Años después de la muerte de artista, su hijo indigente encuentra una pintura suya en un basurero - Historia del día
Alex siempre odió un cuadro que su padre tenía colgado en la sala de estar. Así que lo tiró cuando el anciano murió. Años más tarde perdió todo, incluida su casa, y descubrió la pintura en un contenedor de basura.
Mateo era un artista que pintaba cuadros siempre que podía. Pero su ingreso principal era un trabajo nocturno limpiando un restaurante y un trabajo de medio tiempo como albañil los fines de semana.
Su esposa, Marta, se quedaba en casa cuidando a sus cinco hijos y no podía ayudarlo trabajando para pagar las cuentas. Pero ambos hacían lo mejor que podían por su familia.
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Sus hijos lograron estudiar y graduarse con honores. Eran grandes atletas y crecieron con salud, que es lo que cualquier padre espera para su prole. Fueron capaces de destacarse en todo a pesar de sus limitaciones financieras.
Un día, Mateo pintó una pieza en particular y la colgó en su sala de estar. Era un hermoso retrato que se podía vender por mucho dinero, pero el artista no tenía intenciones de hacer eso.
Su hijo mayor, Alex, siempre se preguntó por qué no ganaba dinero con su arte. Pensaba que era un desperdicio, pero su padre se negaba a vender su obra.
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Cuando los hijos de Mateo y Marta crecieron, la madre tenía más tiempo y consiguió un trabajo, por lo que la familia comenzó a recibir más dinero.
Eventualmente, el padre abrió un taller de arte, ofreciendo clases y conferencias especiales. Entonces se hizo increíblemente popular debido a su talento. Finalmente, más clientes comenzaron a encargarle pinturas y la familia no tuvo que pasar más dificultades económicas.
Los padres compraron una casa más grande. De esta manera sus hijos tendrían su propio espacio. Una vez que se mudaron al nuevo lugar, Alex sugirió tirar la pintura vieja, pero su padre se negó por alguna extraña razón.
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“No, hijo. Este cuadro se viene con nosotros a la nueva casa, y estará expuesto en la sala de estar donde todos puedan verlo”, le dijo Mateo, mirando el cuadro.
“Pero papá, podrías venderlo fácilmente. Creo que es mejor hacer uno nuevo para la sala, para conmemorar nuestro nuevo comienzo. Tenemos que dejar lo viejo en el pasado”, insistió Alex, pero Mateo negó con la cabeza una vez más.
“Algún día lo entenderás”, dijo el hombre mayor, mirando a su hijo y palmeando su hombro ligeramente.
El artista colgó el cuadro en la sala, tal como prometió. Alex también lo ayudó a hacerlo, a pesar de que no le gustaba la pieza. Todavía no entendía la fijación de su padre con eso.
Desafortunadamente, Mateo falleció justo antes de que su hijo ingresara a la universidad, y el joven estaba tan devastado por la pérdida que tomó la pintura y la tiró a la basura después del funeral.
Su madre lo dejó porque sabía lo mal que se estaba sintiendo, y sus otros hermanos también lo entendieron. Se olvidaron de todo durante mucho tiempo y trataron de seguir adelante lo mejor que pudieron.
Después de la muerte de Mateo, Marta comenzó a administrar su taller y su familia continuó ganando un buen dinero. Alex se fue a la universidad y se convirtió en arquitecto. Era famoso en su ciudad al igual que su padre. Pero tuvo aún más éxito a su corta edad.
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Tenía un gran apartamento en el centro de la ciudad y trabajó incansablemente durante varios años después de la universidad. Pero su increíble vida dio un giro terrible.
Estalló un escándalo y fue acusado de corrupción. Para cuando logró limpiar su nombre, su reputación en el campo había sido destruida.
Ya no podía conseguir ningún trabajo y decidió estudiar negocios en el colegio comunitario para cambiar su carrera. Pero sus ahorros se estaban acabando.
Finalmente, el propietario decidió no renovar el contrato de arrendamiento de su apartamento porque había oído hablar de él en las noticias. Fue un desastre. Incluso perdió su automóvil porque ya no podía mantenerse al día con los pagos. Pero siguió estudiando.
Alex era demasiado orgulloso como para volver a casa, aunque sabía que su madre le daría la bienvenida. Estaba demasiado avergonzado de enfrentarse a la familia tras los problemas que arruinaron su nombre.
Debido a esto dejó de contestar las llamadas de sus seres queridos. Sus hermanos intentaban contactarlo, pero él también los evitaba. Quería salir de su agujero antes de volver con su familia.
Cuando su padre se hizo famoso y salieron de la pobreza, juró que no volvería a vivir así. Esta situación había dañado su ego y tenía que rehacer su vida de alguna manera. Pero lo quería hacer por su cuenta.
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Se quedaba en un lugar apartado debajo de un pequeño puente en la ciudad y estudiaba con su teléfono y computadora portátil. Lo cargaba en edificios públicos o en la biblioteca del colegio comunitario siempre que podía.
Se duchaba en refugios todos los días. Continuó inscribiéndose en clases usando la dirección de su madre. Un día, mientras caminaba de regreso a su lugar secreto, vio algo extraño en un contenedor de basura.
Era un lienzo y mostraba una imagen que no había visto en muchos años. “Dios mío”, susurró mientras agarraba el marco. Era el cuadro de su padre, y no tenía idea de cómo había terminado en ese basurero, pues lo había tirado hacía muchos años.
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Salió de sus pensamientos después de darle la vuelta al lienzo. Su padre había escrito algo que nunca había visto, a pesar de haber sostenido en sus manos esa pintura muchas veces. Empezó a llorar pensando en su padre, y se prometió a sí mismo que pronto todo mejoraría.
Su papá y su mamá los habían criado a él y a sus hermanos trabajando arduamente a pesar de tener poco dinero. Con el tiempo habían logrado salir de su terrible situación financiera. Alex también podría hacerlo.
Volvería a mostrar su rostro a su familia cuando todo estuviera mejor, y nunca se desharía de esa pintura nuevamente. Su padre la había atesorado, y ahora sabía por qué.
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Así que Alex caminó de regreso a su escondite con el lienzo en la mano y miró la imagen esa noche mientras revisaba sus notas.
“Tenías razón, papá”, dijo y giró la pintura para ver la inscripción del artista.
Decía: “No siempre será así”.
Cuando las cosas mejoraron para Alex, su familia lo recibió con los brazos abiertos y se sorprendieron cuando devolvió la pintura a la sala de estar de su madre.
“Nunca debí haberla tirado”, les dijo. Sus hermanos sonrieron, aunque no les habló de la inscripción. Tenían que encontrarla por su cuenta algún día.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Todo mejorará al final. Puede parecer un cliché, pero eventualmente las cosas mejoran, ya sea con trabajo duro o porque el tiempo las hace menos dolorosas.
- Escucha la sabiduría de tus padres. A veces los padres hacen cosas inexplicables, pero se vuelven más evidentes una vez que maduras y experimentas la vida.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.