Joven se queda en casa de abuela en Navidad y se entera de mapa del tesoro escondido en ático - Historia del día
Una abuela inteligente se propone enseñarle a su malhumorado nieto adolescente una valiosa lección usando un supuesto mapa del tesoro escondido en el ático.
Doris estaba molesta con su nieto Frank. Él acababa de llegar a su casa en otro estado para acompañarla durante las vacaciones de Navidad, y ella ya se preguntaba si sobreviviría.
Frank fue un niño dulce, curioso y servicial. En su adolescencia, se había vuelto petulante y perezoso, y no estaba interesado en nada más que en su teléfono y sus videojuegos.
Adolescente con teléfono móvil. | Foto: Unsplash
Lo peor era que la nieve los tenía encerrados todo el día en casa. "Por lo menos sus padres vienen por él en 10 días", pensó Doris. "Tú criaste a cinco hijos, esto no es nada", se dijo a sí misma.
Decidió cambiar su estrategia con el chico. "Frank, cariño. Me preguntaba si podrías echarme una mano", dijo en voz alta para llamar su atención.
Frank estaba masticando su cena ruidosamente y con la boca bien abierta mientras veía su teléfono. "¿Qué quieres, abuela?", respondió con un desagradable tono de voz.
Doris mantuvo su sonrisa. "Bueno, sabes que nuestra feria de Navidad es la semana que viene, y tengo el ático lleno de viejas baratijas que la gente me dice que se puede vender muy bien, porque son vintage", dijo Doris.
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"Ah. ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?", dijo el chico, sin quitar despegar.la mirada del móvil.
Doris respiró profundo para mantener la calma. "Bueno, esperaba que pudieras ayudarme a recoger las cosas y cargarlas para poder donarlas a la subasta de caridad", dijo dulcemente.
Frank se rió burlonamente. "¿Es en serio?", preguntó con voz sarcástica, tras lo cual empujó su silla hacia atrás ruidosamente, se levantó y dejó la mesa sin pedir perdón ni permiso.
Doris suspiró. Tenía que ayudar a Frank a corregir su conducta. ¿Pero cómo? Entonces sonrió. "El abuelo Wilson Garvett al rescate", exclamó felizmente.
Mujer tiene brillante idea. | Foto: Shutterstock
Frank, ahora sentado frente al televisor, la oyó y respondió: "¿Qué estás gritando, abuela? ¿Te volviste loca? ¡Estás hablando sola!". Pero Doris no respondió. Estaba ideando su plan. Al día siguiente, entró en acción.
Cuando Frank bajó a desayunar, Doris estaba sentada con un montón de viejas fotos y recortes de periódicos. Los estaba clasificando y dividiendo en pequeñas pilas.
"¿Qué es toda esa basura?", preguntó Frank.
"Buenos días, cariño", dijo Doris amablemente. "Ah, ¿esto? La Sociedad Histórica me pidió material de archivo sobre tu tatarabuelo, Wilson Francisco Garvett. Era todo un aventurero y tenía una mina de oro secreta".
Eso llamó la atención del chico. "¿Una mina de oro secreta? Entonces, ¿cómo es que no somos ricos?", preguntó.
"Bueno, en aquellos tiempos los hombres se mataban unos a otros por vetas de oro", explicó Doris. "Wilson desaparecía en las montañas por meses y regresaba con oro", contó.
"Nunca le dijo a nadie, ni siquiera a mi abuela, dónde se encontraba la veta de oro principal. La mina fue su secreto. Pero una vez mencionó que había escondido la ubicación entre sus amados libros".
Frank ahora estaba fascinado. "Entonces, ¿nunca revisaste los libros para buscar la mina?", preguntó el jovencito.
Pila de viejos periódicos. | Foto: Shutterstock
"Por supuesto que lo hice. Y mis hermanos, y tu padre y tus tíos, todos la buscamos, pero nunca tuvimos éxito", dijo Doris. "Creo que debe ser algo a simple vista, que nadie nunca notó".
"Bueno... ¿te importaría si le doy un vistazo?", preguntó Frank, con un tono inusualmente agradable.
"¡Para nada, cariño! Pero hay un problema. El baúl de libros del abuelo Wilson está en la parte de atrás del ático. Tendríamos que sacar todos los cachivaches para poder alcanzarlo".
Frank de repente se puso muy encantador. "Abuela, ¿no necesitabas esas cosas para la subasta? ¡Matemos dos pájaros de un tiro!", dijo el chico. Y eso hicieron. Frank limpió el ático con entusiasmo por dos días enteros.
Finalmente, halló el enorme baúl de madera con correas de cuero del abuelo Wilson. "Ese es, Frank", dijo Doris. "Adelante. Tal vez encuentres lo que ninguno de nosotros pudo".
Frank abrió el maletero. Estaba lleno de libros viejos, algunos de los cuales había tenido que leer en la escuela, otros de los que nunca había oído hablar.
Al parecer, al abuelo Wilson le gustaba mucho la poesía. Frank hojeó cuidadosamente las páginas de los frágiles tomos. Tenían títulos tan interesantes que no pudo evitar leer algunos.
Frank pasó una semana entera sin salir del ático excepto cuando Doris lo llamaba para comer. "Abuela, algunos de esos libros son realmente geniales", dijo el joven.
Libros viejos. | Foto: Shutterstock
"¡Uno es la historia de alguien que sobrevivió al gran terremoto de San Francisco! Y hay otro libro sobre la vida de los mineros de esta zona. Estaban peleando con osos y lobos", dijo el chico con emoción.
Doris asintió sonriente. "¡Vaya, eso suena muy emocionante! ¿Y el mapa de la mina de oro?", preguntó. "Nada todavía", dijo Frank. "¡Pero comencé a leer el diario del abuelo Wilson y es genial! Creo que puede tener pistas".
El día antes de que llegaran los padres de Frank, el chico bajó las escaleras con el diario en las manos. "Abuela, quiero leerte algo", dijo. "Esta es la última entrada del abuelo Wilson en el diario":
"Mis queridos hijos, pasé mi vida buscando oro en las montañas, pero los verdaderos tesoros estuvieron aquí todo el tiempo. En la belleza de estas montañas y esta gran tierra, en el amor de mi familia.
En estos maravillosos libros, encontrarán el mapa de riquezas más allá de lo que puedan imaginar: riquezas de sabiduría y aventuras interminables. Tal vez hasta emprendan su propia búsqueda".
Frank cerró el libro con reverencia. "Creo que encontré el mapa del tesoro, ¿verdad abuela?", preguntó: "Y algo me dice que tú también encontraste este mapa", agregó con una sonrisa.
Doris sonrió y lo abrazó. "Sí, cariño. En efecto. Fue un tesoro que cambió mi vida, y creo que cambiará la tuya". Guardaron los libros en el viejo baúl y lo pusieron en el rincón más alejado del ático para el próximo buscador de tesoros.
Frank acompañó a su abuela a la feria de Navidad y terminó divirtiéndose mucho y haciendo algunos amigos. Cuando sus padres llegaron a buscarlo, Frank había cambiado. Volvió a ser el chico amable y sensible que adoraba a su familia.
Viejo baúl. | Foto: Pixabay
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Transmitir los valores de la familia y el respeto requiere esfuerzo. Doris estaba preocupada por la actitud de su nieto, pero él solo necesitaba un pequeño empujón y algo de inspiración.
Los mayores tesoros no son materiales, sino el amor, la bondad y la familia. Frank buscaba una mina de oro, pero encontró un tesoro aún mayor.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.