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Niño pobre oye a perro ladrar en casa de vecina por dos días y decide revisar el interior - Historia del día

Georgimar Coronil
15 ene 2022
03:20

Un niño pobre se convierte en un improbable héroe cuando decide averiguar por qué el perro de su vecina no deja de ladrar.

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Elio Hernández creció en un hogar humilde. Sus padres se aseguraban de que estuviera bien alimentado, pero la familia vivía con un presupuesto económico muy escaso.

Esa era una de las razones por la que sus papás se tomaban muy en serio la planificación familiar: nunca podrían permitirse tener otra boca que alimentar.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Elio esperaba que algún día las cosas cambiaran para ellos. Vivían en una casa de tres habitaciones que habían utilizado como garantía cuando pidieron un préstamo bancario varios meses antes.

La familia gastó el préstamo en la salud de la madre de Elio, quien se contagió de coronavirus. Afortunadamente, la dama sobrevivió y cuando por fin volvió a casa del hospital, el padre de Elio, José, organizó una pequeña celebración en la familia para darle la bienvenida.

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Sin embargo, la alegría no duró mucho tiempo, ya que recibieron un correo del banco donde les informaban que debían pagar el préstamo o perderían la casa al día siguiente.

José trató de reunir el dinero, pero no podía hacer más que pedir una prórroga del préstamo. Consiguieron un par de meses más, pero eso fue todo lo que lograron. La pareja trató de mantener sus problemas financieros lejos de su hijo, pero Elio era un niño muy listo.

No solo era inteligente, sino también amable y solitario. Sus padres no le permitían salir de casa porque temían que fuera rechazado por su situación económica.

"Los niños pueden ser malos", le decían cuando en realidad simplemente se avergonzaban de sí mismos.

For illustration purposes only | Source: Unsplash

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Elio no tenía amigos, no practicaba deportes y siempre era el primero en irse a casa en cuanto sonaba el timbre de salida de la escuela. Sus compañeros de clase lo veían como un bicho raro y a menudo lo evitaban.

No sabían que solo obedecía las instrucciones de sus padres. "Tienes que estudiar muy bien para convertirte en un hombre rico y mantener a esta familia", le decía su madre.

"Mi hijo nos asegurará una rica jubilación", comentaba su padre.

Durante unas vacaciones escolares, Elio empezó a oír ladridos procedentes de la casa de su vecina, una anciana vivía sola en la casa. La llamaban Carla y no tenía familia.

Al igual que Elio, la gente del barrio evitaba comunicarse con ella porque la consideraban insensible. Su única compañía era un perro llamado Rocky, y Carla pasaba todo su tiempo con él.

Cuando el chico se dio cuenta de que el can no paró de ladrar durante dos días seguidos, se acercó a su padre para decírselo. "Papá, ¿te has dado cuenta de que el perro ha estado ladrando todo este tiempo? Creo que deberíamos averiguar por qué", le dijo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Oh, Elio. ¿Qué le puede pasar? La vieja loca debe estar jugando con su perro y ya está. Solo desearía que el perro no hiciera tanto ruido".

Elio estaba insatisfecho, pero no insistió más con el tema. Mientras su padre estaba en el garaje, decidió escabullirse de su casa y comprobar qué pasaba.

"El perro parece frenético", pensó. Llegó a la casa de Carla y llamó a la puerta, pero nadie respondió.

En cambio, los ladridos del perro se intensificaron, despertando aún más su curiosidad. Sabiendo que sus padres podían llamarle en cualquier momento, rodeó rápidamente la casa hasta el patio trasero y se asomó a la ventana.

Desde ese lugar pudo ver a la mujer tumbada e inmóvil en el sofá mientras su perro corría en círculos a su alrededor, nervioso, mientras ladraba.

Presintiendo que algo iba realmente mal, el chico tomó una piedra del suelo y rompió la ventana para alcanzar el pomo de la puerta y desbloquearla. El perro oyó la intrusión, pero no se apartó de la mujer, confirmando la sospecha de Elio: algo iba mal.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Ayúdeme, por favor", oyó susurrar a la mujer cuando entró.

Al parecer, la mujer había perdido la movilidad de las piernas y llevaba un rato acostada en el sofá sin comer. Por suerte, tenía una botella de agua cerca.

Elio llamó rápidamente al 911 y describió lo sucedido. En pocos minutos, las sirenas sonaban en la entrada del hogar de Carla.

Cuando la trasladaban a la ambulancia, le dio las gracias a Elio por haberle salvado la vida. "Gracias, chico... Es la primera vez en los últimos 20 años que alguien se preocupa por mí, excepto mi perro…".

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Unos días después, Elio se enteró de que Carla había muerto en el hospital. El médico que la trató le visitó en casa para darle la noticia personalmente: "El último deseo de Carla", dijo.

"Me dijo que te dejaba su casa a ti y a tu familia como agradecimiento por lo que hiciste", reveló el médico.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La noticia conmocionó a Elio, pero sus padres estaban felices. Tendrían un nuevo hogar en el que vivir después de haber perdido el anterior. Al mismo tiempo, trataron de contener su emoción porque sabían que el precio era la vida de Carla.

El incidente les ayudó a comprender que el dinero no era lo único que podía salvar a una persona; la bondad también podía hacerlo. Varios días después, mientras sus padres se preparaban para mudarse a la casa de Carla, Elio estaba sentado en el porche, todavía molesto por su muerte.

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De repente, oyó un crujido e inmediatamente levantó la cabeza para ver a Rocky acercándose a él. Cuando el perro llegó hasta él, apoyó la cabeza en el hombro del chico.

Fue algo tan espontáneo que hizo que lo abrazara y llorara. A partir de ese momento, estuvieron juntos para siempre.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué ganamos con esta historia?

  • Confía en tu instinto; rara vez se equivoca: Carla habría muerto mucho antes si Elio le hubiera hecho caso a lo que le dijo su padre sobre los ladridos del perro. Por suerte, hizo lo que le pareció correcto, y eso le ayudó a prolongar su vida, aunque fuera por poco tiempo.
  • Los hijos son lo más importante: Hay que cuidar a un niño porque es responsabilidad de los padres, no porque esperen que en el futuro les dé un buen plan de jubilación.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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