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Un supermercado en un día nevado | Fuente: Shutterstock
Un supermercado en un día nevado | Fuente: Shutterstock

Muchos ignoran a hombre tirado sobre cartón cerca de mercado en el frío: un niño se apiada - Historia del día

Mayra Pérez
01 ene 2022
07:30

Un niño de 7 años trae un milagro a la vida de un vagabundo en Nochebuena con un espontáneo acto de bondad, sin imaginar que el futuro de todos cambiaría para bien.

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“La Navidad es una temporada triste y solo está destinada a los ricos”. La frase llegó a Camilo Narváez un instante después de que el murmullo de la multitud lo despertara de golpe. Pensamientos tristes lo habían atormentado durante toda la noche.

Estaba nevando una vez más. El cielo todavía estaba oscuro y la gente entraba y salía de una tienda de la cadena de supermercados Walmart, donde estaba acostado en una caja de cartón.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Se había acurrucado en una manta casi rasgada y vestía una chaqueta negra, que no se había cambiado en casi un mes. Había decidido dormirse temprano en Nochebuena para evitar los sentimientos de tristeza. Estaba solo, y había sufrido una traición recientemente.

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Un mes atrás…

Camilo era un rico fabricante de productos farmacéuticos, y él y su amigo y socio comercial Nicolás estaban de camino a otra ciudad para un trato comercial. No imaginaba que todo era un truco sucio para sacarlo del camino, y que algún día estaría en un estado terrible.

La noche en que sucedió todo esto había comenzado como cualquier otra. Nicolás había ido a la casa de Camilo para discutir el plan. Habían acordado encontrarse con alguien que los conduciría a la planta central de esa otra ciudad, donde se fabricaban los productos farmacéuticos que estaban interesados ​​en producir.

Cuando los socios se acercaron a las afueras de la planta, un hombre de unos 30 años se acercó a Nicolás y le pidió que saliera del auto. Camilo que se quedó adentro.

Nicolás y el extraño se alejaron del auto hablando de algo; ocasionalmente miraban a Camilo y señalaban el edificio al que habían llegado. Por último se marcharon, y le indicaron que volverían en breve.

“¿Qué están discutiendo? ¿Por qué querría ese hombre hablar con Nicolás a solas?”. La mente de Camilo se aceleró con las sospechas más extrañas.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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De repente, el teléfono de Nicolás, que había olvidado en el auto, sonó y una conmoción recorrió a Camilo. El fondo de pantalla del teléfono era una foto de Nicolás y la prometida de Camilo, Linda, besándose, y el contacto en la pantalla se llamaba “amor”.

“¿Es posible que sea Linda? ¿Debo atender la llamada?” Camilo estaba desconcertado.

Sin embargo, respondió y sus sospechas se confirmaron. “Hola cariño, ¿llegaste bien? ¿Te las arreglaste para deshacerte de ese idiota de Camilo?”, preguntó la voz.

Camilo reconoció la voz de Linda. Y el trato que Nicolás había organizado no era farmacéutico. Todo era un plan para deshacerse de él, y era muy tarde para hacer algo.

Inmediatamente, salió del auto y comenzó a buscar una salida, pero dos hombres vestidos completamente de negro se interpusieron en su camino. Nicolás y el hombre extraño pronto aparecieron detrás de ellos: “Lo siento, Camilo. No tuve elección. Espero que me perdones”.

Cuando Camilo abrió los ojos, en un túnel subterráneo, se sentía confundido, y toda su vida parecía hecha de retazos sueltos de imágenes. Su billetera, teléfono y dinero habían desaparecido, y un lado de su rostro estaba cubierto de sangre seca.

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¿Qué había pasado? Tenía el vago recuerdo de una traición, y recordaba el nombre de su ciudad. Pero ¿quién era él? Tenía problemas para recordarlo. Se tocó la cabeza y descubrió algo de sangre en el costado.

Abandonó lentamente el área y subió, con la cabeza todavía palpitando por el dolor, hasta que llegó a una carretera donde todo lo que podía ver eran grandes extensiones de cultivos y un inquietante silencio de muerte.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Afortunadamente, pronto se encontró con un amable camionero que se dirigía al mercado para vender algunos de sus productos y se ofreció a llevarlo gratis. También le dio una vieja manta que pudo seguir usando para mantenerse caliente.

Logró llegar a una ciudad ese día, pero no sabía qué hacer después de eso. Se sentía enfermo y confundido, y no podía pensar con claridad, aunque al menos recordaba su nombre de pila. Así que Camilo finalmente tuvo que suplicar por sobrevivir.

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El día presente…

La Navidad estaba a solo un día de distancia. Camilo ya se había levantado y apretó los puños alrededor de su estómago, intentando acallar sus gruñidos y aliviar el dolor que estaba sintiendo.

No podía recordar cuándo había comido por última vez, pero habían pasado días porque con frecuencia estaba cansado y en ocasiones se había derrumbado debido al agotamiento.

Pensó que al faltar un día para Navidad, un alma generosa lo ayudaría, Camilo abrió su abrigo y lo dobló varias veces para hacer un recipiente con forma de cuenco. Se envolvió con la vieja manta que tenía y se sentó a pedir comida.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

“Disculpe, señora. ¿Me podría regalar una barra de pan?”, preguntó Camilo a una mujer que acababa de salir de la tienda. Ella no le dio nada. En cambio, se burló de él por no tener hogar y luego siguió caminando.

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La segunda persona le lanzó una mirada de rechazo. Algunos otros apartaron a sus hijos de él, y lo calificaron como un “perdedor sin hogar”.

Los ojos del pobre Camilo se llenaron de lágrimas. Bajó la cabeza y comenzó a llorar. Entonces, la voz chillona de un niño lo interrumpió.

“¡Por favor, toma esto antes de que mi mamá se entere!”, dijo el niño.

Camilo levantó lentamente la cabeza y vio a un niño de unos 7 años sosteniendo una caja de bombones. “Es Navidad, y todos disfrutan del chocolate en esta época. Espero que usted lo haga tanto como yo”, dijo con una sonrisa.

Camilo no pudo dejar de llorar al ver al niño. “¡Muchas gracias, pequeño! ¡No tienes idea de cuánto me has ayudado!”. Sollozó al aceptar la caja.

“Tengo que irme ahora. De lo contrario, mami me regañará. ¡Adiós!”, dijo el niño, preparándose para irse, pero cuando se dio la vuelta, vio a su madre parada detrás de él, con las manos en la cintura, dándole una mirada severa.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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“¿Cuántas veces te he dicho, Tom, que no te alejes de mí? ¡Hay tanta gente aquí, cariño! ¡Podrías perderte!”.

“¡Pero mamá!”, exclamó el niño. “¡Intentaba hablar contigo, pero no me estabas escuchando!”.

“¿No te compré los chocolates, Tom? ¿Qué más quieres? Cariño, debes saber que trabajo muy duro para apoyarte. Ya te compré tu carro de juguete favorito y chocolates”.

“¡No mamá!”, dijo el niño. “No se trata de mí. Cuando íbamos a la tienda, vi que nadie lo estaba ayudando, mamá. ¡Así que le di los chocolates!”. Tom señaló a Camilo, quien sostenía la caja de chocolate en sus manos y miraba fijamente a la madre y el hijo.

“Lo siento, no sabía que el chico te había molestado por esto. Puedes llevártelo”, dijo Camilo, devolviendo la caja, pero Jade, la madre, se negó a recibirlo y en su lugar le ofreció ayuda.

“Te ves enfermo. Además, tienes tantas heridas en la cara. Puedes venir con nosotros y podemos hacer que te revisen”, sugirió.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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“¡Gracias!”, dijo Camilo con voz llorosa. “¡Eso sería muy noble de tu parte!”. Jade lo llevó al hospital, donde los médicos le informaron que tendría que quedarse un tiempo debido a que la lesión en la cabeza requería tratamiento.

Jade se sintió terrible por el hombre y decidió no dejarlo solo. Por lo tanto, ella y Tom pasaron esa Nochebuena en el hospital con él. Después de ingresarlo, se dirigió a casa y regresó trayendo algo de comida casera. Camilo se sumergió en la comida, luego se envolvió en la manta que la buena mujer le había traído y se quedó dormido.

Con el paso de los días y el tratamiento médico adecuado, Camilo pudo recuperar la conciencia de lo que le había ocurrido. Cuando los médicos se lo permitieron, llamó a su abogado para ponerlo al corriente y comenzar las denuncias del caso.

Jade quedó atónita al descubrir que la historia que él había ido recuperando no era un delirio de los golpes sino la realidad. Desde ese día, lo visitó y lo cuidó. Cuando finalmente fue dado de alta lo llevó a su casa y le permitió quedarse todo el tiempo que quisiera.

Descubrió que Jade era una madre soltera que se había divorciado de su marido abusivo. A medida que pasaban más tiempo juntos, Camilo sintió que se acercaba más a ella, y eventualmente se enamoraron.

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No fue difícil para la policía encontrar evidencia de lo que Camilo denunciaba. Nicolás y Linda fueron a prisión por intento de asesinato, y él pudo recuperar su empresa y el control de su vida.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Camilo regresó a su nuevo hogar, más decidido que nunca a disfrutar de esta segunda oportunidad. Se casó con Jade en una iglesia y poco después le dieron la bienvenida a una hija Ángela. Con su nueva familia, olvidó su trágico pasado y se esforzó en seguir adelante con su vida, agradecido por las cosas buenas.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Un acto de bondad puede marcar una gran diferencia en la vida de alguien. La vida de Camilo pasó de ser miserable a feliz, gracias a la generosidad del pequeño Tom, quien le ofreció chocolates en Nochebuena.
  • La amabilidad es gratis y trae muchos beneficios. El pequeño Tom y su madre ayudaron a Camilo sin esperar nada a cambio, y muy pronto formaron una hermosa familia.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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