Maestro no se presenta en la escuela después de escuchar a los niños burlarse de niña cuyo papá es recolector de basura - Historia del día
Un profesor escucha a uno de sus alumnos burlarse de una niña cuyo padre es recolector de basura y decide darle una lección de valores que nunca olvidará.
Jefferson Hernández era un maestro al que le encantaba enseñar. Le encantaba especialmente nutrir mentes jóvenes y brillantes y ayudarlos a alcanzar su máximo potencial.
Carolina Noguera, de ocho años, era una de las alumnas favoritas de Jefferson. Era una niña dulce y muy tímida, a la que el maestro había estado tratando de persuadir para que fuera más participativa en clase.
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Pero, en cambio, ella se estaba retrayendo más profundamente en su caparazón, y el dedicado educador descubrió por qué.
Se quedó solo en su salón de clases después de la última campana, y escuchó voces burlonas provenientes del pasillo cerca de los casilleros. "¡No la toques!", dijo un niño. "¡Ella hiede!"
"Claro que no", refutó la niña.
"Claro que sí, ¡apestas!", se burló el niño. "¡Igual que tu papá!".
"¡Mi papá no huele mal!", sollozó la niña.
"Es un recolector de basura, ¿crees que huele a rosas?", se burló el niño.
El maestro se levantó, abrió la puerta y caminó lo más silenciosamente que pudo por el pasillo. Junto a los casilleros estaba Carolina agarrando su mochila contra su pecho. Frente a ella estaba el mayor bravucón de su clase: Daniel Martínez.
Daniel no estaba solo, los bravucones rara vez lo están. Tenía a sus dos secuaces favoritos incitándolo. Tomás Duarte señaló: "¿Crees que ella pone la basura de las aulas en su mochila?".
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"¡Al igual que su papá!", intervino David Barrios. "¡Lo he visto conduciendo el camión de la basura en nuestro vecindario!".
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"¡No!", expresó Daniel sonriendo. "¡Su mochila ES de la basura! ¡Su papá la trajo a casa del trabajo para su bebé!".
Cuando Jefferson llegó hasta ellos, Carolina estaba sollozando y los niños se reían, pero se detuvieron en cuanto vieron al maestro. "¿Qué está sucediendo?", preguntó el maestro. Carolina negó con la cabeza y miró hacia otro lado y los tres chicos lo ignoraron.
"Escuché todo, Daniel", dijo el maestro. "Esta noche hablaré con tu padre". Jefferson se dirigió a los otros dos niños: "Y también con los de ustedes, Tomás y David. ¡Vayan a clase!".
Pero Daniel seguía burlándose. "¿Crees que a mi papá le va a gustar que defiendas a un perdedor?".
"¿Perdedor?", dijo frunciendo el ceño el maestro. "¿Qué quieres decir?".
"Bueno, el papá de Carolina es un recolector de basura, ¿no es así?", preguntó Daniel con arrogancia. "¡Si eso no es un perdedor, no sé quién lo es!". Hernández estaba tan enojado que optó por irse y regresar a su clase.
Cogió su teléfono y llamó al padre de Daniel. Rápidamente, explicó lo que pasó y la parte de Daniel en el incidente. Quedó atónito por la respuesta del Sr. Martínez.
"Bueno, no puedes culpar al chico por decir la verdad, ¿cierto?", indicó el padre de Daniel. "El hombre es un perdedor. Quiero decir, todos deberíamos apuntar un poco más alto, ¿no crees? ¿Ser útil para la sociedad y todo eso?".
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Jefferson colgó el teléfono y estaba aún más enojado que antes, pero un atisbo de una idea había nacido en su mente. Llamó al padre de Carolina y los dos hombres tuvieron una conversación larga y muy interesante.
A la mañana siguiente, los niños notaron que el Sr. Hernández no estaba, al igual que Daniel Martínez. El alumno llegó a la escuela después del almuerzo oliendo a basura. Estaba muy callado y no hablaba con nadie.
Todos sus amigos tenían curiosidad y no dejaban de preguntarle qué le pasaba. Pero Daniel, por lo general hablador, estaba callado como una momia. ¡Ni siquiera quería meterse con Carolina!
Tomás dijo: "¡Vamos, Dani! ¡Vamos a voltear las papeleras!". Pero Daniel le lanzó a Carolina una mirada asustada, murmuró algo y salió corriendo. Sus amigos estaban atónitos.
Al día siguiente, toda la escuela se estaba riendo. "Oye, ¿escuchaste lo que le pasó al auto del papá de Daniel? ¿El elegante nuevo BMW? ¡Un aprendiz de basurero empujó la palanca equivocada y derramó su carga por todo el auto!".
El suceso fue comentado toda la semana. Daniel fue objeto de burlas acerca de cómo el auto nuevo de su padre olía a basura. En cuanto a lo que había sucedido, era muy simple...
Jefferson había convencido al jefe del Sr. Noguera para que lo dejara conducir el camión de la basura por una noche (le dijo que estaba haciendo una investigando para una novela que estaba escribiendo). Y cuando se detuvo frente a la puerta de Daniel, accidentalmente empujó la palanca equivocada...
El auto del Sr. Martínez quedó enterrado bajo un montón gigante de basura maloliente y, como resultado, llegó tarde al trabajo a la mañana siguiente, al igual que Daniel a la escuela. Tomó meses para que el olor del auto de lujo se desvaneciera.
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No importaba cuántas veces lo mandaran a lavar, seguía oliendo a pescado. Sobre todo, en los días más calurosos. En cuanto a Daniel, aprendió a respetar el trabajo de cada hombre y el valor de un día de trabajo honesto.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Todo trabajo es digno si es hecho con honestidad: No hay trabajos “más importantes”. Cada labor es esencial para el buen funcionamiento de la sociedad, como aprendieron los Martínez cuando fueron 'ahogados' en la basura.
- Trata a todos con respeto si quieres que te respeten: Daniel se burló de Carolina, pero Jefferson le dio una importante lección.
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