Millonario halla nota escrita por su difunto padre en el abrigo de un indigente - Historia del día
Un millonario se refugia de una tormenta de nieve en la cabaña de un indigente, solo para descubrir una nota escrita por su difunto padre en el saco del hombre.
Juan Carrasco, de 35 años, lo tenía todo. Era rico. Tenía una esposa llamada Miranda y dos hijos, un niño llamado Teodoro, de 8 años, y una niña de 4, llamada Catalina. Todos lo adoraban porque se tomaba muy en serio su responsabilidad como padre y marido.
Pero no siempre fue así. Cuando tenía 5 años, sus padres lo habían llevado al orfanato debido a que eran muy pobres y no podían cuidarlo. "Volveremos por ti pronto, ¿está bien?", aún recordaba que le decía su padre.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images
Le dijeron al responsable del orfanato que regresarían por su hijo cuando ganaran algo de dinero, así que él les prometió que no daría al niño en adopción.
El tiempo transcurrió para Juan que echaba de menos a sus padres. Esperó y esperó mientras las horas pasaban, confiando en que sus papás retornarían ese mismo día. Lamentablemente, nunca volvieron por él.
Así, se crio en un orfanato, pero nunca olvidó la decepción que sufrió a manos de sus progenitores, por lo que se prometió a sí mismo ser un mejor papá.
Juan era un niño muy inteligente. Se tomó sus estudios muy en serio, terminó la escuela y entró en la universidad.
Después, consiguió un buen trabajo en una empresa de tecnología que le pagaba bien y además le proporcionaba brillantes oportunidades para avanzar en su carrera.
Un mediodía, volvía a casa desde su oficina, que estaba a 65 kilómetros, cuando se declaró el estado de emergencia por una enorme tormenta de nieve que hacía imposible conducir.
Juan, que había obtenido permiso de su jefe para salir antes del trabajo, decidió ignorar las advertencias por la fiesta de cumpleaños de su hijo.
"No le decepcionaré como lo hicieron mis padres", se dijo a sí mismo.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Sabía lo mucho que su hijo esperaba su cumpleaños y le había prometido que estaría allí para celebrarlo con él. Incluso tenían trajes a juego que debían llevar, y él no estaba dispuesto a dejar pasar eso.
Se puso en marcha, pero unos treinta minutos después tuvo que parar, porque la visibilidad había disminuido drásticamente.
La nieve caía con más fuerza y el frío invadía el auto mientras esperaba en la vía, así que encendió la calefacción, encontrando rápidamente alivio cuando el calor se extendió por su Porsche.
Sin embargo, esto solo duró dos horas, más o menos lo que tardó en vaciarse el depósito de combustible, tras lo cual empezó a congelarse.
De repente, vio una pequeña cabaña en la distancia entre los árboles, así que decidió arriesgarse. Dejó rápidamente su carro y se dirigió allí.
Dentro se encontró con un pobre vagabundo harapiento que se presentó como Simón. El interior estaba muy sucio y también hacía mucho frío.
"¿Puedo refugiarme aquí? Está nevando mucho", le preguntó.
"Por supuesto", dijo el hombre y rápidamente le dio un montón de ropa de abrigo vieja y harapienta y mantas que podía utilizar para calentarse.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock
Juan era reacio a usarlas, pero no tenía otra opción, ya que sentía mucho frío.
"Siempre hay mucha nieve en esta época del año", añadió el sujeto mientras avivaba un pequeño fuego en el centro de la cabaña.
"Lo sé, yo también sabía lo de la tormenta, sin embargo, esperaba dejarla atrás, ya que tengo un auto bastante rápido", expresó Juan.
"Supongo que no pudo cumplir con las expectativas. Deberías tener más cuidado", dijo Simón.
"Necesito estar en casa por mi hijo. Hoy es su cumpleaños y le prometí estar allí, no lo quiero defraudar", dijo Juan.
"Un padre cariñoso, es bueno saberlo. Aunque deberías correr menos riesgos para que no te pierda tan pronto".
Ese pensamiento hizo que Juan se pusiera serio y ambos se quedaron en silencio. A medida que transcurrían los minutos, Juan metió las manos en la vieja chaqueta de Simón para calentarlas y sacó de allí una hoja de papel.
Había unas palabras escritas en ella, y tuvo que forzar la vista para leerlas. "Para mi adorable hijo Juanito", comenzaba.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
"Mi adorable Juan, no puedes ni imaginar lo fuerte que es nuestro amor por ti. No tenemos dinero para cuidarte, así que decidimos llevarte al orfanato y ganar algo de dinero. Encontramos un trabajo en el aserradero del bosque cercano a nuestro pueblo. Hoy volvíamos del aserradero a la cabaña donde pasamos las noches. Pero de repente ha empezado a nevar y nos hemos quedado atrapados en el bosque. Nos hemos quedado helados, hijo mío, y creo que no volveremos a verte. No queríamos dejarte, solo queríamos hacerte feliz. ¡Sé fuerte, Juan! Voy a dejar esta nota con tu tío - Simón. Ha ido a buscar ayuda, pero no creo que regrese a tiempo. Sé que cuidará de ti. Tus queridos papá y mamá".
Juan lloró al terminar de leer la carta y cuando levantó la vista se dio cuenta de que Simón lo miraba extrañamente.
"¿Estás bien?", dijo Simón. "¿Necesitas algo?".
Con un resoplido, Juan se volvió hacia Simón, le mostró la nota y le llamó "¿Tío?".
Simón estaba sorprendido. No podía creer lo que estaba escuchando, así que decidió verificar. "Tu padre tenía una cicatriz en el pecho izquierdo, ¿qué la causó?", preguntó.
"Fue por un accidente de patinaje que tuvo cuando me llevó a la pista de hielo", respondió Juan sin dudarlo. Esto confirmó que era efectivamente su pariente de sangre.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
"Tus papás vivían conmigo en esta misma cabaña y trabajaban juntos en el aserradero. Siento lo que pasó Juan, nunca podré perdonarme".
Simón también reveló que sabía que no tenía dinero para cuidar de Juan y que por eso no lo sacó del orfanato. Todos estos años, permaneció en su cabaña, y la única vez que salió fue para buscar comida.
A la mañana siguiente fueron juntos al pueblo, y Juan le propuso a Simón que empezara a vivir con su familia. El anciano quiso negarse, pero Juan no lo permitió.
"Lo harás, tío, o si no nos mudaremos aquí para reunirnos contigo", dijo. "Puede que ya no pueda cuidar de mis padres, pero cuidaré de ti". Desde entonces, Juan se hizo cargo de su tío porque era la única familia que le quedaba.
¿Qué aprendimos con esta historia?
- Cualquiera puede salir adelante: Juan perdió a sus padres y quedó emocionalmente marcado en el proceso. No obstante, eso no le impidió lograr grandes cosas. Trabajó duro y fue capaz de hacer algo por sí mismo.
- No dejes que el pasado decida el futuro: Juan se sintió decepcionado por sus propios padres, pero esto hizo que tomara la decisión de ser un papá responsable para sus hijos.
Comparte esta historia con tus amigos. Puede que les alegre el día y les inspire.
Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.