Mujer conoce a su familia 54 años después de ser abandonada de bebé en una casa vacía
La búsqueda de su familia biológica llegó a su fin para una mujer de 54 años que pasó su vida con esa gran incógnita torturando su mente. Finalmente, ha podido abrazarlos y comenzar a sanar sus heridas.
Cheryl Edwards tenía solo nueve años cuando los únicos padres que había conocido toda su vida le dijeron que era adoptada. Ese agobiante día fue el inicio de más de cuatro décadas de incertidumbres que plagaron su mente.
Después de 9 años de acogida, la mujer recordó sentirse indiferente a esta información, pues sus padres llenaron el papeleo para completar su proceso de adopción. Se convirtió en la séptima hija de Ernest Lee y Susan Edwards.
Cheryl Edwards y retratos de ella cuando era pequeña. | Foto: Twitter.com/emilybabay - Twitter.com/nrlc
LINDA INFANCIA
Cheryl describe su infancia con los Edwards como perfecta, llena de amor, hermosas vacaciones de verano y muchos recuerdos navideños.
Saber que fue adoptada la hizo sentir especial, ya que nadie más tenía eso. Pero a medida que fue creciendo, las duras realidades de la vida la golpearon con fuerza.
Su primer golpe llegó en sexto grado cuando una compañera la criticó por no saber quiénes eran sus padres biológicos. Más adelante, cuando rondaba los 50 años, una persona cercana en la que ella confiaba usó su misma historia en su contra.
DESCUBRIENDO SU PASADO
Habiendo recibido el segundo golpe, la mujer decidió tomar su vida bajo control y buscar respuestas. Se acercó a The Inquirer en 2019 y les preguntó si tenían un artículo de 1967 sobre una bebé abandonada en una casa adosada vacía en el oeste de Filadelfia.
Efectivamente, lo tenían. El 14 de agosto de 1967, un artículo hablaba de una bebé hallada dentro de una funda de almohada escondida debajo de una cómoda en una casa adosada abandonada.
La niña estaba sin ropa y pesaba solo 2,4 kilos. Supo de inmediato que esa era ella. Al leer el artículo, Cheryl descubrió cómo un joven de 15 años, James Drain, la encontró envuelta dentro de una funda de almohada.
Pensando que era un pollo, se apresuró a alertar a su madre, quien a su vez llamó a un vecino, George Ikard, de 61 años. Los dos adultos también creyeron que el contenido de la funda era un pollo, a juzgar por los sonidos y patadas que provenían de él.
Ikard recogió la funda y la arrojó a la basura sin abrirla. A pocas cuadras, otra vecina, Margaret Rogers, observó cómo se desarrollaba la escena.
Curiosa, fue a la basura y abrió la funda de la almohada para encontrar dentro a una bebé hermosa y flaca que luchaba por su vida.
Llevó a la bebé a su casa y la alimentó mientras la Sra. Drain se comunicaba con la policía. Minutos después, Rogers, una enfermera local, entregó a regañadientes a la niña a la policía, con instrucciones de informar al hospital que quería acogerla.
Sin embargo, la bebé nunca terminó en sus brazos; fue puesta en cuidado de crianza con los Edwards como sus tutores.
Pies de un recien nacido que duerme en una cesta. | Foto: Pexels
ENFRENTANDO EL DOLOR
Tras conocer los abrumadores detalles en 2019, Edwards pensó que lo peor había pasado. Sin embargo, perder a tres de sus amigos más cercanos por covid-19 durante la pandemia abrió viejas heridas que no sabía que existían.
Para lidiar con su dolor, la mujer de 54 años buscó asesoramiento con un terapeuta familiar, quien indagó en su pasado y el comienzo de su vida. La sesión la ayudó a darse cuenta de lo herida que estaba. Decidió investigar a profundidad.
A principios de este año se acercó nuevamente a The Inquirer, esta vez en busca de sus raíces. Junto a los reporteros llegaron al pequeño pueblo del oeste de Filadelfia, donde fue hallada hace 53 años.
Allí conoció a Lionel Drain, un primo del adolescente que la encontró en la casa adosada. Se enteró de que estaba muerto, al igual que todos los adultos que desempeñaron un papel en su rescate. Edwards se encontró en otro callejón sin salida.
UNA PISTA AL FIN
A millas de distancia, Shelly Ward-Moore estaba revisando su correo una fatídica mañana de junio cuando se topó con un boletín de The Inquirer que hizo sonar una campana.
Dos personas caminan tomadas de la mano. | Foto: Pexels
La historia hablaba de la vida de Cheryl Edwards. Cuando lo leyó, supo que era la misma historia que presenció cuando tenía 12 años.
Un nombre en particular, George Ikard, despertó su interés, ya que era su abuelo. Al darse cuenta de que esa era la bebé, se acercó a otros familiares para informarles.
También notificó al medio que conocía la historia y que creía que estaba relacionada biológicamente con Cheryl, quien es la viva imagen de una de sus tías.
UNA REUNIÓN FAMILIAR
Las pruebas de ADN confirmaron su historia y, en poco tiempo, Cheryl se pudo conectar con su familia perdida hace mucho tiempo, incluidos varios primos hermanos y un medio hermano.
Sus parientes recién descubiertos también le confirmaron que su madre biológica estaba viva y bien. Ella está ansiosa por conocer a la mujer que la abandonó a los 15 años y descubrir las circunstancias que rodearon sus acciones.
Ese conocimiento es importante para que pueda encontrar la paz y darle un cierre a su historia, pero no le guarda rencor a su madre biológica. Solo desea verla, darle un cálido abrazo y asegurarle que todo está bien.
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