijo Elena con rencor. "Bueno, ella está donde debe estar: ¡en un asilo de ancianos!".
"¿Qué?", jadeó Brenda. "¿Qué has hecho?".
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"Lo que tenía que hacer. Estaba empezando a ponerse enferma, y yo todavía soy una mujer joven, ¡tengo una vida que vivir!", manifestó Elena. "¡Así que la metí en la residencia de ancianos!".
Tan pronto como escuchó eso, Brenda salió por la puerta y corrió hacia el hogar de ancianos. "¡Abuela!", gritó. "¡Oh, abuela, lo siento mucho, te voy a llevar a casa conmigo!".
"Oh Brenda", dijo Ana llorando. "¡Se llevó mi teléfono y no pude recordar tu número para llamarte!".
"Está bien, abuela", expresó. "Todo va a estar bien ahora".
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Ante este terrible hecho, Brenda decidió dejar de mandarle dinero a su madre. A Elena no le hizo ninguna gracia. Al día siguiente, recibió una desagradable llamada telefónica.
"¿Cómo has podido? ¿Quieres que me muera de hambre?", gritó Elena.
"Tú misma me has dicho que eres una mujer joven, madre", dijo Brenda con frialdad, "¡Consigue un trabajo!".
"¿Así que ayudarás a esa vieja bruja, pero no ayudarás a tu propia madre?", gritó Elena enfurecida.
"Así es. No ayudaré a mi propia madre... ayudaré a la maravillosa mujer que cuidó de mí, me amó e hizo tu trabajo", expresó Brenda y colgó el teléfono.
Como la Sra. Rodríguez puso su casa a nombre de su hija, Elena la vendió y desapareció con el dinero. Ni Brenda ni Ana volvieron a saber de ella.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Ser madre es algo más que dar a luz: es amor incondicional y dedicación. Elena simplemente dio a luz a Brenda, pero nunca estuvo allí para su hija, en cambio la Sra. Rodríguez sí.
- La maldad no trae nada bueno: Elena pensó que podría encerrar a su madre y seguir dependiendo económicamente de su hija, pero se llevó una desagradable sorpresa.
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