Maestro se burla de pobre niña sin dinero para pagar fiesta escolar: su padre se entera - Historia del día
Un maestro despreció a una niña y la humilló porque no podía pagar la fiesta de la escuela. Las cosas cambiaron cuando el padre de la pequeña se enteró y se enfrentó al docente.
“Anunciaré los nombres de los estudiantes que han pagado sus cuotas. Aquellos que aún no lo han hecho pueden hacerlo ahora”, gritó el maestro de Carlota, el Sr. Montes, sacando una lista de su libro de asistencia. La niña sabía que ella no estaba en la lista.
“¡Bueno, entonces veo que todos los estudiantes excepto Carlota Torres han pagado! ¿Cuál es su excusa esta vez, señorita Torres?”.
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“¿No está interesada en asistir a la fiesta de la escuela?”, dijo el maestro mientras la miraba con incredulidad, encantado por la oportunidad de burlarse de la pobre niña frente a los demás.
“Lo siento, Sr. Montes”, respondió ella, con los ojos llorosos. “Mamá dijo que pagará la próxima vez. Las cosas no están bien para nosotros financieramente en este momento”.
“¡Y aquí va de nuevo la misma historia!”, exclamó el hombre.
“Sabes que tu beca no cubrirá las cuotas escolares del próximo año, ¿verdad? ¿Vas a mostrar tu patética cara y pedirás una deducción la próxima vez?”.
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“Bueno, Sr. Montes...”. Pero antes de que pudiera decir algo, él la interrumpió.
“¿Sabes qué, Carlota? No es tu culpa. Tu padre todavía está tras las rejas, y tu madre... bueno, debe ser difícil para ella criarte sola”.
“¡Eso no es cierto, Sr. Montes!”, gritó Carlota nerviosamente. “¡MI PAPÁ NO ESTÁ EN PRISIÓN! ¡Está en un viaje de negocios! ¡Y volverá pronto!”.
“¡Sigue soñando, niña!”, dijo el Sr. Montes con sarcasmo. “Ahora, vuelve a tu asiento. ¡Y no te atrevas a volver a gritarme!”, le advirtió.
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Pero Carlota no pudo contener su rabia.
“¡ERES UN MENTIROSO! MIENTES SOBRE MI PADRE!”, gritó mientras salía corriendo de la clase.
UNA SEMANA ANTES
A Carlota ya no le interesaba jugar con juguetes. La niña se sentaba durante mucho tiempo en el alféizar de la ventana de su habitación, esperando que su padre regresara a casa.
Su madre le había dicho que él estaba de viaje de negocios y que regresaría pronto, pero habían pasado varios meses y todavía no estaba en casa.
“No quiero ir a la escuela, mamá”, le dijo Carlota a su madre, María, “¡Esperaré a papá hasta que regrese! Quiero que me acompañe a la escuela”.
La mujer dejó su libro y miró a su hija con preocupación. “¿Qué pasa, cariño? ¿Alguien te dijo algo en la escuela?”.
“No, mamá. Tenemos una fiesta en la escuela y…”.
“¿Y qué, cariño?”.
“Nos están pidiendo que paguemos algunas tarifas, mamá, pero sé que no podemos”.
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Los ojos de María se llenaron de lágrimas cuando su hija de 10 años dijo eso. Habían pasado seis meses desde que había recibido una llamada de la policía informándole que su esposo, Tadeo, había sido arrestado por vender artículos prohibidos.
Él trabajaba como conductor de camión y estaba a cargo de la entrega de productos farmacéuticos en diferentes estados. Pero una vez, simplemente no regresó a casa del trabajo y su teléfono estaba inaccesible.
María se había puesto en contacto con los amigos y colegas de su esposo e incluso había presentado una denuncia ante la policía. La búsqueda se había prolongado durante una semana, pero la mujer luego se enteró de que su marido estaba tras las rejas.
Sin embargo, ella se negó a creer que Tadeo hubiera hecho algo así. Anteriormente había trabajado en el departamento de policía y había recibido varios elogios por su valentía. Pero luego su vida había dado un giro inesperado y terminó como camionero.
La mujer habló con su esposo sobre lo que había sucedido y cómo había terminado en la fea situación, y él le dijo que era un caso fabricado por uno de sus colegas que estaba celoso de él. Sin embargo, no pudo probarlo en el tribunal y fue condenado a 6 meses de prisión.
“Está bien, cariño”, dijo María. “Lo siento, no puedo pagar las tarifas de este mes, ¡pero seguro que te lo compensaré el próximo mes! ¡Lo prometo!”.
Carlota no dijo nada en respuesta a su madre. Ella asintió con la cabeza y siguió mirando por la ventana, esperando que su padre regresara.
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EN EL PRESENTE
Cuando Carlota salió corriendo del aula, su compañero de clase, Jacobo, la siguió. “Carlota”, gritó. “¡Espera un momento!”.
La niña se dio la vuelta, se secó la nariz con la mano y vio al chico parado detrás de ella con una postal y un ramo de lirios. “Te compré esto. Mi cumpleaños se acerca la semana que viene y mis padres me pidieron que invitara a todos mis amigos. ¡Me gustaría que vinieras!”.
Carlota rompió a llorar, incapaz de decir nada, y salió corriendo de la escuela, llevándose la invitación de Jacobo con ella.
Cuando, llorando, llegó a su casa, escuchó una voz familiar.
“Carlotica, cariño, ¿cómo has estado?”, dijo. “¡No esperaba que volvieras a casa tan pronto!”. El corazón de Carlota dio un vuelco cuando vio a su padre en casa. Corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, sin pronunciar una sola palabra y sollozando incontrolablemente.
“¿Qué te pasa, bebé? ¿Pasó algo en la escuela?”, preguntó, preocupado.
“Todo el mundo se burla de mí, papá”, dijo llorando. “¡Mi maestro siempre dice cosas malas sobre mamá y sobre mí! ¡No quiero ir a la escuela, papá!”.
“Todo estará bien, cariño”, la tranquilizó Tadeo. “¿Podrías decirme exactamente qué pasó en la escuela?”. Carlota se secó las lágrimas y comenzó a contarle que el Sr. Montes se burlaba de ella porque no podía pagar la fiesta.
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“¿Cómo se atreve a hacer eso?”, dijo el padre, furioso. “¡Creo que ha olvidado cómo se supone que un maestro debe interactuar con los niños! Se lo voy a recordar”.
El hombre se cambió rápidamente de ropa y fue con su hija a la escuela. El Sr. Montes estaba en medio de una lección cuando entraron al salón de clases.
Se sorprendió cuando vio al padre de Carlota con ella. “Señor Torres, ¡qué sorpresa tan agradable! No sabía que estaba…”.
“Bueno, Sr. Montes, no sabe muchas cosas. Por eso he venido hoy. ¡Parece que tiene un problema con mi hija!”.
“Para nada, Sr. Torres…”. El maestro comenzó a hablar cuando Tadeo lo interrumpió. “No necesita mentir, Sr. Montes. He venido aquí hoy para dejar en claro que un desgraciado como usted no puede tratar a mi hija como una basura. Así que apártese de mi camino”.
Tadeo tomó la mano de Carlota y caminó directamente hacia el podio. “Siento interrumpir la clase de esta manera, niños”, comenzó, “pero no tuve más remedio que venir aquí y hablar con ustedes”.
“Es cierto que estuve en la cárcel, pero cumplí mi condena y ahora estoy en casa con mi hija y mi esposa. Cuando lleguen a la edad adulta, se encontrarán con situaciones sobre las que no tendrán control”.
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“En ese caso, absténganse de juzgar a nadie hasta que sepan toda la verdad. Recibí una sentencia de prisión porque alguien conspiró contra mí y caí en la trampa. Fue mi culpa. Mi hija no debería tener que pagar por ello”.
“En mi ausencia, la madre de Carlota trabajó incansablemente para asegurarse de que nuestra hija no se perdiera nada. Algunas personas nos despreciaron por mi culpa y algunas empezaron a etiquetar a nuestra familia como pobre”.
“Ustedes son la generación futura. Deben entender que juzgar a alguien por su situación financiera no es bueno. Sí, estamos pasando por dificultades financieras, pero la pobreza no es tan mala como menospreciar a los demás y burlarse de ellos”.
“NO ES UNA VERGÜENZA SER POBRE, PERO SÍ ES UNA VERGÜENZA SER MEZQUINOS. Y... Tadeo desvió la mirada hacia el Sr. Montes. “¡El padre de Carlota siempre está a su lado, ya sea que esté físicamente presente o no!”.
Cuando el hombre terminó, toda la clase aplaudió y comenzó a disculparse con la niña. “Lamentamos si te ofendimos, Carlota. ¡No lo volveremos a hacer!”. Mientras tanto, Jacobo le gritó al Sr. Montes desde su asiento.
“¡Debería disculparse con Carlota también, maestro! ¡Usted se dedicó a molestarla constantemente!”, pero el hombre, incapaz de soportar la humillación, rápidamente agarró su bolso y salió corriendo de la clase.
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Sin embargo, Tadeo no iba a dejar que se saliera con la suya. Fue a la oficina del director y se quejó de él. La escuela inició una investigación y todos los compañeros de clase de Carlota testificaron contra el Sr. Montes.
Unos días después, fue despedido de su cargo por irresponsabilidad, con un informe de carácter negativo.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Se supone que un maestro debe guiar a sus alumnos y no humillarlos. La forma en que el Sr. Montes humilló a Carlota fue terrible, y al final fue castigado por sus acciones.
- Nunca juzgues a alguien por su apariencia o situación financiera. El Sr. Montes humilló y se burló de Carlota porque ella no tenía tanto dinero como él. Todos deberíamos tratar de ser como Jacobo, quien intentó hacerse amigo de la niña sin importarle si era rica o no.
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