
Hijo lleva a su madre a hogar de ancianos: regresa a casa y halla sus maletas en la puerta - Historia del día

Un hombre codicioso que llevó a su madre en un hogar de ancianos para poder quedarse con su casa se sorprende al encontrar sus propias maletas en la puerta.
Freddy Gámez, de treinta y cinco años, era un hombre al que le gustaban los lujos, por desgracia, no le gustaba trabajar. Hasta ahora se las había arreglado para abrirse camino en la vida gracias a su encanto y su apariencia: era muy guapo y agradable.
Se aprovechaba especialmente de las mujeres. Su primera ‘víctima’ fue su adorada madre rica, pero cuando ella se dio cuenta de lo que hacía, pasó a una serie de esposas cuyo dinero amaba.

Un par de maletas descansan al lado de la puerta. | Foto: Shutterstock
Nunca pensó que su estilo de vida cambiaría hasta que conoció a una chica que realmente amaba, y terminó siendo su perdición.
Freddy conoció a Dalia en un concierto de música clásica, y la verdad es que ella no era para nada su tipo. A él le gustaban las mujeres altas, con uñas largas y rojas, pechos grandes y que usaran zapatos costosos, y esta chica era todo lo contrario.
Era bajita y usaba tenis la mayor parte del tiempo, pero Freddy quedó deslumbrado con ella. Tal vez fueron sus serios ojos color chocolate, o tal vez porque no estaba impresionada en absoluto por su apariencia y no lo encontraba encantador.
Mientras que Freddy había sido criado como el único hijo mimado de una madre adinerada y cariñosa, Dalia había crecido en un hogar de acogida después de que sus padres murieran cuando ella solo tenía cinco años.
Freddy descubrió que ese era el talón de Aquiles de Dalia: le encantaba la idea de la familia. Así que se convirtió en un hijo devoto de su anciana madre y llevó a su novia a conocerla. Para su sorpresa, ellas se llevaron bien y se hicieron buenas amigas.
A pesar de su buen juicio, Dalia se enamoró de esta nueva versión de Freddy Gámez, un hombre de familia. Cuando le propuso matrimonio, ella dijo que sí, con la condición de que consiguiera un trabajo.
Después de todo, a diferencia de sus tres primeras esposas, Dalia no podía mantenerlo, y su salario como bibliotecaria ciertamente no podría financiar el estilo de vida al que estaba acostumbrado.
Pero Freddy tenía un plan astuto que estaba preparando para poner en marcha tan pronto como Dalia dijera “Sí, quiero”. El primer paso fue convencer a su madre de que les permitiera mudarse con ella a su lujoso Penthouse.

Hombre joven y bien vestido. | Foto: Unsplash
Amelia Gámez estaba encantada con el cambio en su hijo, especialmente cuando encontró un trabajo como vendedor de autos de lujo. Tal vez Freddy finalmente estaba madurando, pensó Amelia, y todo gracias a Dalia.
Después de la modesta boda, Freddy y Dalia se fueron de luna de miel y a su regreso se mudaron con la anciana. Al principio, todo transcurrió sin problemas.
Seis meses después, Freddy ya estaba cansado de levantarse temprano en la mañana para ir a trabajar. A pesar de que estaba delirantemente feliz con Dalia, él quería tener una fortuna.
Afortunadamente, la fortuna estaba al alcance de la mano: su madre tenía millones en un fideicomiso, y si la declaraban incompetente y la internaban en un hogar de ancianos, todo estaría en sus manos.
Freddy hizo una cita con el abogado de su madre, Andrés Suárez, un hombre astuto que nunca había sido capaz de engañar a los ojos astutos de Amelia. Le propuso que si respaldaba su plan, recibiría una parte generosa de las ganancias.
Suárez presentó una demanda ante el tribunal alegando que la madre de Freddy sufría demencia y ya no podía controlar su propio dinero, y que ahora debía estar en manos de su hijo.
Las acusaciones de Suárez estuvieron respaldadas por una serie de informes médicos escritos por algunos de sus amigos, y Amelia quedó en shock cuando la llevaron a un hogar de ancianos.
“¡Pero no entiendo!”, exclamó Amelia. “¡No hay nada malo en mí!”.

Mujer joven con ropa deportiva. | Foto: Unsplash
“Por supuesto que no”, dijo con dulzura el amable médico del hogar de ancianos. “Solo necesitas descansar”. Las protestas de Amelia no tuvieron ningún resultado.
“Por favor”, dijo ella. “¿Puedo llamar a mi nuera?”. La enfermera a cargo lo permitió. Dalia estaba en el trabajo y completamente ajena a lo que estaba pasando.
“Dalia”, dijo Amelia. “¡Freddy me ha incapacitado! Está detrás de mi dinero... ¡Por favor, por favor, dime que tú no estás involucrada!”.
Dalia estaba atónita. Había llegado a amar a Amelia como si fuera su propia madre, y el plan de Freddy la conmocionó hasta la médula. “No te preocupes”, le dijo Dalia. “¡Quédate tranquila, y en una semana estarás de vuelta en casa!”.
Inmediatamente después, Dalia hizo algunas llamadas telefónicas y le preparó una sorpresa a Freddy. Cuando llegó a casa esa noche, se sentía victorioso. ¡Finalmente, todo era suyo! ¡El fideicomiso multimillonario y el lujoso Penthouse!
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Freddy tarareaba mientras insertaba la llave en la cerradura de la puerta principal y enseguida supo que había un problema. ¡Algo andaba mal! ¡Su llave no entraba! Tocó el timbre.
“¡Dalia, cariño!”, dijo en un tono dulce. “¿Puedes abrir la puerta? ¡Hay algo mal con mi llave!”.

Una joven mujer y una anciana comparten un momento de cariño. | Foto: Unsplash
Pero Dalia no abrió la puerta. “Freddy, querido”, le dijo suavemente. “¡Tu llave está bien, cambié las cerraduras!”.
“¿Qué?”, gritó Freddy. “Cariño, ¿qué está pasando?”.
“Bueno, Freddy, me estoy divorciando de ti. Si miras a la izquierda de la puerta verás tus maletas”, dijo Dalia con calma. “Y como no firmamos un contrato prenupcial, me quedaré con cada centavo que tienes”.
“¡Pero Dalia!”, suplicó Freddy, “¡Te amo!”.
“Sabes lo importante que es la familia para mí, Freddy”, dijo Dalia. “No me gustó lo que le hiciste a Amelia y estoy arreglando las cosas”.
“¡Lo hice por ti, Dalia, todo por ti!”, sollozó Freddy.
“Estoy haciendo esto por TI, Freddy”, dijo Dalia. “¡Creo que esta experiencia te hará un mejor hombre!”.
Dos días después, Amelia estaba de vuelta en casa y en control de su propia vida una vez más. Lo primero que hizo fue despedir al abogado y redactar un nuevo testamento en el que dejó su considerable fortuna a su nueva hija adoptiva, Dalia.

Testamento y última voluntad. | Foto: Unsplash
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Podemos pretender ser algo que no somos, pero la verdad siempre sale a la luz. Freddy fingió ser un hijo cariñoso para conquistar a Dalia, pero cuando ella vio quién era en realidad, se divorció de él.
La codicia te puede hacer perder todo. Freddy terminó sin nada después de que Amelia cambiara su testamento y perdió a la única mujer que había amado.
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