Hombre le regala a su novia una cajita azul, y ella la abre 50 años después de que terminaron - Historia del día
Una mujer rompe con su novio a quien creía infiel; cincuenta años después, abre una pequeña caja azul que él le había dado la última vez que se habían visto y hace un descubrimiento impactante.
Silvia Dalma cerró los ojos y se hundió en la almohada. ¿Por qué no podría olvidar, tras 50 años, a Jesús Toledo? ¿Por qué seguiría soñando con él y sintiendo sus besos?
Desde entonces, Silvia se había casado dos veces, se había divorciado la primera vez y enviudado la segunda. Tenía cuatro hijos y siete nietos y había disfrutado momentos maravillosos a lo largo de su vida, pero no había podido olvidar los besos, el amor, ni la traición de Jesús.
Caja azul con un lazo. | Foto: Shutterstock
Silvia y Jesús se habían conocido poco después de que ella terminara la escuela secundaria, y ella se había enamorado perdidamente de su amplia sonrisa descarada y su excéntrico sentido del humor. Sentía en su corazón que era el indicado.
Pero el día de San Valentín de 1972 supo lo equivocada que había estado. Ella tenía la sensación de que Jesús estaba preparando una sorpresa y sintió curiosidad. Ignorando su sentido común, decidió ir a la casa de su amado y echar un vistazo.
En ese momento, Jesús vivía en un pequeño apartamento en la parte trasera de la casa de su madre para ahorrar dinero, y más adelante comprarse una casa. Él la había invitado a cenar esa noche, pero a mitad de la tarde fue a curiosear.
Caminó hacia la parte de atrás y se asomó por la ventana del comedor, esperando ver una cena romántica o un gran arreglo floral. Para su sorpresa, encontró a Jesús en los brazos de otra mujer. Era su mejor amiga, Janet.
Silvia se tambaleó por el doble golpe. ¡Su novio y su mejor amiga! Con esfuerzo regresó a su casa y se acostó a llorar en la cama. Una y otra vez, la imagen se repetía en su mente: Janet y Jesús besándose.
No tenía dudas de que su abrazo había sido un preámbulo para algo más, y que juntos habían consumado su traición. Unas horas más tarde, su madre llamó a la puerta de su dormitorio.
"Hija", dijo su madre. “Jesús acaba de llamar, dice que te recogerá en veinte minutos”.
Una mujer mayor mira hacia un lado con preocupación. | Foto: Pexels
Silvia se levantó y fue hacia el espejo de su tocador. La resplandeciente joven feliz que había sido esa mañana se había ido para siempre. Parecía amargada, infeliz y enfadada.
“¡Me siento amargada, infeliz y enojada!”, se dijo Silvia. “Y todo está escrito en mi cara”.
Cuando Jesús llegó a su casa, Silvia lo estaba esperando en el porche. Él saltó los pocos escalones que los separaban y se acercó a ella con una sonrisa feliz.
“Bebé”, dijo, intentando darle un beso. “Te amo tanto…”
Antes de darse cuenta, Silvia levantó la mano y lo abofeteó. “¡Mentiroso!”, le gritó. “¡Te detesto! ¡Te amaba, Jesús Toledo, pero sé lo de Janet!”.
Jesús estaba atónito. “¿Janet? ¿De qué estás hablando? ¡Te amo, Silvia!”, Metió la mano en el bolsillo y sacó una cajita azul con un lazo blanco. “Mira, esto es para ti…”. Pero Silvia tiró la caja al suelo. “¡Lárgate! ¡No quiero volver a verte!”.
Jesús estaba pálido como la tiza. “Regresaré mañana cuando estés más tranquila y podamos hablar”, dijo en voz baja. Luego se dio la vuelta y se alejó. Pero nunca se volvieron a ver.
Una pareja se da un beso en los labios. | Foto: Unsplash
Temprano a la mañana siguiente, ella abordó un autobús para quedarse con su tía Bea, quien vivía a cientos de kilómetros de distancia. Semanas más tarde, conoció a su primer marido, Ronald, y se casó con él.
No había sido un matrimonio exitoso, principalmente porque sin importar lo que él hiciera, simplemente no podía complacerla. En el fondo de su corazón, Silvia sabía que todavía amaba a Jesús, así que después de dos años miserables, se divorciaron.
Su segundo marido, Esteban, había sido amable, cariñoso y un poco mayor, por lo que no le recordaba en absoluto a Jesús. Con él, Silvia había encontrado paz y serenidad, y después de que nacieran los niños, había encontrado la felicidad.
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Ella y Esteban llevaban cuarenta años juntos cuando él murió repentinamente de un infarto masivo. Toda la familia quedó devastada por su partida y, después de dos años, Silvia todavía lo extrañaba.
Entonces, ¿por qué no estaba soñando con Esteban y sus momentos felices juntos? ¿Por qué seguía soñando con Jesús y sus besos? “Silvia”, se dijo, “tienes 72 años, ¡es hora de que termines con esta tontería!”.
Esa tarde, Silvia tuvo una visita muy especial, su nieto David, quien se había convertido en su mejor amigo. “Abuela, ¿qué pasa?”, le preguntó su nieto.
Un autobús con las luces encendidas circula por una carretera. | Foto: Unsplash
“Ay, David. ¡Siempre te das cuenta cuando estoy triste!”. Así que Silvia le contó a David toda la historia de Jesús, de su corazón roto y de cómo eso la había llevado a algunos errores muy tontos.
David frunció el entrecejo. “Y entonces, ¿qué había en la caja?”, preguntó.
“¿La caja?”, preguntó Silvia, “¿qué caja?”.
“¡La caja azul que te dio!”, se exasperó el nieto. “¿Qué había en ella?”.
“No tengo idea”, respondió Silvia. “La puse en mi bolso, pero nunca tuve el coraje de abrirla. Está en el estante superior de mi armario…”.
A pedido de David, Silvia buscó la caja y su nieto la vio, conteniendo el aliento, abrir la cinta por primera vez en 50 años. Abrió la tapa y su sorpresa fue absoluta. ¡Dentro brillaba un hermoso anillo de compromiso de diamantes!
“Pero… si iba a proponerme matrimonio, ¿por qué estaba con Janet?”, preguntó Silvia.
“¿Por qué no le preguntas?”, dijo David, y abrió su computadora portátil.
Una pequeña caja abierta con una anillo de compromiso en su interior. | Foto: Unsplash
En cuestión de horas, David encontró a Jesús a través de las redes sociales y le envió un mensaje para organizar una reunión con Silvia.
Silvia estaba nerviosa por verlo después de tantos años, pero también estaba decidida a superar de una vez por todas su amor juvenil. Cuando lo vio entrar al restaurante, su corazón comenzó a latir con fuerza.
Él sonrió con esa misma amplia sonrisa y corrió hacia ella. Jesús la abrazaba y le susurraba al oído: “¡Te he extrañado durante los últimos 50 años! ¡Eres el amor de mi vida!”.
Silvia estaba atónita y tartamudeando. “Abrí esto la semana pasada”, explicó, extendiendo la cajita azul. Para su asombro, Jesús se arrodilló y le tendió el anillo.
“Silvia, te amo. No he podido amar a nadie más. ¡Por favor, sé mi esposa!”, le pidió con una sonrisa.
“Pero, tú y Janet…”, protestó Silvia.
“Janet se me tiró encima. Nunca la quise, la eché de mi casa”, comenzó a decir Jesús. “Iba a explicártelo todo cuando te calmaras, pero huiste de mí…”
“¿Aún me amas?”, preguntó Silvia con lágrimas en los ojos. En respuesta, Jesús la besó como lo hacía en sus sueños, y repentinamente los 50 años separados se esfumaron. Unos meses después, se casaron y David entregó a la novia.
Una pareja de personas mayores sonrie con complicidad. | Foto: Pexels
¿Qué podemos aprender de esta historia?
No es prudente sacar conclusiones sin dar a otros la oportunidad de explicarse. Silvia se apartó de Jesús por 50 años, porque estaba demasiado enojada para escucharlo.
No importa la edad que tengas, siempre puedes vivir el amor con intensidad. Jesús y Silvia encontraron su felicidad después de 50 años separados y disfrutaron juntos el resto de sus vidas.
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