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Flores en una tumba | Foto: Shutterstock
Flores en una tumba | Foto: Shutterstock

Hombre lleva rosas blancas a tumba de esposa: regresa a casa y ve las mismas flores en el jarrón de la cocina - Historia del día

Vanessa Guzmán
11 mar 2022
01:40

Un viudo lleva rosas blancas a la tumba de su esposa, pero cuando llega a casa, hay un ramo idéntico traído por un hombre guapo y misterioso.

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Cuando Mary murió, todos los que conocían a su familia quedaron atónitos por la reacción de su esposo Harold. Él nunca había sido un marido particularmente amoroso o dedicado, pero se convirtió en un viudo angustiado y devoto.

Lloró un río de lágrimas, sollozó, oró y despotricó contra Dios por quitarle a la mujer más perfecta que jamás había nacido en esta tierra. Su hija de 17 años, Mercedes, y su hijo, David, de 25, no lo tomaron bien. Habían sido testigos de su crueldad hacia Mary durante demasiado tiempo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Los hijos de Harold y Mary pensaron que él estaba interpretando un papel. Pronto se dieron cuenta de que seguiría teniendo el mismo comportamiento, probablemente por el resto de su vida. El hombre se hizo asiduo a la iglesia y todos los domingos, después de la misa, visitaba la tumba de su esposa.

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Un domingo en particular, él le llevó un ramo de perfectas rosas color marfil con un toque de rosa pálido en cada pétalo.

Descartó las rosas que había comprado la semana anterior y lavó la lápida de mármol. Luego tocó el nombre de Mary con ternura y susurró: "Amada esposa y madre... Siempre".

Harold se secó una lágrima. Dijo una oración por Mary y luego se dirigió a su casa donde encontró algo inesperado.

¡Entró en la cocina y vio un ramo de rosas exactamente igual al que le había comprado a Mary y estaban en un jarrón!

"Eso no puede ser...", pensó. "¡El jarrón estaba vacío por la mañana!".

"¡Mercedes!", llamó a su hija y le preguntó dónde lo había comprado.

"Hola papá. Un viejo amigo de mamá vino después de que te fuiste. Él había venido a visitarla y estaba muy sorprendido de saber que ella se había muerto... El pobre hombre se derrumbó".

"¿Un amigo?", preguntó Harold con brusquedad. "¿Qué amigo? ¡Tu mamá no tenía amigos!".

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Los ojos de Mercedes se abrieron abruptamente. "¡Lo que quieres decir es que no le dejabas tener amigos! ¡Bueno, ella los tenía! Este hombre estaba devastado. Quería saber dónde estaba enterrada, así que se lo dije".

"¿Le dijiste a un hombre dónde está tu mamá?", gritó Harold enojado.

"¡Está muerta, papá!", Mercedes gritó de vuelta. "¡Puedes dejar tus estúpidos celos y tus sospechas! ¡ESTÁ MUERTA!". Pero Harold no estaba escuchando. Saltó a su auto y condujo de regreso al cementerio.

Corrió por los senderos hasta que llegó a la tumba de Mary y, efectivamente, había un hombre parado allí. Harold dio dos pasos y puso una mano pesada sobre el hombro del hombre.

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"¿Quién es usted?", preguntó con tono de voz elevado. "¿Y qué relación tenías con mi esposa?".

El hombre se volvió y apartó la mano de Harold de su hombro. Era alto y guapo con un comportamiento refinado y de la edad de Harold. Miró a Harold a los ojos y respondió: "Supongo que eres el esposo de Mary. Yo era el hombre que la amaba".

"¿Tú eras su amante?", dijo Harold mientras cerraba sus puños. "Sabía que era una vagabunda..."

El hombre dijo en voz baja: "¡Di una palabra más sobre Mary y te noquearé, pequeño matón baboso! No, no era el amante de Mary, pero quería serlo. Quería ser su esposo".

"¡Soy su esposo!", expresó Harold llorando. "¡Yo soy el que la amaba!".

"¿Sabes cómo conocí a Mary?", preguntó el hombre. "Yo era médico en la sala de emergencias cuando ella entró con un brazo roto después de que la arrojaste por las escaleras. Luego vi todos los moretones. Sabía lo que eras, quería que fuera a la policía por ayuda".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Trataste de poner a mi esposa en mi contra...", dijo Harold con voz herida.

"Sí", dijo el hombre con calma. "La segunda vez que la vi, ya estaba enamorado de ella. Estaba embarazada, era su primer bebé, pero le dije que me casaría con ella, que criaría al bebé como si fuera mío. ¿Sabes qué me dijo?".

"No", susurró Harold.

"Ella dijo que quedarías destruido si se iba. Que ella era la única persona que te había amado, y que si te abandonaba... Así que me fui, me alejé veinticinco años, hasta hoy".

Harold estaba llorando. No con sus habituales sollozos sonoros y llamativos. Lloró como si le estuvieran arrancando el corazón de su lugar en el pecho, y eso fue lo que sintió. Pero el hombre no había terminado con él.

"La amaba. Le habría dado todo, habría hecho cualquier cosa para hacerla feliz. No te merecías cómo te amaba, y no sabes cuánto desearía que me hubiera amado de esa manera".

Harold miraba fijamente al hombre y las imágenes destellaban ante sus ojos: cada gesto rudo, cada golpe, cada palabra cruel que le había dicho a Mary ahora atestiguaba en su contra.

Habría necesitado muy poco para hacerla feliz, él lo sabía, solo unas pocas palabras y una sonrisa. Pero, en cambio, había manchado sus días con su espíritu mezquino y con su maltrato.

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Mientras el hombre que había amado a su esposa observaba, Harold cayó de rodillas frente a su tumba y realmente se lamentó por ella, y por la forma en que había envenenado y desperdiciado sus vidas. No dejaba de decir una y otra vez: "Te amo, Mary, te amo, por favor, perdóname".

No hubo respuesta, y tal vez nadie estaba escuchando, pero una diminuta mariposa dorada revoloteó y se posó sobre su hombro como si le hubieran dado un beso. ¿Fue una bendición de un espíritu amoroso o el don del perdón?

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

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  • Trata con ternura a las personas que amas todos sus días, porque pueden ser cortos: Harold era celoso y posesivo con Mary y su inseguridad lo hizo cruel. Solo se dio cuenta de cuánto la amaba una vez que ella se había muerto.
  • Solo admitiendo nuestros errores y enmendando nuestros caminos podemos convertirnos en mejores seres humanos: Harold tuvo una segunda oportunidad de convertirse en el buen padre amoroso que sus hijos necesitaban.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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