Hombre mayor se sienta en la misma esquina por 10 años esperando a hija que lo echó del auto - Historia del día
Un agente de la policía ve a un anciano sentado en una esquina y se entera de que su hija le abandonó y que sigue esperándola pacientemente.
Jaime Mijares creía haber visto las peores actitudes de un ser humano, hasta que conoció a Martín Duval y escuchó su desgarradora historia.
El oficial Mijares pasó por su restaurante favorito al final de su turno, y como su puesto habitual estaba ocupado, se vio obligado a tomar otro, uno con vista a la esquina de la calle.
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La mesera Fernanda se acercó para tomar su pedido y lo vio mirando a un anciano que estaba sentado en la esquina con una bolsa vieja en el pecho. Tenía la ropa hecha harapos y los zapatos se le caían de los pies.
Jaime rara vez había visto a un indigente en tan mal estado. "¿Quién es ese?", le preguntó a Fernanda. "Hay algo en él... Hay algo que está mal, y no solo por ser una persona de la calle".
Fernanda negó con la cabeza. "Tiene razón, oficial", dijo, "Esa tiene que ser una de las historias más tristes que conozco, ¡y créame que conozco algunas muy locas!".
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"¿Sobre ese hombre?", preguntó Jaime. "¿Lo conoces?".
Fernanda suspiró. "Lleva diez años en esa esquina, y ha habido muchas noches en las que le he dado de comer", confesó. "Verá, no mendiga ni va a los refugios de los comedores populares".
"¿Por qué no?", preguntó Jaime. "Hay algunos buenos programas que podrían ayudar a alguien de su edad...".
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"No es realmente un indigente, ¿sabe?", dijo Fernanda. "Fue abandonado".
Jaime se sorprendió. "¿Abandonado?", preguntó. "¿Tiene familia?".
"Me dijo que su hija le había dicho que iban a dar una vuelta en el auto, luego se detuvo y lo echó", dijo Fernanda. "Así que simplemente se sienta allí. Él cree que ella volverá, cree que ella lo ama."
Jaime le pidió a Fernanda que le trajera una hamburguesa para llevar, y cuando salió del restaurante, se dirigió a la esquina de la calle para hablar con el anciano.
El oficial se sentó tranquilamente en el suelo junto al hombre y le entregó la hamburguesa. Luego se puso a hablar con él. "Entonces", dijo cuando vio que el anciano estaba más tranquilo. "¿Cómo te llamas?".
El hombre le sonrió. "Soy Martín, Martín Duval".
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"¿Cuánto tiempo llevas en la calle, Martín?", preguntó Jaime.
Martín parecía indignado. "¡No estoy en la calle!", gritó. "Mi hija viene a buscarme y me lleva a casa. Es que se ha retrasado un poco..."
Jaime le preguntó a Martín cuál era la dirección de su casa y se ofreció a llevarlo. "¡No pasa nada! Sara llegará pronto. La esperaré", dijo.
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Mijares decidió investigar a Duval y rápidamente descubrió que era un antiguo ingeniero, que supuestamente cobraba una buena pensión, y que tenía su propia casa.
La investigación de Jaime indicó que ALGUIEN estaba cobrando la pensión de Martín, así que fue hasta la casa del anciano. Llamó a la puerta y una mujer con un cigarrillo entre los labios abrió la puerta.
"¿Qué pasa?", preguntó secamente. "¡He bajado la música!".
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"Vengo a hacer un control de bienestar a Martín Duval", dijo Jaime.
La dama se sorprendió y miró alarmada a Jaime. "¿Martín Duval?", tartamudeó. "Soy Sara Duval, su hija. Mi padre está fuera en este momento... Jugando a las cartas con sus amigos...".
Jaime sonrió. "¡Esperaré!", dijo, mirando a Sara Duval a los ojos. "No tengo prisa".
Sara estaba pálida. "Mira", dijo ella. "Para ser sincera, ¡no sé dónde está! Se ha vuelto un poco senil...".
Jaime asintió. "En ese caso, tienes que venir conmigo a la comisaría y presentar una denuncia por desaparición", dijo.
Pero cuando Sara llegó a la comisaría, se llevó una sorpresa. Su padre estaba sentado en una silla hablando con un trabajador social. La miró y se le iluminó la cara. "¡Sara! Sabía que vendrías a buscarme".
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Por amabilidad, Jaime y la trabajadora social no le contaron a Martín la verdad: que Sara le había abandonado para poder cobrar los cheques de su pensión cada mes y vivir en su casa.
El dolor y la tristeza habían llevado a Martín a un colapso, pero con cuidados y terapia, se recuperó lentamente y retomó su vida. En cuanto a Sara, pasó varios años en prisión por fraude y robo. Si el agente Jaime Mijares no hubiera visto a Martin Duval, seguiría sentado en la misma esquina.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Cuando sentimos compasión, podemos ayudar a los demás: La empatía de Jaime le llevó a querer ayudar a Martín Duval.
- Las malas acciones se descubren tarde o temprano: Sara pensaba que se había librado de sus terribles crímenes hasta que Jaime llamó a su puerta.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.