Mamá de 4 hijos tiene tres trabajos para alimentarlos y amiga celosa esparce rumores de que es una ladrona - Historia del día
Una madre trabajadora de cuatro hijos vio arruinada su reputación por una amiga celosa que difundió rumores sobre ella. Ella buscó justicia en los tribunales.
Juana perdió a su esposo, Marcos, 16 años después de casarse. Tras su muerte, ella se quedó sola con sus cuatro hijos: Tobías, de 12 años, Ana, de 10, Felipe, de 9 y Marta, de 7.
Inicialmente, parecía una tarea abrumadora, pero se dispuso a hacer todo lo necesario para cuidar de sí misma y de sus pequeños. “Sé que va a ser un largo camino por recorrer, pero haré todo lo posible para cuidar de mí y de mis niños”, pensó la madre.
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Empezó un negocio que consistía en ir a las casas de las personas con una asistente para limpiarlas. Era tan buena para ello que su reputación se extendió por todo el vecindario.
Por lo tanto, atraía a muchos más clientes y ganaba más dinero para pagar la escuela de sus hijos y proporcionarles lo suficiente para que estuvieran muy cómodos.
Además del negocio de limpieza, Juana también trabajaba en turnos como cajera en un centro comercial y como oficial de eliminación de desechos. Combinaba estos trabajos con gran efecto y ahorraba más dinero.
Su negocio de limpieza de casas era muy exitoso y comenzó a pensar en expandirlo para alcanzar nuevas alturas. Mientras hacía planes de expansión, le contó lo que quería hacer a su amiga Moira.
Ella había sido amiga de Juana durante mucho tiempo. No tenía hijos y nunca se había casado. Pero algo que la madre de cuatro no sabía es que Moira estaba celosa de ella y codiciaba lo que tenía.
Cuando el esposo de Juana estaba vivo, Moira estaba enamorada de él y se le insinuaba, pero él nunca se dejó engañar y la regañaba.
“La próxima vez que intentes esto, le haré saber a Juana el tipo de persona que eres”, amenazaba Marcos a la mujer.
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Sin embargo, él nunca se lo contó a su esposa para no estropear su amistad. En cambio, le hablaba en general y le pedía que no confiara en la gente.
Todos en el barrio veían a Juana como una gran mujer y la consideraban una persona ejemplar.
“Nunca había visto a alguien tan trabajadora como ella”, le dijo una de sus vecinas a su amiga.
La creciente reputación de Juana hizo que Moira se pusiera aún más celosa de ella, y en secreto deseaba su fracaso. Lamentablemente, la madre de cuatro nunca notó el odio de su amiga y siguió confiando en ella.
Le contó a Moira sobre sus planes para expandir su negocio de limpieza de casas. “Estoy considerando contratar a más asistentes y expandirme a los vecindarios circundantes”, le dijo Juana.
“Esa es una buena idea, amiga mía. Ya tienes una buena reputación, eso no debería ser un problema para ti”, respondió la mujer, ocultando sus celos.
“Hmm, desearía que fuera así de simple”, dijo Juana.
“¿No lo es?... ¿Cuál podría ser el problema entonces?”, preguntó Moira.
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“Ojalá fuera tan fácil. Es difícil encontrar alguien de confianza, algunas empleadas tienen la mano larga con las pertenencias de los clientes, sabes... Las hay que roban dinero o joyas”, explicó Juana.
Moira fingió preocuparse por su amiga y le dijo que la ayudaría a encontrar alguien de confianza. Sin embargo, apenas pudo, empezó a circular rumores sobre Juana.
La falsa amiga esparció el chisme de que Juana había perdido dos clientes porque les había faltado dinero luego de que ella había ido a limpiar.
Las malas noticias se propagan rápidamente y no fue una sorpresa que todo el vecindario escuchara los rumores. Los clientes de Juana también escucharon los rumores y gradualmente comenzaron a abandonarla.
La madre de cuatro estaba triste y se preguntaba qué debía hacer. Todavía tenía algunos clientes que se mantenían leales a ella a pesar de los rumores, pero las cosas pronto fueron de mal en peor.
Un día, después de limpiar una de las casas de sus fieles clientes, desapareció un anillo de diamantes de $300.000. La dueña de la casa, influenciada por los rumores, acusó a Juana de haberle robado el anillo y, tras denunciarla a la policía, fue arrestada.
“Soy inocente. No robé su anillo”, suplicó Juana.
“Tendrá que demostrar su inocencia. Venga con nosotros a la comisaría”, le dijo un policía a la mujer.
La madre estaba muy triste y oraba por un milagro. Ella era inocente del crimen, pero probar su inocencia sería difícil debido a los persistentes rumores sobre su integridad.
Afortunadamente para ella, el esposo de la mujer encontró el anillo de diamantes perdido dentro de una maleta que se habían llevado para sus últimas vacaciones. Por lo tanto, fue absuelta de cualquier delito.
Pero, a pesar de estar libre del crimen que supuestamente había cometido, Juana todavía tenía un problema debido al grave daño que había sufrido su reputación.
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Investigó los rumores sobre ella y descubrió que Moira era la persona que los había difundido. La madre estaba destrozada y se preguntaba por qué alguien a quien ella llamaba amiga y en quien confiaba podía haberle hecho algo así.
Juana estaba decidida a no dejar pasar esto y demandó a su amiga por difamarla. Moira trató de defender su caso ante el juez durante el proceso judicial.
“Eran solo palabras, y no dañaban a nadie”, dijo. Sin embargo, el juez era un hombre sabio con muchos años de experiencia y decidió enseñarle a Moira una lección valiosa.
“Antes de recibir su sentencia, escriba todas las cosas que dijo sobre su amiga en un pedazo de papel. Córtelas y de camino a casa, tire los pedazos de papel”, le dijo el juez.
Al día siguiente en la corte, el magistrado le preguntó a la acusada si había hecho lo que le había pedido. Moira le dijo que sí. “Ahora salga y recoja todos los papeles que tiró”, ordenó el juez.
La mujer se sorprendió. “¡No puedo hacer eso!”, protestó. “El viento se los ha llevado ya y no sé dónde encontrarlos”.
El juez hizo una pausa por un momento y luego dijo: “De la misma manera, sus palabras pueden destruir el honor de una mujer hasta el punto de que uno no puede arreglarlo”.
En ese momento, Moira se dio cuenta de cuánto daño había hecho a Juana y apenas podía mirarla a los ojos. Se acercó a ella y le pidió que la perdonara.
El juez dictaminó que la mujer debería pagarle a Juana unos miles de dólares como compensación moral por haber arruinado su reputación.
Mucha gente del barrio se enteró del caso y se compadeció de la madre. Gradualmente, Juana reconstruyó su relación con sus clientes y finalmente llevó su negocio a nuevas alturas.
Mientras tanto, Moira aprendió la lección y dejó de estar celosa de otras personas. Sin embargo, ella y su amiga nunca volvieron a ser tan cercanas como antes, pues a Juana le resultó difícil volver a confiar en ella.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No tengas celos del éxito de otras personas. Moira estaba celosa del éxito de su amiga, lo que la llevó a difundir rumores sobre ella. Nunca estés celoso de la gente. En cambio, trabaja duro y, con suerte, también tendrás éxito.
- Nunca desesperes ante las dificultades. Juana fácilmente podría haberse dado por vencida después de que los rumores ensuciaron su reputación. Sin embargo, ella sabía que era inocente e hizo todo lo que pudo para probarlo y finalmente ganó. Cuando estés en dificultades, no te desesperes, sigue fuerte hasta que alcances tus metas.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.