Mujer sin hogar ve que un hombre mete a niña llorosa en un auto: su pedido de ayuda cae en oídos sordos - Historia del día
Jimena pedía dinero en su lugar habitual cuando vio a un hombre que llevaba a una niña llorando a su auto. Nadie más le prestó atención ni le ayudó, pero ella tuvo un extraño presentimiento sobre esa situación. Denunció el incidente a la policía y descubrió la verdad.
La dama llevaba mucho tiempo sin hogar. A pesar de que la situación económica se estaba poniendo difícil para mucha gente, ella ya estaba acostumbrada a ello. El gobierno no hacía nada para ayudar a los demás, y todos tenían que aprender a seguir adelante.
Siempre odió que la gente prefiriera ignorar los problemas en lugar de tratar de encontrar soluciones. Por mucho que trabajara, el sistema estaba en su contra. Al principio, esperaba salir de las deudas y alquilar un apartamento, pero eso resultó imposible.
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Al final, Jimena aceptó que esa era su vida, aunque trató de sacar a los más jóvenes de la calle y reincorporarlos al mundo laboral.
Pero todo cambió una tarde mientras pedía dinero. Oyó el horrible llanto de una niña. Un hombre la arrastraba del brazo, pero la pequeña no quería ir. Unas cuantas personas caminaban a su alrededor, sin hacerles caso.
“¿Será su padre?”, se preguntó Jimena. La mayoría de la gente probablemente pensó que la niña estaba haciendo un berrinche y que su padre la estaba llevando a casa. Pero ella tenía un extraño presentimiento. El hombre llegó finalmente a su coche y abrió la puerta.
La niña se aferraba a la puerta, intentando no entrar. Así que Jimena decidió acercarse a ellos. "Disculpe, ¿va todo bien aquí?", les preguntó. La chica la miró con ojos llorosos y siguió gritando.
"Métete en tus asuntos, mujer. Esta es mi niña y me la llevo a casa ahora mismo", dijo el sujeto.
"¡Déjame ir!", volvió a gritar la niña, pero el hombre la metió a la fuerza dentro del auto y cerró la puerta. Corrió hacia el asiento del conductor y arrancó. Jimena intentó abrir la puerta trasera para sacar a la niña, pero el sujeto la cerró con llave. La pequeña golpeaba el cristal con desesperación.
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"Por favor, ¿puede alguien ayudar aquí? Esta niña tiene miedo del hombre. Por favor, ayúdenme". Jimena suplicó a otros transeúntes, pero a nadie le importó lo suficiente.
Cuando el hombre empezó a conducir, Jimena le siguió. Por suerte, había un semáforo en rojo y ella consiguió memorizar la matrícula y comprobar que era un vehículo marca Honda. Pero, de repente, el tráfico se despejó y el hombre atravesó la avenida a toda velocidad.
Jimena sabía que tenía que hacer algo. “Puede que sea su padre, pero ¿y si me equivoco?”, se preocupó. Decidió que era mejor hacer algo por si acaso. Pidió a la gente de la calle sus teléfonos para llamar al 911, pero todos se burlaron de ella y siguieron caminando.
Jimena no iba a rendirse. Entró en un restaurante que a menudo le daba sobras. "Diana, ¿puedes prestarme tu teléfono?", le preguntó,
"Oh, Jimena. No puedes estar aquí. Mi jefe nos dio un gran sermón ayer sobre la entrada de los indigentes. No puede verte", dijo Diana.
"Solo necesito que me prestes tu teléfono. He visto algo sospechoso y tengo que llamar a la policía. Por favor", suplicó.
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"Lo siento. Ahora mismo estamos desbordados. Vuelve a las horas de cierre y te ayudaré", dijo. Pero Jimena no podía esperar tanto tiempo para denunciar el incidente. Siguió caminando y de repente vio un carro de la policía.
Golpeó la ventanilla del lado del pasajero y el agente la bajó. "¡Me has asustado! ¿Qué está pasando?", preguntó el oficial.
"Por favor, tiene que ayudarme. Un hombre empujó a una niña en su coche. Lloraba desesperadamente. Parecía muy asustada, pero el sujeto se alejó a toda velocidad", explicó Jimena.
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"Está bien, cálmate. Empieza por el principio", dijo el agente. Jimena les contó a él y a su compañero todo lo que sabía, incluida la matrícula y el modelo del coche.
"Déjame comprobar la matrícula para ver si aparece algo", respondió. "Sí, este hombre tiene varias multas de tráfico pendientes. Vamos a la comisaría a tomarle declaración", añadió.
Jimena subió al coche patrulla y la llevaron a la comisaría más cercana. Pero cuando llegaron allí, vio a una mujer gritando y sollozando histéricamente. "¡Alguien se ha llevado a mi hija! ¿Por qué no me escuchan?", decía la mujer.
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"¿Su hija es rubia y llevaba una camiseta rosa?", preguntó Jimena a la mujer.
"¡Sí!", respondió la madre.
"¡Tiene que ser la niña que vi!", le dijo Jimena al oficial, que inmediatamente entró en acción y puso a todos los de la comisaría a trabajar en el caso. La dama les dio una mejor descripción del hombre.
"Muchas gracias por prestar atención. Estaba en el supermercado con Ana y, de repente, ya no estaba a mi lado", explicó la madre.
"Es lo menos que podía hacer. Espero que la encuentren a tiempo", dijo Jimena. Unas horas más tarde, otro policía entró en la comisaría con Ana en brazos. La madre se precipitó hacia su hija.
“Gracias a Dios que está a salvo”, pensó Jimena. El oficial le dio las gracias y estaba a punto de salir cuando la madre de la niña la llamó.
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"Señora. ¿Adónde va? ¿Le gustaría venir a cenar con nosotros?", le preguntó. Jimena intentó negarse, pero la mujer fue persistente. Al final, aceptó.
Más tarde, Jimena se enteró de que Carla era una madre soltera que tenía una gran carrera. También le preguntó sobre su vida y por qué no tenía hogar y Jimena le contó todo.
"Sabes, actualmente estoy buscando una niñera. ¿Estarías interesada?", le ofreció Carla.
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"¿Estás segura? Soy una desconocida. No tengo referencias, y he estado sin hogar durante muchos años", dijo Jimena.
"Bueno, muchos empleados vieron cómo se llevaban a mi hija y no hicieron nada. Pero tú sí lo hiciste. Te mereces este trabajo. Puedo ofrecerte un gran sueldo y espacio para ti. También te daré una bonificación porque realmente necesitas ropa nueva", continuó Carla y sonrió.
Jimena aceptó y se convirtió en la niñera de Ana. Trabajó allí durante varios años, pero finalmente, Carla la consideró su familia.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Actuar cuando algo está mal: La mayoría de la gente decidió ignorar los gritos de Ana y siguió con su vida. Pero Jimena era diferente.
- Los héroes no siempre llevan capa: Nunca sabes quién podría salvar tu vida algún día. Podría ser, literalmente, cualquier persona de la calle.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.