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Una anciana caminando sola bajo la lluvia | Foto: Shutterstock
Una anciana caminando sola bajo la lluvia | Foto: Shutterstock

Hombre pobre ayuda a anciana en el camino: luego ve su nombre en la tele y recibe recompensa de $112.000 - Historia del día

Un hombre ve a una anciana llorando al costado del camino bajo la lluvia y se detiene para ayudarla. Luego él se sorprende al recibir una recompensa.

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Era una noche fría y lluviosa y todo lo que Juan Marrero quería hacer era llegar a casa. Conducía por un camino rural oscuro y la calefacción de su viejo coche acababa de fallar. “¡Qué noche tan infernal!”, pensó Juan para sí mismo.

Fue entonces cuando sus faros iluminaron una frágil figura parada al costado del camino. Era una mujer, acurrucada dentro de un abrigo, agitando su mano frenéticamente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Juan redujo la velocidad de su automóvil y lo estacionó a su lado. “Gracias”, le dijo la señora, “¡Eres un ángel!”.

El hombre inmediatamente salió del vehículo y dio la vuelta al otro lado para abrir la puerta del pasajero.

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“¡Señora, protéjase de la lluvia!”, le dijo el hombre a la mujer mayor. “¡Este clima es terrible!”.

Pero la dama retrocedió nerviosamente. “¡No, no, gracias!”, dijo nerviosa. “Mi auto se descompuso, y todo lo que necesito es que llame a una grúa. Mi teléfono parece estar sin servicio aquí. ¿Puedo usar el suyo?”.

Juan sacudió la cabeza con pesar. “Lo siento, señora”, dijo. “No hay señal en todo este camino. Lo mejor que puedo hacer es llevarla a la estación de servicio más cercana para que pueda usar el teléfono fijo del lugar”.

La mujer parecía asustada. “Yo… no sé…”, susurró ella. “No creo que sea prudente...”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Juan la miró a los ojos. “Señora, mi madre tiene más o menos su edad, y le prometo que todo lo que quiero hacer es ayudarla. Por favor, permítame hacerlo”.

La mujer, Esther, subió a regañadientes al auto del hombre, agarró nerviosamente su bolso y se sentó lo más lejos posible de él. Para ayudarla a relajarse, Juan comenzó a hablarle de su familia.

“Tengo tres hijos”, dijo. “Jenny, Daisy y Beatriz, y son muy bonitas, ¡e inteligentes también! Y viene otro bebé en camino. Mi esposa y yo esperamos un niño”.

“Tengo nietos”, dijo Esther. “¡Y son una alegría!”.

“Sí”, dijo Juan. “Lo único que me preocupa es que el negocio no ha ido muy bien últimamente... Pero lo superaremos, supongo. ¡Siempre lo hacemos!”, agregó el hombre.

Cuando llegaron a la estación de servicio, Esther quiso retribuir la ayuda de Juan. Sacó su billetera. “¿Cuánto le debo?”, preguntó ella y Juan negó con la cabeza.

“No me debe ni un centavo”, dijo sonriendo. “Verás, mi esposa y yo tenemos un juego que les enseñamos a nuestras hijas llamado Cadena de Amor. Hacemos algo por alguien, y esta persona tiene que transmitirlo”.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“Entonces, la próxima vez que vea a alguien que parece necesitar ayuda, debe mantener la cadena en marcha. Ayude al necesitado y recuerde mi nombre, Juan Marrero”.

Esther entró en la estación de servicio y llamó a una grúa para que fuera a buscar su auto. Luego entró al restaurante de al lado y pidió una taza de café caliente.

La camarera era una mujer bonita de unos treinta años con una gran panza de embarazada. Se notaba que estaba agotada de tanto trabajar, pero aun así sonreía.

Tan pronto como vio a Esther, su rostro mostró preocupación y fue a buscar una toalla. “¡Pobrecita!”, dijo la mujer. “¡Use esta toalla para secarse y ya le traigo una taza de té caliente!”.

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La mesera también le trajo una ponchera con agua tibia para que calentara sus pies, y en poco tiempo, Esther se sentía mucho mejor. Vio llegar la grúa y le pidió la cuenta a la camarera.

La mujer mayor le entregó $100 a la mesera y esta fue a buscar el cambio de la clienta. La señora aprovechó para irse silenciosamente en ese momento. Cuando la mesera regresó, se sorprendió al encontrar otros $500 dólares debajo de la tetera junto con una nota.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Decía: “Hace un rato, una persona amable me ayudó y ahora quiero ayudarte. No tienes que darme el cambio. Tampoco dejes que esta cadena de amor se rompa”.

La camarera tenía lágrimas en los ojos. Corrió a casa al final de su turno y encontró a su esposo profundamente dormido en el sofá con sus tres hijas acurrucadas junto a él.

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Ella sonrió y lo besó en la frente. “Te amo, Juan Marrero”, susurró.

Unos días después, Juan se sorprendió al descubrir que él y su Cadena de Amor eran el tema de una noticia, y todo porque ayudó a la anciana. Esther resultó ser una chef famosa y abrió una página de GoFundMe para Juan y su familia.

Ella se comprometió a duplicar lo que el público donara y terminaron recaudando $112.000. ¡Juan logró recuperar su negocio y terminar con sus problemas económicos con el dinero que recibió!

¡Además, Esther, la famosa chef, se convirtió en la madrina del nuevo bebé!

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

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  • La bondad es una fuerza que puede cambiar el mundo. La bondad de John hacia la anciana inició una cadena de amor y bondad que se extendió por todo el mundo.
  • La bondad es recompensada por el destino. Juan y su esposa fueron recompensados ​​por la generosidad de la anciana, aunque ella no sabía que eran pareja.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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