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Anciano sentado | Fuente: Shutterstock
Anciano sentado | Fuente: Shutterstock

Anciano millonario saca a hijos del testamento y elige a los herederos en guía telefónica - Historia del día

Georgimar Coronil
11 ene 2022
11:40

Los hijos de un anciano multimillonario se quedaron atónitos cuando su padre anunció que los excluía del testamento y dejaba todo su dinero a unos desconocidos.

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Donaldo Fuentes era un hombre que amaba a su familia y por ellos había hecho una enorme fortuna, así que estos nunca imaginaron que elegiría a sus herederos en una guía telefónica.

Lo que ninguno de los tres hijos de Donaldo se había dado cuenta era que tenían valores muy diferentes a los de su padre. Él los había consentido toda su vida, esperando pacientemente a que maduraran y se convirtieran en personas a las que pudiera respetar y amar. Fue su codicia la que les hizo perder todo.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Mientras que Donaldo había crecido con muy pocos recursos, su hija mayor, Marlene, gastaba dinero en calzado que solo usaba durante una temporada.

Cuando era joven, Fuentes iba al trabajo caminando, pero su hijo Jordan tenía toda una colección de automóviles de época valorada en millones y ahora quería comprar más.

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En cuanto a su hija menor, Leonora, era con la que más dificultades tenía. Marlene y Jordan trabajaban con él, pero Leonora no hacía absolutamente nada.

Se pasaba los días y las noches publicando videos en las redes sociales, era una especie de celebridad. Toda su vida lujosa y derrochadora fue a costa de la considerable fortuna de su padre.

Si la querida esposa de Donaldo, Ana, no hubiera fallecido, habría sido la mediadora, calmando la ira de su marido y moderando la codicia de sus hijos. Por desgracia, Ana había sucumbido al cáncer dejando a su esposo con sus malcriados y egoístas hijos.

Una cosa en la que el padre insistía era en que sus tres hijos comieran con él los domingos. Algunos de los recuerdos más entrañables de Donaldo eran sus comidas dominicales con sus padres y hermanos.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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Para él era un momento especial de compartir, pero Marlene, Jordan y Leonora, lo veían como una imposición en su precioso tiempo, y lo odiaban.

Todos preferirían estar haciendo otra cosa con sus amigos, pero dependían demasiado de su padre como para romper la preciada tradición. La comida de los domingos también solía ser el momento en que le pedían dinero.

Marlene se limpió delicadamente los labios con su servilleta de lino y le hizo un gesto al ama de llaves para que le retirara el plato. Donaldo frunció el ceño. "Marlene, apenas has tocado la comida, ¡y además está buena!".

"Lo siento, papá", dijo Marlene. "He desayunado tarde. Además, la carne y el gluten son cosas que evito".

Donaldo la miró fijamente. "Esta es una comida sana. Ojalá..." Y fue entonces cuando Leonora interrumpió y comenzó la discusión que los vería a todos desheredados.

"¡Sí, sí, lo sabemos!", gritó. "¡Tenías un solo panecillo para compartir entre cinco niños, y chupabas un hueso de pollo como golosina!".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Donaldo se volvió y la miró. Marlene y Jordan, que habían trabajado con él, temblaron. Conocían esa mirada y lo que significaba, pero Leonora no.

Leonora continuó: "¡Sinceramente, papá, si supieras lo ENFERMA que estoy de tus historias de mala suerte! No son relevantes para nuestra realidad, ¿no lo ves?".

"No son relevantes para tu realidad..." Dijo Donaldo lentamente. "Ya veo...".

Marlene intentó desviar la atención de su padre. "Papá, iba a preguntarte si podrías ayudarme", dijo. "Una amiga quiere invertir en un nuevo diseñador y le dije que quería participar. Así que, ¿crees que podrías darme dos millones de dólares más o menos?".

Donaldo miró a sus tres hijos. "Quieres dos millones de dólares para invertirlos en un diseñador... Jordan quiere comprarse un coche nuevo, y Leonora cree que no soy relevante en su realidad. La respuesta, Marlene y Jordan, es NO.

"En cuanto a ti, Leonora, a partir de ahora no te daré más dinero. Espero que encuentres un trabajo como corresponde a la costosa educación que he pagado", Donaldo se levantó de la mesa y le dijo al ama de llaves: "Señora Derbez, tomaré mi café en mi estudio".

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Los tres se sentaron en silencio, y entonces Leonora estalló: "¡Todo esto es culpa tuya, Marlene, tú y tus estúpidas modas dietéticas!".

"¿Mía?", preguntó Marlene enfadada. "¡Yo no insulté a papá y le dije que era irrelevante!".

Jordan se echó hacia atrás. "No es nuestra culpa, chicas", dijo. "Demos crédito a quien lo merece... El viejo es irrelevante, Leonora tiene razón, ¡y nos tiene vergonzosamente escasos de dinero!".

"Tiene miles de millones y, sin embargo, nos da migajas, pero no teman... un día podremos disponer de todo su dinero".

"¡Oh, Dios bendiga ese día!", gritó Marlene. "¿Te imaginas que podamos hacer lo que creamos conveniente sin tener que rogarle por todo?".

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"¿Cuántos años crees que puede vivir?", preguntó Leonora. "Es decir, no está enfermo ni nada...".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Una voz fría se inmiscuyó en su conversación. "Puedo asegurarles a todos que tengo muy buena salud", dijo Donaldo. "Mi médico me dice que me encuentro muy bien, siento decepcionarlos a todos".

Jordan se puso en pie de un salto y tumbó su silla. "Papá, no es lo que piensas...".

Donaldo miró a sus tres hijos que le devolvieron la mirada congelada. "Por desgracia para todos ustedes dejé el teléfono aquí e imaginen mi sorpresa cuando volví a buscarlo y los escuché a todos anticipando mi muerte y su herencia".

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"Por favor, papá", dijo Marlene. "¡No seas tan sensible! Solo estábamos disgustados...".

"¿Molestos porque no consiguen lo que quieren?", preguntó Donaldo. "Pues ya no tienen que preocuparse por la herencia, porque los voy a dejar sin un centavo".

"Oh, por favor", gritó Leonora. "¡No seas tan dramático! ¿A quién se la vas a dejar? ¿Al refugio para perros?".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pixabay

Donaldo negó con la cabeza. "¡En realidad, no! Voy a conseguir una lista de teléfonos de mi antiguo vecindario y voy a elegir quince nombres al azar. Recibirán partes iguales de mi patrimonio. Estoy seguro de que lo aprovecharán mejor y estarán más agradecidos que ustedes tres".

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Marlene, Jordan y Leonora empezaron a gritar y a llorar, pero Donaldo no se dejó disuadir. Al día siguiente, se sentó con su abogado y redactó un nuevo testamento en los mismos términos que había explicado a sus hijos.

También despidió a Marlene y a Jordan de sus cómodos empleos en su empresa, y tuvieron que salir a buscar trabajo para mantenerse, al igual que Leonora. Donaldo siguió organizando las comidas de los domingos, y los tres siguieron asistiendo con la vana esperanza de que su padre cambiara de opinión.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No hay que dar por sentada la buena suerte: Marlene, Jordan y Leonora creyeron que conseguirían los miles de millones de su padre y olvidaron que le debían amor y respeto.
  • El mayor regalo que le podemos hacer a nuestros hijos es la capacidad de valerse por sí mismos: Finalmente, Donaldo empujó a sus hijos al mundo y les obligó a convertirse en personas trabajadoras.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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