En la tumba de su madre, Juan se encuentra con indigente andrajoso que es idéntico a él - Historia del día
Un día, un hombre va al cementerio a visitar a su madre fallecida, pero en su lugar se encuentra con otro hombre que se parece a él. Entonces se entera de una verdad sorprendente.
Juan Jaramillo nació en una familia adinerada que vivía felizmente en una mansión. Sus padres murieron en su vigésimo cumpleaños, y le dejaron una gran herencia entre dinero y el negocio familiar.
Esto hizo que Juan se sintiera como un Dios, y cada vez que podía les recordaba a todos que él era diferente a la gente normal. "Tengo sangre noble corriendo por mis venas, ¿sabes?”, le dijo una vez a una mujer en una cita.
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“¿Como la realeza?”, le había preguntado con una risita.
“Aún mejor, no solo tengo mucho dinero, también heredé la fuerza y la astucia de mi papá”, le dijo Juan mientras ella escuchaba, embelesada incluso si no estaba completamente convencida de lo que le decía.
El hombre vivió así durante años y, a los 23, había encontrado a su alma gemela en una mujer llamada Silvana. Un año después, la pareja dio la bienvenida a gemelos.
Juan vivía feliz con ellos, pero nunca se rendía, y se jactaba de su sangre supuestamente noble y su impresionante fuerza. Sin embargo, una cosa que no podía negar era que incluso los nobles extrañaban a sus padres.
Un día, para celebrar el cumpleaños de su difunta madre, fue al cementerio a visitar su tumba. Se llevó consigo un ramo gigante de sus flores favoritas y una botella del último vino que hizo antes de su muerte.
Estaba por llegar a la tumba cuando notó a un indigente andrajoso frente a otra tumba a pocos metros de la de su madre.
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El extraño estaba de espaldas a Juan, por lo que este pudo observarlo antes de que el hombre notara que lo estaba viendo. Llevaba un abrigo largo cubierto de manchas y parches, y su cabello crecía desordenado.
“¿Quién es este hombre?”, se preguntó Juan mientras comenzaba a caminar hacia la tumba, esta vez sin tener cuidado del ruido que hacía para que el hombre supiera que había alguien cerca.
El indigente parecía un ladrón de tumbas, y Juan se preguntó brevemente si tendría que defender el cementerio con su supuesta fuerza.
Dio dos pasos más hacia la tumba de su madre antes de que el hombre se volteara para mirarlo con una mirada penetrante con sus profundos ojos verdes.
Tenía el mismo color de ojos que él. Juan se sorprendió porque eso no era lo único que parecían tener en común. De hecho, el indigente era idéntico a él, aunque unos dos centímetros más bajo.
“¿Quién eres tú?”, preguntó Juan al hombre, acercándose.
Su pregunta fue recibida con el silencio del indigente que no había dicho una palabra desde que vio a Juan. “Te hice una pregunta”, gruñó el hombre molesto.
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Aun así, el indigente no respondió y en cambio se dio la vuelta como para irse, sorprendiendo a Juan, quien estaba acostumbrado a que todas sus órdenes fueran obedecidas sin cuestionarlo.
“¿Por qué te pareces tanto a mí?”, preguntó Juan y vio que el hombre se detenía en seco.
Después de lo que parecieron largos minutos, el hombre andrajoso se dio la vuelta y habló con una voz muy similar a la de Juan. “Soy tu hermano”, dijo el indigente con una mirada seria.
Ante su declaración, Juan lo miró de arriba abajo y luego se rio. “¿Cómo puede ser mi hermano un hombre andrajoso y sin hogar? Tiene que ser un error, amigo. Solo noté que te pareces a mí y eso me pareció extraño”, dijo el hombre adinerado.
“¿Por qué crees que nos parecemos?”, preguntó el hombre de aspecto sucio llamado Carlos.
“No lo sé, ¿por qué no me lo dices tú?”, dijo Juan.
“Imagínate esto”, dijo Carlos. “Ayer tenías un negocio, una familia feliz y una gran herencia de tu padre. Pero hoy te enteras de que la tumba de tu madre natural está a solo 10 metros de la de la mujer a la que llamaste ‘madre’ toda tu vida”.
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“Y como si eso fuera no fuera suficiente, ¡conoces a un pobre indigente que resulta ser tu hermano gemelo!”.
La declaración provocó la ira de Juan. Simplemente no aceptaría lo que le decía el hombre andrajoso. ¿Cómo podría tener un hermano gemelo sin su conocimiento?
Lo que no sabía era que Carlos había crecido en un orfanato. Cuando tuvo la edad suficiente, intentó encontrar a su madre, pero no había tenido suerte hasta que ella falleció.
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Todo lo que pudo hacer fue aprender más sobre ella, y eso fue lo que hizo. “Háblame de ella”, dijo de repente Juan, mirando la supuesta tumba de su madre biológica.
“Ella estaba con un hombre egoísta cuando nos dio a luz. Cuando el hombre vio que eran gemelos, la dejó para que se hiciera cargo de nuestro cuidado. Ella no tenía medios para criar a los niños, así que nos llevó al orfanato”.
“Cuando eras un bebé, eras muy débil y tenías problemas de salud. El personal del orfanato sabía que sería difícil cuidarte, así que necesitaban encontrarte una familia lo antes posible”.
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“Fuiste adoptado por una pareja adinerada, pero solo necesitaban un hijo, así que me quedé solo. Me criaron en el orfanato y por eso he resultado así”.
Carlos no supo que tenía un hermano hasta el momento en que se enteró de la muerte de su madre. Pero había decidido no acudir a Juan porque no quería intervenir en su vida y arruinarla.
El hombre adinerado se sorprendió por la revelación.
“Toda mi vida pensé que era especial, que había heredado la fuerza y la inteligencia de mi padre. Estaba seguro de que estaba por encima de los demás. Pero resulta que tengo una vida cómoda porque era un bebé débil y la gente sintió lástima de mí”.
“Tú, Carlos, podrías estar en mi lugar ahora, tener mucho dinero y una familia feliz y yo podría haber sido un hombre sin hogar, ¿verdad?”, Juan preguntó con lágrimas en los ojos.
“La vida resultó así, no estaba bajo nuestro control, pero ahora podemos decidir cómo avanzar”, dijo Carlos y abrazó a su hermano, quien estaba llorando.
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Más tarde, presentaron sus respetos a ambas tumbas y regresaron juntos a la casa de Juan. Este apoyó a Carlos con dinero y lo empleó como su conductor personal. El puesto venía con un salario sólido con el que el ahora chofer podía vivir cómodamente.
Carlos luego conoció a la secretaria de su hermano y comenzó a salir con ella. Con el paso del tiempo, los dos hombres volvieron a vivir como hermanos y ambos se beneficiaron de ello. Juan dejó de jactarse de sus genes nobles, pues aprendió a ser humilde.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca muestres demasiado orgullo. Juan estaba muy orgulloso de su herencia sanguínea y a menudo se la restregaba en la cara a las personas hasta que se dio cuenta de que lo que pensaba estaba mal. Aprendió humildad y él que era como cualquier otra persona.
- El tiempo lo cura todo. Carlos sabía quién era su hermano mucho antes de que Juan lo descubriera, pero eligió esperar el momento oportuno para hacer la revelación. Debido a esto pudo reunirse con éxito con su hermano.
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