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Un hombre recogiendo basura | Foto: Shutterstock
Un hombre recogiendo basura | Foto: Shutterstock

Cada día, viuda ve a joven solitario limpiando la basura afuera de su casa - Historia del día

Georgimar Coronil
23 abr 2022
16:30

Una viuda se dio cuenta de que un joven limpiaba la basura de su casa todos los días, sin saber el motivo. Buscó respuestas y lo que el chico le contó tocó su corazón.

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Eduardo vivía en un pequeño pueblo con su madre y su casa estaba junto a la propiedad de una señora llamada Alicia.

Su madre Cristina lo crio con mucho amor y cuidado, con la esperanza de que algún día se convirtiera en un hombre amable y gentil.

Cristina trabajaba en su granja para poder mantener a la familia. Cuando Eduardo estaba pequeño, Alicia solía ayudarla haciendo que el niño se quedara en su casa todas las tardes mientras ella estaba cosechando sus cultivos.

Desgraciadamente, pocos años después, la viuda empezó a tener diferentes problemas de salud y le pidió a Cristina que no llevara más a Eduardo a su casa, pues ya no podía cuidarlo como antes.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Alicia tenía dos hijos que vivían lejos de ella, pero venían los fines de semana. Sin embargo, no iban a visitarla, sino a festejar con sus amigos.

Casi todos los fines de semana, los sujetos se quedaban en su casa. Salían al atardecer para ir de fiesta y regresaban al amanecer.

Se comportaban de forma grosera con su madre, a la que consideraban una mujer solitaria. Además, a veces hacían fiestas en el patio de la casa con sus amigos. Desordenaban todo y no limpiaban después.

"¿Por qué no cenamos temprano antes de que se vayan?", les preguntaba a menudo Alicia.

"No hace falta, mamá. Vamos a comer algo en el pueblo. No nos esperes despierta", le respondían.

A Alicia le entristecía que sus dos hijos le pudieran dedicar tiempo a sus amigos pero no a ella. No tuvo el valor de pedirles que limpiaran lo que ensuciaban porque tampoco quería que dejaran de venir. Prefería que ensuciaran la casa todos los fines de semana a no verlos.

Un día, después de que sus dos hijos volvieran a sus casas, el desorden empezaba a pasarle factura a Alicia. Ya no soportaba el hedor que salía de su patio, pero no podía hacer nada al respecto porque su estado de salud no se lo permitía.

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Rezó por un milagro, esperando que algún fenómeno natural eliminara la basura de su patio. Aunque eso no ocurrió, sí escuchó un ruido procedente del exterior, de alguien barriendo. Alicia se durmió con ese ruido y al día siguiente se despertó y volvió a oír a alguien barriendo.

Miró por la ventana y vio a Eduardo limpiando su jardín. Temiendo que su salud se deteriorara aún más si se exponía al exterior, se quedó en casa.

Sin embargo, después de varios días de ver a Eduardo limpiando, no pudo soportarlo más. Llamó a la madre del chico por teléfono, preguntándole por qué el joven limpiaba la basura de su casa.

"No sé nada de eso, señora Alicia", respondió Cristina. "Tendrías que preguntarle al propio Eduardo".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

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Con eso, Alicia invitó a Eduardo a venir. Después de abrir la puerta, se sentó en el sofá y le preguntó al chico por qué seguía limpiando su jardín.

"Cuando le pregunté a mamá por qué ya no venías a vernos, me explicó que te costaba respirar por el aire contaminado del exterior", explicó él. "Así que pensé que si intentaba limpiar tu patio, podrías volver a salir y disfrutar del aire fresco".

Alicia se sintió conmovida por el gesto de Eduardo. Se dio cuenta de que Cristina no podía explicarle su enfermedad al chico, así que le dijo que le resultaba difícil estar al aire libre debido a la contaminación.

"Qué muchacho dulce. En tantos años, nadie se ha preocupado por mí como tú", dijo entre lágrimas. "Gracias, hijo mío. Ahora me siento mucho mejor gracias a tu ayuda", expresó.

Eduardo sonrió. "¿De verdad, señora Alicia? ¿Se siente mucho mejor?", le preguntó.

Alicia asintió. "Así es. ¿Te gustaría dar un pequeño paseo conmigo fuera?", contestó.

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Todos los días después de eso, Alicia y Eduardo daban rápidos paseos por el patio de la casa. Aunque empezaron con distancias cortas, estos paseos acabaron haciéndose más largos hasta que Alicia consiguió caminar hasta la casa de Eduardo, donde cenaban y conversaban con su madre.

Alicia se sorprendió de que sus paseos diarios con Eduardo acabaran ayudando a mejorar su salud. Le permitía mantenerse activa e inhalar aire fresco.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Un día, mientras paseaban, Eduardo se dio cuenta de que Alicia caminaba mucho más rápido que antes. Le preguntó: "¿Le han curado los médicos, señora Alicia?".

Alicia miró al inocente muchacho y sonrió. "No, cariño. Tú me has curado", respondió abrazándolo.

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La mujer estaba tan agradecida por todo el amor que le había brindado Eduardo, que decidió modificar su testamento, dejando una herencia al joven en lugar de a sus hijos.

Cuando Alicia murió varios años después, sus hijos descubrieron que había dejado su casa a Eduardo y se enfurecieron, acusando a Cristina y a él de manipular a su madre. "¿Qué clase de plan hicieron con nuestra madre?", dijeron.

"No hemos hecho ningún plan. De hecho, no necesito la casa de la abuela Alicia. Pueden quedársela. Lo único que pido es que me presten 50 dólares y pasen el día conmigo", les dijo Eduardo.

Los dos hombres se burlaron. Le entregaron un billete de 50 dólares y procedieron a preguntar: "¿Qué tienes planeado para nosotros?".

"Vengan conmigo", dijo Eduardo, caminando hacia la ciudad. Llevó a los dos hombres a una floristería, donde compró un gran ramo de flores. Luego los sacó de la floristería y los llevó a la calle en silencio.

"¿A dónde vamos? ¿Nos llevas a una cita?", se burló uno de los hijos de Alicia.

"Sigan caminando", les dijo Eduardo.

Finalmente, llegaron al pequeño cementerio de su pueblo, donde Alicia fue enterrada. Eduardo los condujo hasta la tumba de Alicia y colocó en ella el precioso ramo de flores.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Me he dado cuenta de que nadie le llevó flores a la abuela Alicia durante su funeral", dijo Eduardo. "Ella se merece un hermoso ramo por su abnegación, amor y compasión. Si no pueden hacerlo por ella, no se preocupen, yo lo haré", expresó.

Los dos hijos de Alicia se quedaron sin palabras. En ese momento cayeron en la cuenta de lo mal que habían tratado a su madre cuando estaba viva, e incluso ahora que estaba muerta.

Los hijos de Alicia se miraron con culpa. Se dieron cuenta de que en los últimos años se habían centrado en cosas tan superficiales que habían descuidado a la única persona que les había mostrado un amor genuino e incondicional.

Esa noche, Eduardo estaba cenando con Cristina cuando alguien llamó a su puerta. Al abrir, se sorprendió al ver a los hijos de Alicia. "¿Olvidaron algo?", les preguntó.

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"No", dijo uno de ellos. "Sentimos haberte acusado de aprovecharte de nuestra madre. Deberíamos estar agradecidos de que te haya tenido a ti para cuidarla todos estos años".

"Por favor, insistimos en que te quedes con su casa. De todos modos, no pensamos vivir allí", le dijo el otro hijo, entregándole la llave.

Eduardo se negó al principio, pero los dos hombres insistieron. Al final, el chico se comprometió a cuidar la casa y a reconstruir la granja que Alicia y su marido habían levantado con mucho esfuerzo.

Los hombres siguieron visitando la casa cada fin de semana, esta vez no para hacer fiestas, sino para asegurarse de que Eduardo y Cristina tuvieran todo lo necesario para vivir cómodamente.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Las buenas acciones siempre tienen una recompensa: Eduardo hizo todo lo posible por ayudar a Alicia sin esperar nada a cambio. Al final, recibió una gran recompensa por su bondad y dedicación. Mientras tanto, sus hijos, que no se preocupaban por ella en absoluto, no recibieron nada.
  • La bondad genera milagros: Aunque el gesto de Eduardo de limpiar la propiedad de Alicia no le devolvió la salud, la forma en que la apoyó y se mostró por ella cada día la fortaleció y le dio la motivación para llevar un estilo de vida más saludable.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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