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Un niño frente a una casa | Foto: Shutterstock
Un niño frente a una casa | Foto: Shutterstock

Niño huérfano visita casa que su padre estaba construyendo 10 años atrás y encuentra una escotilla cerrada - Historia del día

Un huérfano se entera gracias a su abuela de que su fallecido padre estaba construyendo una casa y pide que lo lleven allí. Lo que encontró en el lugar cambió sus vidas para siempre.

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Carlos, de diez años, vivía con su abuela, Emilia. La mujer tenía 68 años y lamentablemente había sobrevivido a los tres hijos que había traído al mundo cuando era más joven.

La madre del chico, su hija, fue la única que le dio un nieto antes de fallecer, por lo que la abuela cuidaba mucho de él a pesar de que no tenía mucho.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

La hija de Emilia, Catalina, y su esposo, Tomás, se dirigían a su casa el día que ambos sufrieron un accidente que les quitó la vida, pero su hijo sobrevivió. En aquel entonces, el niño tenía un par de meses.

Ella había estado preparando la comida que comerían al llegar cuando recibió una llamada de la policía diciéndole que los habían encontrado sin vida.

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Catalina era su tercera hija, pero había sido la única sobreviviente que le quedaba. Por eso, cuando Emilia se enteró de la noticia, su mundo se derrumbó.

“Solo su hijo se salvó, pero tenía heridas menores, por lo que ahora está en un hospital”.

Esas fueron las únicas palabras que le dieron fuerzas a la abuela. Ella preguntó por el nombre del hospital y luego salió de su casa para dirigirse al lugar.

Desde ese día, ella asumió el papel de padre y madre de su nieto, pero mantuvo vivos para él los recuerdos de sus padres contándole historias sobre ellos.

Para cuando cumplió diez años, parecía que el chico realmente tenía recuerdos de ellos, y los extrañaba muchísimo. Emilia le horneó un pastel en su cumpleaños. “Sopla las velas y pide un deseo”, dijo la mujer.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Ojalá algún día pueda vivir junto al océano”, dijo el niño antes de apagar las velas. Sus palabras entristecieron a Emilia porque era lo mismo que había dicho su hija cuando decidió formar una familia con su esposo.

Más tarde ese día, la abuela llamó al niño y le contó que sus padres habían tenido el mismo sueño que él. “¿En serio?”, preguntó, asombrado.

“Sí”, dijo la mujer. “A tu mamá le encantaba tanto la idea que tu padre decidió que él la haría realidad”.

“¿Realmente hizo eso?”, preguntó Carlos con asombro.

“Sí. De hecho, habían comenzado a construir una hermosa casa cerca del mar, pero nunca la terminaron”.

El chico no podía creerlo. Quería ver el lugar. “Por favor, llévame allí abuelita”, le rogó. “Te prometo que me portaré bien”.

Emilia no podía rechazarlo y sintió que él era lo suficientemente mayor para saberlo, así que accedió a llevarlo al día siguiente.

El viaje tomó solo 50 minutos: los padres de Carlos no habían planeado vivir tan lejos de Emilia. Cuando llegaron, el niño contempló la impresionante vista. La casa estaba situada en la cima de una pequeña colina, y a sus pies estaba el implacable océano.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Mientras Emilia se sentaba y disfrutaba del sonido de las olas y las gaviotas, Carlos deambulaba por la casa, entraba en las habitaciones sin terminar y exploraba los terrenos alrededor del edificio.

La casa abandonada contenía una gran cantidad de materiales de construcción y herramientas viejas. La mayor parte del piso estaba cubierto con un plástico, pero Carlos sintió que algo se enganchaba en su pie mientras exploraba.

Después de quitar el plástico, vio una escotilla asegurada con un candado oxidado que rompió con una piedra. El ruido atrajo a su abuela, quien se acercó a ver qué estaba causando el alboroto.

“Abuelita, hay algo aquí”, dijo Carlos.

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“¿Qué quieres decir?”, le preguntó la abuela, sintiéndose preocupada. Tras entrar por la escotilla, los dos se encontraron en una pequeña habitación que parecía un sótano.

“Es como si estuviéramos en una película de piratas y estuviéramos a punto de encontrar tesoros”, dijo Carlos emocionado.

Estaba más limpio y organizado que las habitaciones vacías de arriba, y era evidente que alguien había estado durmiendo allí.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Tu papá probablemente pasaba algunas noches aquí”, le dijo Emilia

La habitación tenía pocos muebles, pero encontraron muchas de las cosas de su padre, incluida una bolsa. En su interior, encontraron algunos informes sobre los materiales de construcción que había comprado el hombre y, para su sorpresa, dinero.

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“¡Abuelita, es dinero!”, gritó Carlos.

“¿Qué?”, dijo Emilia, que había estado concentrada en la pequeña habitación mientras el chico miraba en la bolsa.

Se acercó a él y miró dentro del morral. Los ojos de la mujer se abrieron como platos después de ver el dinero y rápidamente le pidió a su nieto que la ayudara a subir la bolsa a la superficie.

Una vez allí, se pusieron a contar los billetes y llegaron a contar 65 mil dólares.

“¿Crees que era de papá?”, le preguntó el niño.

“Sí, Carlos, probablemente lo tenía para los gastos de construcción de la casa”, respondió la abuela.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Fue un hallazgo que les cambiaría la vida, y los dos hicieron un buen uso del dinero. Una buena parte se destinó a pagar los estudios universitarios de Carlos. El chico estudió mucho y creció para convertirse en arquitecto.

Años después, Carlos regresó a la casa y completó su construcción. Luego llevó a su abuela, que se había debilitado con la edad, a vivir con él allí.

Una noche, tomó una botella de vino, salió de la casa y se dirigió al pie de la colina donde el agua del mar acariciaba la arena.

Mirando el horizonte del océano, solo vio dos estrellas brillando en el cielo y, por alguna razón, se sintió consolado. Sonrió y susurró: “Mamá, papá, construimos la casa juntos... Definitivamente les gustaría cómo quedó”.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Cualquiera puede convertirse en algo si se le da la oportunidad. El dinero que encontraron Carlos y su abuela fue capaz de pagar sus estudios en la universidad. De lo contrario, habrían tenido más dificultades para pagar las tarifas, y tal vez él habría tenido una vida completamente diferente.
  • No olvides quién te brindó apoyo. Después de graduarse y convertirse en arquitecto, Carlos no abandonó a la abuela que lo crio después de la muerte de sus padres. Por el contrario, la llevó a un lugar donde pudiera cuidarla mejor, demostrando lo agradecido que estaba.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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