Dueño de casa de retiro echa a señora de 52 años tras descubrir que está embarazada - Historia del día
El dueño de una casa de retiro echó cruelmente a una señora mayor después de descubrir que estaba embarazada. Pero no estaba tan sola como imaginaba.
Cecilia Pereira nunca imaginó que se registraría en un hogar de retiro a los 52 años. Pero la vida le había jugado una serie de bromas desagradables y no tenía a dónde ir. Todo lo que quedaba de la fortuna que su marido le había dejado era ser miembro de la aldea de jubilados, así que allí se instaló.
La recepcionista observó a Cecilia con mirada confusa. "Sí, Sra. Pereira, de hecho, es miembro de la aldea, ¡pero es un poco más joven que nuestro residente promedio!", precisó la empleada.
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Cecilia sonrió amargamente. "Sí, lo sé, pero si mi esposo Harold no hubiera fallecido hace cuatro años, ya estaría viviendo aquí. Por favor llame al administrador".
El administrador revisó todos los registros de Cecilia y asintió. "Sí, por supuesto, Sra. Pereira, todo está de acuerdo con las normas del lugar. Usted está retirada, y junto a su difunto esposo eran miembros de la Villa de los Años de Oro. ¡Puede mudarse de inmediato si lo desea!".
Llamó a una joven enfermera, Jessica Hernández, para que le mostrara a Cecilia una bonita cabaña que sería su hogar por el resto de su vida.
La aldea de retiro fue pagada por un fideicomiso establecido por su esposo para garantizar su comodidad en sus últimos años. Era todo lo que le quedaba a Cecilia.
Jessica se sorprendió de ver a una mujer tan joven establecerse y se propuso hacerse amiga de Cecilia. La nueva residente parecía triste y la enfermera trató de animarla. "Es usted muy bonita, Sra. Pereira", dijo. "¡Tendrás a todos los hombres enamorados de ti!".
Cecilia negó con la cabeza. "¡No!", expresó llorando amargamente. "¡Enamorarme es lo último que necesito! ¡El amor no ha sido la mejor opción en los últimos meses de mi vida!".
Jessica cambió rápidamente de tema para evitar que la dama siguiera llorando y pudiera mostrarle el lugar donde se iba a instalar.
“¿Vendrá al comedor a cenar, señora Pereira, o preferiría comer en su cabaña?”.
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Cecilia suspiró. "Iré al comedor, aunque para ser honesta, no tengo mucho apetito". Jessica sonrió. La Sra. Pereira podría no tener mucha hambre, pero ciertamente había estado ganando algo de peso y los kilitos de más la hacían lucir bien.
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Durante las siguientes seis semanas, Jessica notó que Cecilia se estaba volviendo bastante corpulenta. Sin embargo, lucía un poco enferma. La viuda le había dicho a la enfermera que había estado teniendo náuseas muy seguido.
Al ver a la señora Pereira agacharse para recoger una revista, a Jessica se le ocurrió una idea extraña. “¿Será que está embarazada? ¡Seguramente no a su edad!", pensó la enfermera.
“Podría ser algún otro problema de salud que la haya hecho hincharse”, razonó la empleada, así que esa noche, después de la cena, Jessica le hizo una sugerencia.
"Se ha estado quejando de náuseas por un tiempo, señora Pereira", dijo Jessica. "Creo que debería ver al médico. Si me permite, le haré una cita mañana por la tarde".
Cecilia estuvo de acuerdo. Ella no se había sentido bien en absoluto. Estaba constantemente cansada y sentía mucho sueño durante el día. Definitivamente, algo andaba mal con ella, más allá de su tristeza.
Al día siguiente, Cecilia tuvo una de las mayores sorpresas de su vida. El doctor la examinó, luego frunció el ceño. "Sra. Pereira, me gustaría hacer una ecografía rápida", dijo. La viuda se acostó boca arriba y el médico le estaba pasando la sonda por la barriga.
Ella lo escuchó respirar profundamente. "¡Ay Dios mío!", exclamó. Cecilia estiró el cuello para tratar de mirar la pantalla, para ver qué había impactado tanto al médico. Pero él la empujó hacia atrás y pasó la sonda por su barriga una vez más como si no pudiera creer lo que estaba viendo.
"¡Estás embarazada!", dijo el médico con la respiración agitada. "¡Por lo menos cuatro meses!".
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Cecilia estaba sin aliento. "¡Eso es imposible!", gritó: "Tengo 52 años, estoy en la menopausia..." Pero resultó que estaba embarazada y, aparte de lo obvio, ahora enfrentaba una nueva serie de problemas.
El dueño llamó a Cecilia y le dio las malas noticias. "Me temo que tendrá que dejarnos, Sra. Pereira. Como debe darse cuenta, no estamos establecidos como una instalación que pueda atender a mujeres embarazadas o niños".
"¡Pero no tengo adónde ir!", exclamó Cecilia. "Y aportamos lo suficiente al fondo fiduciario".
"Sra. Pereira", dijo el administrador, "no se trata del dinero, se trata de las regulaciones. Podría dar al niño en adopción y regresar después del nacimiento".
Cecilia se negó a tomar esa opción. No iba a renunciar al único hijo que había concebido. Así que hizo sus maletas. No tenía idea de adónde iba a ir. Volvió a estar en la calle en el breve espacio de tres meses, y esta vez no había ningún refugio esperándola. Entonces entró Jessica.
“Señora Pereira”, dijo en voz baja. "Sé que no tiene adónde ir, entonces, ¿qué tal si viene a casa conmigo?".
Cecilia comenzó a llorar. No estaba acostumbrada a la amabilidad y la repentina oferta de Jessica la conmovió profundamente.
Esa noche, en el acogedor hogar de Jessica, Cecilia le contó su historia. "Harold era 20 años mayor que yo, y cuando falleció, estaba tan sola... Fue entonces cuando conocí a Mateo. Tenía la mitad de mi edad, pero parecía estar enamorado de mí. Me hizo sentir hermosa y joven”.
"De todos modos, supongo que sucedió lo habitual. Resultó que era un estafador y terminó robándome todo lo que tenía, incluyendo mi casa. Todo lo que me quedaba era el fideicomiso de la Villa de los Años de Oro”.
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“Nunca imaginé que podría quedar embarazada. No a mi edad, no después de todos los años que Harold y yo intentamos concebir un bebé y fallamos. Así que ahora aquí estoy, con cincuenta y dos años, sin un centavo a mi nombre y con un bebé en camino".
"Mañana vamos a ir a la policía", dijo Jessica con firmeza. "Estoy segura de que Mateo probablemente ha estafado a otras personas antes y tiene antecedentes. ¡Hagamos justicia contigo!".
Cecilia obtuvo justicia, como Jessica había planteado, Mateo tenía antecedentes y había robado a muchas mujeres mayores y viudas. Con el testimonio de Cecilia, arrestaron al delincuente de cuello blanco y le devolvieron sus bienes. ¡Tenía su hogar otra vez!
Cuando nació su bebé, Jessica estuvo a su lado. Se convirtió en la madrina del niño que trajo al mundo Cecilia y también pasó a ser su mejor amiga.
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La viuda no podía creer cómo se había transformado su vida. Ahora tenía una familia y su propia casa. Además, contaba con una amiga maravillosa.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La vida puede traer bendiciones inesperadas: Cecilia nunca imaginó que se convertiría en madre a su edad, pero terminó teniendo la familia que siempre había querido.
- Los peores eventos pueden traer maravillosas oportunidades: Ser estafada por Mateo terminó trayendo una bendición en forma de bebé a la vida de Cecilia.
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