Hombre mayor lleva a esposa a la ciudad donde creció: ella ve a un mendigo que es idéntico a él - Historia del día
Un anciano decidió mostrarle a su esposa la ciudad dónde creció, solo para que ella notara a un mendigo que era muy parecido a él. Ella lo confrontó al respecto, preguntándole si tenía un hermano del que nunca le había hablado y su respuesta la sorprendió.
Tomás y Mariela disfrutaban de la vida como una pareja jubilada después de ganar lo suficiente para mantenerse mientras vivieran. Tuvieron hijos y nietos cariñosos que los mimaban y les proporcionaban todo lo que podían necesitar.
Después de que decidieron no trabajar más, planearon hacer una aventura juntos. A Tomás se le ocurrió la idea de llevar a su esposa, Mariela, a Europa, particularmente a España, el país donde nació.
Tomás se crio en un orfanato y nunca supo quiénes eran sus padres biológicos. Fue solo cuando estaba en la universidad que se mudó a Estados Unidos, donde recibió una beca completa para estudiar ingeniería.
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Gracias a su inteligencia y habilidades, le ofrecieron una visa de inmigrante para permanecer en dicho país y poder trabajar. Cuando conoció a Mariela había tomado la decisión de no regresar a Europa tras terminar la carrera.
Sin embargo, décadas después, sintió que era hora de volver a sus raíces. La pareja viajó a España y Mariela se enamoró de sus paisajes. Estaba hipnotizada por la hermosa arquitectura y de su elocuente gente.
Tan pronto como se instalaron en su hotel, procedieron a almorzar en un café cercano. Mientras Tomás hablaba con el mesero adentro, Mariela se sentó en una mesa al aire libre y admiró su entorno.
Mirando a su alrededor, observó a un hombre sin hogar sentado al costado de la calle y notó que se veía exactamente como su esposo. Sus ojos se abrieron con incredulidad. "¿Cómo es posible?", pensó.
Tomás se sentó frente a ella un par de minutos después, e inmediatamente preguntó: "¿Tienes un hermano?".
Se rio, confundido por la pregunta aleatoria que su esposa le hizo de repente. "Por supuesto que no, cariño. ¿Por qué preguntas eso?".
"Mira a ese hombre al otro lado de la calle", hizo un gesto. "¿No ves el sorprendente parecido?".
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Tomás no pudo evitar respirar agitadamente. "¡¿Qué?!", exclamó, desconcertado. "Se ve exactamente como yo. ¿Cómo es eso posible?".
Le pidieron al mesero que cuidara su mesa, y de inmediato se acercaron al hombre. Tan pronto como el hombre vio a Tomás y a Mariela caminando hacia él, se puso de pie. "¿Tomás? ¿Te llamas Tomás? ¡Esto es un milagro! ¡Nunca pensé que llegaría este momento!", dijo.
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La pareja invitó al hombre a almorzar con ellos. Se sentaron en su mesa del restaurante y una vez instalado, el indigente se presentó como Roberto.
"Mis padres... quiero decir, nuestros padres, cuando nacimos, reconocieron que no serían capaces de criar gemelos. Vivían en la pobreza, y no tuvieron más remedio que enviarte a un orfanato para asegurarse de que vivieras", explicó.
"No sé cómo, pero me mantuvieron. Me pudieron alimentar y me criaron como su único hijo. Pero cuando tenía 13 años, de repente me abandonaron en la casa de nuestro vecino. Dijeron que volverían, pero nunca llegaron", dijo Roberto mientras devoraba su plato de sopa.
"Fue a través de mis vecinos que descubrí que tenía un hermano gemelo. Eran buenos amigos de nuestros padres. Viví con ellos durante cuatro años antes de irme, ya que no quería convertirme en una carga para ellos", detalló Roberto.
"¿Así fue como terminaste en la calle?", preguntó Tomás mientras Mariela escuchaba pacientemente la historia.
Roberto asintió. “Ganaba dinero en la calle como animador, pero no he tenido forma de ganarme la vida desde que lo prohibieron. Me las he arreglado mendigando y pidiendo comida en restaurantes que tienen la amabilidad de darme las sobras".
Mariela se sintió triste por el destino de su cuñado y tomó una decisión en nombre de su esposo: "Te conseguiremos un pasaporte y volarás a los Estados Unidos con nosotros, Roberto".
Tomás le dirigió a su esposa una sonrisa de agradecimiento y procedió a abrazar a su hermano. "No te preocupes, hermano. Vivirás una buena vida allá con nosotros", le aseguró.
Tomás y Mariela pasaron otras dos semanas en España, donde viajaron junto a su guía turístico, Roberto. Hicieron hermosos recuerdos juntos mientras esperaban que el gobierno español tramitara su pasaporte.
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Cuando volaron de regreso a Estados Unidos, llevaron a Roberto a su casa. Llamaron a sus hijos y nietos y lo presentaron. Roberto comenzó a aprender a hablar inglés a través de un tutor que contrató Mariela. Ella no quería que el idioma fuera un freno para el desarrollo de su cuñado.
Desde entonces, se reunían felizmente todos los fines de semana y disfrutaban juntos de deliciosas comidas caseras. Los nietos de Tomás y Mariela amaban a Roberto y les divertía saber que tenían dos abuelos exactamente iguales.
"¡Dos abuelos igualitos!", comentó Tim, uno de sus nietos. "Ahora tenemos que escuchar el doble de historias iguales".
"No, Tim. No tienes idea de lo diferentes que son nuestras historias. Estoy seguro de que al abuelo Roberto le encantaría contarte algunas", sonrió Tomás, abrazando a su hermano, que estaba sentado a su lado en la mesa.
"Así que esto es lo que es la familia. Estoy agradecido con todos ustedes por aceptarme aquí. Los amo a todos", les dijo Roberto.
Desde entonces, Roberto fue el tercero a bordo en las aventuras de Tomás y Mariela. Viajaron juntos por el mundo, en parte para que Roberto nunca se quedara por mucho tiempo en los Estados Unidos y no tuviera ningún problema legal hasta que pudiera conseguir la residencia permanente.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo: Roberto vivió la mayor parte de su vida en la pobreza, pero Tomás y Mariela lo ayudaron a comenzar una nueva vida en Estados Unidos, rodeado de mucho amor y apoyo de su familia.
- Las personas destinadas a estar en tu vida siempre encontrarán el camino de regreso: A pesar de que eran mayores, la vida encontró la manera de que los gemelos se vieran por primera vez en sus vidas. Esto les permitió volver a conectarse y vivir el resto de sus vidas juntos.
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