Tras muerte de hijo, madre entra a su habitación y llora al oír la voz de un niño decir "Hola, mamá" - Historia del día
Una madre afligida se congela cuando escucha la voz de su hijo unos días después de su muerte y decide revisar su habitación.
Amanda quedó sola con su hijo Eric después de que su esposo falleciera de cáncer. El pequeño tenía cuatro años entonces y criarlo sola había sido un desafío para la madre.
Pero con el paso del tiempo Amanda logró sobreponerse y dio lo mejor de sí para su hijo. Los problemas surgieron cuando Eric comenzó a crecer y se convirtió en un adolescente.
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El jovencito, como muchos otros chicos de su edad, se volvió muy callado y comenzó a distanciarse de su madre. Se quedaba la mayor parte del tiempo en su habitación, jugando videojuegos o estudiando, y pasaba muy poco tiempo con Amanda.
Amanda no prestó mucha atención al repentino cambio de comportamiento de Eric. Pensaba que era solo una de esas fases de la adolescencia y supuso que las cosas mejorarían con el tiempo. Pero contrariamente a sus expectativas, ella y su hijo se distanciaron más con el tiempo.
Entonces, una tarde, la madre esperó ansiosamente la llegada de Eric después de preparar el almuerzo. Ella había cocinado sus platos favoritos y planeaba hablar con él y arreglar las cosas, pero ya era tarde y el chico no llegaba.
Preocupada, llamó a su maestra, la Sra. Martínez, y preguntó si había clases adicionales ese día. Pero la docente le informó que no había ninguna.
Amanda luego llamó a todos los amigos de su hijo para ver si él había pasado por sus respectivas casas después de la escuela, pero ninguno de ellos sabía nada.
En este punto, el corazón de Amanda comenzó a acelerarse. Salió corriendo de la casa hacia los vecinos y preguntó si Eric estaba allí. Pero todo fue en vano.
Al final, la madre decidió que presentaría un informe de desaparición. Cuando estaba a punto de irse a la comisaría, sonó su teléfono.
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“¿Estoy hablando con Amanda Jones?”, preguntó una voz profunda y varonil.
“S… ¡Sí! ¿Quién es...?”, preguntó la mujer con voz temblorosa.
“Le habla el oficial Benicio Durán, señora", respondió el hombre. “Se trata de su hijo, Eric Jaén”.
“Ay, oficial, me alegro de que lo haya encontrado. Estaba realmente preocupada... Se lo sigo diciendo a Eric... pero él no...”.
“Lo siento, señora”, la interrumpió el oficial Durán. “Me temo que no tengo buenas noticias. El cuerpo de su hijo fue descubierto en un lago cerca de su escuela”.
“Descubrimos una identificación y otros elementos en el lugar, lo que nos llevó a su información de contacto. Le agradeceríamos que venga y confirme que el cuerpo del niño es el de Eric lo antes posible”.
“Su hijo estaba tratando de salvar a un compañero de clase cuando el hielo debajo de sus pies se rompió inesperadamente, causando que el niño cayera al lago y se ahogara".
La noticia fue un shock para Amanda. “Oficial”, dijo ella, fingiendo ser severa mientras su corazón se hundía, “Creo que está equivocado. No puede ser Eric. Solo se ha retrasado un poco. Él nunca...”.
“Entendemos que es difícil para usted, señora, pero necesita mantenerse fuerte. ¿Hola? Señora, ¿puede oírme?”, el oficial Durán preguntó repetidamente, pero no hubo respuestas y la llamada se cortó.
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Preocupado por la madre soltera, el oficial Durán envió un equipo a la casa de Amanda. Allí encontraron a la mujer inconsciente. Se había derrumbado debido al impacto de la muerte de su hijo.
Cuando se recuperó, fue a identificar el cuerpo de Eric y no podía creerlo cuando vio a su bebé sin vida en la morgue. “¡Cariño! ¡Despierta!”, sollozó en el suelo. “Te compraré todo lo que quieras. Nunca te volveré a regañar”.
Amanda siguió llorando durante varias horas ese día y el siguiente cuando colocaron a su pequeño hijo en un ataúd y lo enterraron bajo un montículo de tierra. “He sido una madre terrible, y por eso Dios se lo llevó”, pensó al ver el atardecer y la oscuridad tomar el control.
Lentamente se levantó del suelo y se dirigió a su casa. Allí sollozó hasta quedarse dormida en la sala de estar. Pero al día siguiente, alrededor de las 9 a. m., un sonido que provenía de la habitación de Eric la despertó sobresaltada.
Sentía como si su hijo la estuviera llamando. El mero pensamiento de eso trajo lágrimas a sus ojos.
“Si es un sueño y mi hijo me está llamando, no quiero despertar”, pensó la mujer mientras se dirigía a la habitación de Eric. Pero no había nadie dentro.
Miró a su alrededor varias veces, pero todo estaba en silencio. Estaba a punto de salir de la habitación, descartando todo como una sospecha, cuando su atención se centró en la esquina de la cama.
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Sintió un movimiento repentino dentro de la habitación y se dirigió con cuidado hacia la cama.
“Hola, mamá”, dijo de repente una voz chillona.
Sin embargo, no había nada al lado de la cama. Amanda entonces se arrodilló para mirar debajo de la cama cuando la voz se repitió.
“¡Hola mamá!”. Tiró la manta que había estado colgando del colchón y lo que vio debajo de la cama la dejó atónita.
“¡¿Eric?!”, la mujer respiró profundo con los ojos llorosos. “¡Oh, querido!”.
Amanda se sorprendió cuando descubrió un loro dentro de una jaula, diciendo repetidamente: “¡Hola, mamá!”.
“¿De dónde salió este loro? ¿Eric lo compró?”, reflexionó mientras abría la jaula. El loro saltó rápidamente fuera de la jaula y voló por la ventana.
“No, espera”, gritó la madre mientras seguía al pájaro afuera. Salió y notó al ave en el hombro de un niño parado en la calle de al lado.
“Disculpa”, le gritó al chico. “¿Puedes esperar allí, por favor? Necesito recuperar al loro”.
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El niño asintió con la cabeza con una sonrisa mientras acariciaba al ave que estaba posada tranquilamente sobre su hombro. Cuando Amanda se acercó al pequeño le dio las gracias.
“Gracias por esperar. Creo que este es el loro de mi hijo. Aunque parece que le gustas”.
“Eso es porque lo conozco. Su nombre es Pepe. Solía ser mi mascota, pero se lo vendí a Eric porque me dio sus juguetes”.
“¿Tu lo vendiste?”, preguntó Amanda, estupefacta. “¿Y conoces a Eric?”.
“Sí”, dijo el chico, asintiendo con la cabeza. “Yo vivía en un orfanato, pero me maltrataban y no me alimentaban bien, así que me escapé y ahora tengo que mendigar en las calles”.
“Un día conocí a Pepe en el parque y ha sido mi amigo desde entonces. Pero cuando me quedé sin comida y sin dinero, conocí a Eric. Él me dio sus juguetes a cambio del pájaro”.
“Dijo que quería una mascota. Me gustaban sus juguetes. Eran nuevos. Los vendí y usé el dinero para comprar una buena comida”.
Cuando el niño dijo eso, Amanda recordó la conversación que había tenido con Eric unos días antes de que muriera...
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Una tarde después de regresar a casa de la escuela, Eric insistió en tener un animal de mascota como sus otros amigos. Desafortunadamente, Amanda no estaba financieramente segura en ese momento.
De hecho, había estado trabajando en el turno de noche como enfermera y el salario apenas alcanzaba para cubrir sus gastos, así que le dijo a Eric que no podía tener una mascota.
Cuando el chico escuchó la desaprobación de su madre arremetió contra ella. “¿Por qué no me compras una mascota? ¡Dijiste que no a los videojuegos el mes pasado y ahora estás actuando de la misma manera este mes! ¿Por qué eres tan rígida en todo?”.
“Pero cariño", dijo Amanda, temblando. “Sabes que lo estamos pasando mal. Te prometo que te conseguiré una mascota tan pronto como consiga un buen trabajo. Por favor, trata de entender”.
“¡No mamá!”, Eric habló con firmeza. “¡No quiero escuchar tus estúpidas excusas! ¡Actúas de esa manera porque eres la que gana dinero! ¡Te juro que nunca actuaré como tú una vez que empiece a ganar dinero!”.
“Pero cariño, escúchame. Yo solo...”.
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Antes de que Amanda pudiera terminar su oración, Eric la interrumpió. “¡Al diablo contigo y tus excusas, mamá! No me importa. ¡TE ODIO! ¡ERES DEMASIADO MANDONA, Y POR ESO TE ODIO! ¡¿ENTIENDES?!”.
“Cariño…”. Amanda trató de hablar con Eric de nuevo, pero fue inútil. El chico ya se había ido a su habitación y había cerrado la puerta.
“Lo siento, cariño”, susurró Amanda para sí misma, con los ojos llorosos. “Te prometo que pronto te conseguiré una mascota. No quiero ser mandona. Es solo que...”.
Ella sollozó lo suficientemente fuerte como para que Eric la escuchara, pero el niño ni siquiera salió de su habitación para consolar a su madre.
En cambio, compró en secreto un loro mascota al día siguiente después de intercambiar la colección de Transformers de edición limitada que su padre le había comprado.
Amanda no tenía idea de que su hijo tenía una mascota porque el niño le había prohibido a su madre entrar a su habitación sin su permiso. También tenía miedo de interferir demasiado en la vida de Eric porque temía que su hijo se alejara más, como había sido el caso.
Como resultado, evitaba hacer cualquier cosa que le desagradara a Eric. Pero, ¿quién sabía que el destino les tenía reservado algo aún peor?
“Dios mío”. Amanda se tapó la boca en estado de shock cuando el niño compartió toda la historia. “Así fue como Eric consiguió el loro. Por cierto, ¿no tienes a dónde ir? ¿Dónde duermes?”.
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“Depende”, respondió el chico, con una leve sonrisa en su rostro. “A veces duermo en el parque y otras debajo de un puente”.
Amanda se sintió realmente mal por el niño después de escuchar su historia. “¿Cómo te llamas, chico?”.
“Mi nombre es Cristóbal, pero puedes llamarme Cris”, dijo el niño.
“Escucha, Cris, presta atención a lo que digo. No vas a mendigar más en las calles, ¿de acuerdo? Tenemos que avisar a la policía sobre tu orfanato para que no maltraten a otros niños”.
“¿Podemos hacer eso?”.
“¡Sí, Cris!”, respondió Amanda mientras sonreía. “Pero antes de eso, necesitas lavarte y comer algo, ¿de acuerdo?”.
El chico asintió y la acompañó a su casa. Más tarde, la mujer llamó a la policía y les informó sobre lo que Cris le había dicho sobre el orfanato.
Los policías informaron a los servicios sociales de la situación y se llevaron al niño con ellos poco después, pero el corazón de la mujer comenzó a extrañar al chico tanto como a Eric.
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A veces, cuando alimentaba al loro, sentía como si su hijo todavía estuviera cerca, sonriéndole. Y también pensaba en la sonrisa de Cris y en lo alegre que era.
Después de pensarlo un poco, Amanda decidió adoptar al niño El proceso de adopción tomó algún tiempo y, dos meses después, Cris tenía un nuevo hogar y una madre amorosa, y la afligida madre ahora tenía un hijo encantador.
Amanda todavía siente la presencia de Eric a su alrededor a veces. “Tal vez él también esté aliviado de que Cris haya encontrado un hogar”, pensó Amanda. Sin embargo, todavía lamenta el hecho de que nunca pudo arreglar las cosas con su hijo.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No todos los héroes usan capa. La adopción de Cris por parte de Amanda demuestra que todavía hay personas entre nosotros que se preocupan por los demás y los ayudan sin esperar nada a cambio, apareciendo, así como un héroe en sus vidas y salvándolos.
- Haz las paces antes de que sea demasiado tarde. Amanda nunca podrá arreglar las cosas con Eric, y eso es algo de lo que todavía se arrepiente.
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