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Fachada de una casa destruida. | Foto: Shutterstock
Fachada de una casa destruida. | Foto: Shutterstock

Millonario no visitó a sus hijos durante años: regresa a casa y la ve destruida - Historia del día

Mayra Pérez
15 abr 2022
16:30

Michael llegó a casa, tras uno de sus muchos viajes de negocios, y descubrió que esta había sido destruida por un tornado. Luego, cada uno de sus tres hijos fue apareciendo uno por uno con algo impactante que decir.

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Michael se bajó de su automóvil y quedó sorprendido por la escena que tenía delante. Varias personas estaban reunidas alrededor de su casa, mirándola con atención y hablando entre sí. Entonces se preocupó.

No había visto a sus hijos durante tantos años y no podía imaginar por qué había tanta gente reunida en el que había sido su hogar por tanto tiempo.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

“¿Qué está pasando?”, se preguntó. Al acercarse entendió todo. Era peor de lo que había imaginado. Su casa estaba completamente destruida. De inmediato empezó a llamar a sus hijos.

Después, se dedicó analizar lo ocurrido. Era la única propiedad del lugar que mostraba ese nivel de daño. La casa estaba ubicada en un pequeño pueblo, algo distante de las otras.

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Esa propiedad tenía un gran valor sentimental para él. Allí había criado a sus tres hijos después de la prematura muerte de su esposa, Clarisa. Ahora eran adultos y cada uno tenía su propio hogar.

Nadie había vivido en esa hermosa casa por muchos años, y aun así no podía evitar sentirse triste y conmocionado al verla destruida. También le preocupaba el dinero que necesitaría para repararlo, a pesar de que no tenía problemas económicos. De repente, una voz a su izquierda interrumpió sus pensamientos.

“No te preocupes, papá. Vendimos la casa recientemente”, reveló Sebastián, su primogénito.

Miguel no podía creerlo. “¿En serio? Caramba, hijo. ¡Qué suerte!”. Estaba aliviado de saber que ya no era su problema. Aunque se sentía un poco culpable por el nuevo comprador.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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De repente, otra voz sonó desde su derecha. Era su segundo hijo, Sergio, quien tenía más información al respecto: “Bueno, en realidad, el comprador solo hizo un pago parcial. Seguramente se van a retractar ahora”, reveló.

Michael sintió que se le aceleraban los latidos del corazón. “Tienes razón, hijo. No hay forma de que compren esto. Vamos a tener que gastar mucho dinero para que la casa vuelva a su antigua gloria. Los compradores van a pedir la devolución de dinero”.

“Sí”. Estaba de acuerdo Sergio y frunció los labios mientras todos se volvían y miraban el daño. Las otras personas que estaban alrededor de la casa comenzaron a irse.

“Entonces, ¿por qué vendieron la casa, muchachos?”, preguntó Michael, que ignoraba completamente lo ocurrido.

“Nunca vienes, papá. Y pensamos que sería mejor. Por supuesto, te íbamos a dar tu parte del dinero”, comentó Sebastián, pateando algunos de los escombros.

Sebastián tenía razón. Michael hacía tantos viajes de negocios al año que nunca estaba en casa.

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“No parecía correcto que esta casa estuviera vacía todo el tiempo. Una familia debería vivir aquí”, intervino Sergio. “Bueno, eso es discutible ahora de todos modos. Llamaré al agente inmobiliario para que hable con el comprador”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

“Eso no será necesario”, dijo una voz diferente. Todos se giraron para ver al tercer hijo de Michael, Carlos, que caminaba hacia la casa y observaba todo el daño. “Yo era el comprador”.

“¿Qué?”, preguntó Michael, sorprendido una vez más. La tarde estaba resultando llena de emociones, pero las palabras de Carlos fueron las más sorprendentes.

“¿Por qué harías eso? ¡También es tu casa!”, se quejó Sergio con su hermano menor.

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“Quería comprarla porque siempre me ha encantado este lugar. Me mudé solo porque nuestra sociedad nos obliga a hacerlo a los 18, pero esta es... bueno... era la casa perfecta para vivir. Es la mejor casa para una familia, y creo que estoy listo para comenzar la mía”.

“Le pedí al agente de bienes raíces que mantuviera mi nombre en secreto. Quería pagar el precio completo, y sabía que ustedes lo bajarían si supieran que yo era el comprador”, explicó encogiéndose de hombros y metiendo sus manos en los bolsillos.

Sus hermanos se rieron de la extraña situación, y Michael miró a cada uno de ellos con cariño. Se habían convertido en grandes hombres prácticamente solos; él siempre estaba fuera, viajando y ganando dinero.

Pero luego, pensó en la vida y en la facilidad con la que tus emociones pueden cambiar. Puedes ser feliz en un momento y todo puede cambiar al siguiente.

“Ok, tenemos mucho trabajo que hacer muchachos. Llamemos y contratemos a algunas personas. Reconstruiremos esta casa, y Carlos, solo tienes que pagarle a tus hermanos su parte. Es tuya si la quieres”, declaró Michael.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Los hermanos sonrieron y estuvieron de acuerdo con su padre. Les emocionaba la idea de volver a estar juntos en el mismo hogar donde habían crecido, esta vez para devolverle su belleza.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Las emociones son poderosas. Michael experimentó distintas emociones en un mismo día, que le hicieron reflexionar sobre lo que era importante en la vida, su hermosa familia.
  • La vida te puede sorprender. La casa familiar fue destruida por un tornado y así descubrieron que Carlos había sido el comprador, lo que permitió que todos se unieran para su reconstrucción.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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