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Una niña | Foto: Shutterstock
Una niña | Foto: Shutterstock

Millonario echa a niña pobre de su mansión y luego reconoce la foto en sus manos - Historia del día

Un hombre rico evade a una niña que llama a su puerta cuando ve una foto que sostiene en sus manos. La imagen amenaza con exponer su pasado secreto.

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Era otro domingo perfecto para Camilo García, pero todo estaba a punto de desmoronarse. La primera señal de que el día no sería como esperaba ocurrió cuando sonó el timbre de su puerta y nadie salió a ver quién era.

El timbre volvió a sonar y el hombre le gritó al ama de llaves: “¡Francisca! ¡Por favor, ve quién toca!”. Luego recordó que Francisca estaba de vacaciones, así que caminó hacia la puerta refunfuñando y la abrió.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Había una chica con apariencia pobre parada allí, sosteniendo una foto en sus manos. Ella sonreía tímidamente y dijo: “¿Papá?”.

Camilo contuvo la respiración y miró a la chica con sorpresa. “¿Qué?”, preguntó confundido. “¿Cómo me llamaste?”.

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“¿Papá?”, dijo la joven con incertidumbre. “Soy yo, Raquel...”.

El hombre empezó a cerrar la puerta. “No sé quién eres, pero será mejor que te vayas antes de que llame a la policía”.

“¡Mira!”, gritó la chica mientras le mostraba la foto, pero Camilo se negó a mirar y le cerró la puerta en la cara. Unos segundos más tarde, la imagen entró por la ranura de la puerta.

El hombre se inclinó para recogerla y estaba a punto de arrugarla en su puño. Pero entonces quedó enganchado con los ojos de la chica que aparecía en la foto junto a una versión más joven de sí mismo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Los dos adolescentes en la instantánea resplandecían de felicidad. La joven tenía margaritas en el pelo y estaban parados frente a una capilla rural en ruinas.

Sostenían un cartel impreso a mano que proclamaba: “¡Recién casados!”. Camilo se dejó llevar por los recuerdos, recuerdos que no quería. El pasado estaba muerto y enterrado. No se podía permitir que nada estropeara su maravillosa vida. Nada.

Mientras el hombre miraba la foto que amenazaba con cambiar su existencia ideal, Raquel avanzaba cabizbaja por el amplio camino de entrada que conducía a la majestuosa mansión.

La niña se sentó junto a la acera y dejó que los sollozos sacudieran sus frágiles hombros. Había puesto su corazón en encontrar a su padre y lo había imaginado abrazándola y dándole la bienvenida a su vida.

Pero no ocurrió así y ahora Raquel solo podía culparse por su fantasía infantil. Pero la verdad era que, a los 15 años, ella todavía era una niña.

Durante los últimos tres años, la jovencita tuvo que crecer rápidamente después de que a su madre le diagnosticaron un tumor cerebral agresivo. Había cuidado a su mamá durante los últimos meses de su vida y su revelación final la había dejado atónita.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

“Tu padre…”, dijo su madre susurrando y dándole la foto. “Tu padre vive en Valparaíso... Ve con él Raquel, dile que te envié... Es un buen hombre, yo lo quería mucho...”.

Esa había sido su última conversación con su madre. Poco después de eso, la mujer entró en coma y no despertó nunca más. La jovencita había hecho lo que su mamá le había pedido y todo había salido mal.

Se estaba limpiando las lágrimas de la cara cuando una voz amable preguntó: “Oye, ¿estás bien?”. Miró hacia arriba y vio a una niña de unos once años y un niño de unos nueve que parecían preocupados.

Raquel asintió y la niña le entregó un pañuelo para limpiarse la cara. “Estoy bien”, dijo la adolescente. “Solo un poco triste. Estaré bien”.

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La niña se sentó al lado de Raquel y sonrió tímidamente. “Soy Ema”, dijo. “Y este es mi hermano menor Raúl. ¿Cuál es tu nombre?”.

La joven sonrió. “Soy Raquel. Entonces, ¿qué están haciendo?”. Resultó que los dos niños se dirigían calle abajo para comprar helado e invitaron a la adolescente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Hacía mucho tiempo que Raquel no se sentía tan relajada y feliz, a pesar de su decepción. Los tres charlaron y jugaron un rato, luego la jovencita se ofreció a acompañar a los dos niños a casa.

Mientras caminaban por la cuadra, ella preguntó: “¿Cuál es su casa?”.

“Esa”, dijo Raúl, y señaló la casa de su padre. “Vivimos allí con mamá y papá”.

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En ese momento, se acercó un automóvil y una mujer alta y elegante, que claramente estaba embarazada, se acercó caminando.

Raúl y Ema corrieron hacia la mujer y la abrazaron. La niña dijo: “Mamá, esta es nuestra amiga Raquel, nos acompañó a casa para que estuviéramos a salvo”.

“Eres muy amable, Raquel”, dijo la mujer. “Soy Viviana García, y eres bienvenida a casa”. Fue entonces cuando Camilo abrió la puerta y vio a su esposa e hijos hablando con la joven.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

“¿Qué haces todavía aquí?”, gritó él. “¡Aléjate de mi familia!”.

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Viviana y los niños parecían sorprendidos, pero Raquel se echó a llorar, le dio la espalda y huyó del odio que brillaba en los ojos del hombre.

Entró en un café y se sentó. Pidió té para calmarse. Mientras tomaba su té, se dio cuenta de que dos hombres hablaban en voz baja en una mesa detrás de ella.

“... ¡la caja fuerte está llena de billetes! ¡Camilo García tiene mucho dinero!”, dijo uno de los individuos.

“Él nunca la abrirá... Estás soñando...”, dijo el otro con voz desdeñosa.

“Lo hará si apunto con una pistola a la cabeza de uno de sus preciosos hijitos”, respondió el primer hombre.

Raquel se quedó helada. ¡Estos dos hombres estaban hablando de irrumpir en la casa de su padre y amenazar a los dos niños que ahora sabía que eran su hermano y su hermana! Ella no podía permitir que eso sucediera.

Esa noche, cuando los dos delincuentes irrumpieron en la casa de los García, fueron recibidos por la policía que los arrestó de inmediato. Camilo le dijo al inspector: “¡Estoy muy impresionado! ¡Probablemente salvó la vida de mi familia!”.

“No”, dijo el inspector. “Esta jovencita es la heroína. Nos dijo que había escuchado a los hombres en un café haciendo planes para robar su casa”.

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Y el inspector llamó a Raquel. Camilo miró a la hija que había negado y sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. Dio un paso adelante y puso sus brazos alrededor de ella.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Luego se giró hacia Viviana y le explicó: “Antes de conocerte, estaba casado con la madre de Raquel, pero éramos muy jóvenes, y cuando quedó embarazada... no estoy orgulloso de decir que me escapé.

“Viviana, no estaba listo para ser el padre de Raquel entonces, pero ahora lo estoy. ¡Ema, Raúl, esta es tu hermana mayor, Raquel!”.

Para sorpresa de la adolescente, Viviana, Ema y Raúl la abrazaron de repente. “¡Papá!”, susurró Raquel mientras sonreía. ¡Ya no estaba sola, tenía una familia!

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No puedes huir de tus responsabilidades. Camilo había abandonado a la madre de Raquel antes de que naciera, pero terminó teniendo que aceptar su responsabilidad.
  • Las buenas obras siempre traen una recompensa. Raquel salvó a su padre y a su familia a pesar de que él no había sido amable con ella, y terminó siendo aceptada por él, su esposa y sus hermanos.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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