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Flickr/bptakoma
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Hijo de 16 años le prohíbe a su mamá ir a su cumpleaños porque ella no puede pagar el regalo que él quiere - Historia del día

Mayra Pérez
28 abr 2022
10:00

Una mujer quedó desconsolada después de que su hijo la rechazara en su cumpleaños número 16 por no darle el regalo que quería. Su abuelo decide enseñarle una valiosa lección que cambiará para siempre su forma de ver la vida.

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Michael era el único hijo de Helena. Ella lo había tenido que criar sola desde que su esposo murió cuando el niño tenía solo tres años.

Aunque vivían en una buena zona, Helena no era rica. A menudo cambiaba de trabajo y usaba la mayor parte de su dinero en cubrir los gastos de su hogar y mantener a su hijo.

Él asistía a una escuela pública ubicada en esa parte privilegiada de la ciudad, por lo que la mayoría de los niños que estudiaban allí tenían padres adinerados.

El peor temor de Michael era que sus compañeros supieran que ellos no tenían dinero, así que se decidió inventarse una vida falsa. Se jactaba de que su padre era fotógrafo en África, y su madre era una exitosa diseñadora.

La verdad era que Helena trabajaba como encargada de la limpieza en un bar. El trabajo de su madre avergonzaba profundamente a Michael, y por eso mentía al respecto.

El día antes de su cumpleaños número 16, Helena le preguntó emocionada si quería algo en particular como regalo.

Manos sostienen una pequeña caja de regalo. | Foto: Pexels

Manos sostienen una pequeña caja de regalo. | Foto: Pexels

“Todos mis amigos en la escuela andan en motocicletas. Yo también quiero una”, respondió su hijo, rápidamente.

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Helena suspiró. Sabía que no sería capaz de comprarle una motocicleta, ya que eran muy costosas y su presupuesto estaba al límite. Así que decidió comprarle una taza con un grabado especial. Era todo lo que podía permitirse.

Al día siguiente, Helena entró emocionada a la habitación de su hijo para darle su regalo, y Michael hizo una mueca al ver la pequeña caja.

“¿Qué es esto? Obviamente, una motocicleta no puede caber aquí”, dijo con frialdad mientras desataba la cinta. Abrió la caja y la arrojó sobre la cama tan pronto como vio la taza dentro.

“Lo siento, Michael. No tengo suficiente dinero para comprarte una motocicleta en este momento. Sin embargo, mira esta hermosa taza. ¡Eres tú conduciendo una motocicleta! Pensé que podría servirte de inspiración hasta que consigas la tuya propia”, dijo, recogiendo el obsequio.

Helena le dio un abrazo y trató de besar su mejilla. “Feliz cumpleaños, hijo”, le dijo. Michael la empujó y salió furioso de su habitación.

“¡Este es el peor cumpleaños de todos! No esperes que vuelva a casa hoy. Voy a tener mi fiesta en casa del abuelo, ¡y tú no estás invitada!”, gritó y cerró de un golpe la puerta.

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Michael había planeado invitar a sus amigos a su casa, pero como estaba molesto con su madre, fue en bicicleta a la casa de su abuelo. El anciano vivía cerca y había sido un destacado fotógrafo.

“¡Feliz cumpleaños Michael!”, dijo con emoción su abuelo, Gustavo. “¿Por qué la cara larga?”, preguntó al verlo con atención.

“Tuve una discusión con mamá. Me preguntó qué quería para mi cumpleaños, ¡y me compró una TAZA! ¿Qué va a hacer un chico de 16 años con una taza? Así que me fui de casa y decidí celebrarlo aquí. Ella no está invitada”, explicó muy molesto.

Un adolescente en su bicicleta. | Foto: Pexels

Un adolescente en su bicicleta. | Foto: Pexels

Su abuelo se quedó en silencio. No le agradó que Michael hablara así a su madre, quien lo amaba y cuidaba tanto. “Puedes invitar a tus amigos aquí. Pediré comida para todos”, dijo.

Cuando los amigos de Michael comenzaron a llegar, se quedaron asombrados ante las paredes cubiertas con hermosas fotografías de todo el mundo.

“¡Ser fotógrafo viene de familia!”, dijo uno de sus amigos, recordando que Michael les había contado que su padre era fotógrafo en África.

El cumpleañero asintió nerviosamente y les hizo un gesto para que se dirigieran hacia el jardín, donde su abuelo había instalado una mesa al aire libre. Una vez que se sentaron, Gustavo los invitó a comer.

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“¿Están todos aquí? ¡Espero que disfruten la fiesta! Tengo un pequeño regalo para mi nieto Michael mientras disfrutan de su comida. Espero que les guste”, dijo, encendiendo el proyector.

Los ojos de Michael y sus amigos estaban fijos en la pantalla improvisada. Vieron pasar imágenes del cumpleañero desde que era un dulce bebé hasta algunas fotografías más recientes.

De pronto, la madre de Michael comenzó a aparecer a su lado en las instantáneas. Cada diapositiva tenía subtítulos, que explicaban lo que estaban viendo:

“Mamá sosteniendo a Michael que llora en sus brazos en el hospital; mamá leyendo un libro a Michael; mamá consolando a Michael después de un mal partido de fútbol…”, se leía.

Algunas meriendas sobre una mesa al aire libre. | Foto: Pexels

Algunas meriendas sobre una mesa al aire libre. | Foto: Pexels

Michael no pudo contener las lágrimas. Corrió hacia su abuelo y lo abrazó. Gustavo le dijo: “Tu madre no tiene mucho dinero y piensas que no te ha dado nada, pero la verdad es que te ha dado mucho amor, comida, apoyo y abrazos a lo largo de los años”.

El jovencito asintió. “Lo sé, abuelo. Lo siento, no lo veía así. Estaba tan cegado por lo que otros tienen que no me di cuenta de lo que tengo: una madre amorosa que seca mis lágrimas cuando lloro, cuida de mí todos los días y me consuela cuando estoy triste o molesto”, reflexionó.

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Gustavo asintió y palmeó a Michael en la espalda. “Ya sabes qué hacer. Y no te preocupes, lo tengo todo cubierto”.

Michael se volvió hacia sus amigos y les dijo que volvería enseguida. Gustavo puso una película para entretenerlos, mientras el adolescente corría hacia su casa.

El joven se sentía avergonzado por la forma en que había tratado a su madre. La encontró sola en el mostrador de la cocina, tomando una taza de té. Su corazón se rompió al notar su tristeza.

“Lo siento mucho, mamá. No debí haberte tratado así, y menos dejarte sola hoy”, expresó. “Quizás otros chicos reciben muchos regalos, pero estoy muy feliz de tener una madre como tú, que me llena de cariño, amor y besos”.

Helena no pudo evitar llorar. Atrajo a su hijo para abrazarlo y lloraron juntos. “Lamento no poder darte una vida de lujos, hijo, pero hago todo lo posible. Espero que lo sepas”, dijo.

Miguel asintió. “Vivo una vida de lujos porque eres mi mamá. Te quiero muchísimo”, dijo, mientras tomaba su mano. “¡Ahora vamos, tenemos una fiesta a la que asistir!”.

Para Michael, ese fue por lejos uno de sus más felices cumpleaños. Estaba con las dos personas que más amaba: su madre y su abuelo. Fue uno de los mejores días de su vida.

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Una sala al aire libre con una pantalla gigante. | Foto: Pexels

Una sala al aire libre con una pantalla gigante. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

Debemos valorar el esfuerzo que hacen nuestros padres por cuidarnos. La labor de los padres es cuidar con amor y sembrar valores en sus hijos, no llenarlos de regalos o de ropa costosa. Su valía está en prepararlos para la vida.

El amor de una madre no tiene precio. Michael tuvo la suerte de tener una madre que se preocupaba profundamente por él, y aunque le costó entenderlo, lo hizo a tiempo para rectificar su mal comportamiento.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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