Mujer ve a un anciano con un niño en la playa a diario: un día no se presentan y ella se preocupa - Historia del día
Tatiana solía ver a un anciano y su nieto a diario en la playa. De pronto, noto su ausencia y no pudo evitar preguntarse que les había sucedido. Decidió visitarlos y descubrió algo que cambió todo en su vida.
Tatiana Martín era una joven reservada, trabajadora y muy honesta. Vivía sola en una casa demasiado grande para ella y seguía sus rutinas en forma minuciosa.
Acostumbraba a trotar por las tardes en la playa cercana a su casa, donde se había mudado el año pasado. No le encantaba demasiado el lugar, pero disfrutaba mucho del mar y la arena.
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Y fue durante una de esas tardes que se fijó en el señor Janeiro y su nieto, Henry. Nunca olvidaría su primer encuentro. Ellos tenían un perro llamado Max, que parecía odiar a Tatiana.
De no haber sido por el pequeño Henry, ese día la hubiera mordido. “¡Detente ahora, o no tendrás nada de comida esta noche!”, le gritó el niño a la distancia.
Tatiana estaba desconcertada por cómo un niño tan pequeño había logrado detener al perro desde lejos. Definitivamente, había sido su mascota por muchos años.
“Max no te amenaza en serio”, dijo Henry, corriendo hacia ella. “¡Es solo que no le gustan los extraños! Intenta mantenerte lejos de él, porque me tengo que ir. ¡El abuelo me está esperando!”.
“Está bien, pero…”. Antes de que Tatiana pudiera decir algo más, el niño y el perro corrieron hacia el anciano
“¡Caramba! Una disculpa habría estado bien”, murmuró para sí misma y continuó trotando.
Días después, estaba corriendo nuevamente por la playa cuando Max comenzó a seguirla. Empezó a ladrarle y ella tuvo que alterar su ruta para escapar de él. Esto siguió sucediendo cada vez que salía a correr: ¡El perro le ladraba y Tatiana ya estaba harta de él!
Un día, salió a correr por la orilla como de costumbre, pero no vio a Max. Estaba feliz de que ese día no la acosara. Sin embargo, después de unos días, comprendió que no solo no estaba el perro, tampoco había visto más a Henry y a su abuelo.
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“¿Por qué dejaron de venir a la playa?”. Tatiana tenía curiosidad, así que preguntó a algunos vecinos dónde vivían y decidió visitarlos.
Cuando llegó a la casa del anciano, notó que estaba rodeada de trabajadores sociales y policías. Algunas personas estaban hablando entre sí, por lo que pudo averiguar que el señor Janeiro había estado enfermo durante varios días.
El día anterior había sufrido un infarto y lo habían trasladado al hospital, por lo que no podía cuidar a su nieto. Los padres de Henry habían muerto hacía mucho tiempo, así que servicios sociales estaba allí para llevarlo a un orfanato.
Tatiana se dio cuenta de que seguramente Max entraría a un refugio de animales y, aunque no le caía bien, la posibilidad la entristeció.
Ella también era huérfana y sabía que crecer en un orfanato no era lo ideal. Henry estaba sentado en las escaleras de su casa, con una expresión triste y angustiada en sus ojos. Se sintió muy preocupada por él.
Esa noche, Tatiana no pudo dormir. Sus pensamientos volvían a Henry y al señor Janeiro cada vez que cerraba los ojos. Sabía que tenía que hacer algo, así que preguntó a los vecinos del anciano adónde lo habían llevado.
Decidió visitarlo y obtuvo la dirección del orfanato al que habían llevado a Henry, asegurándole que pronto le devolvería a su nieto.
“Gracias”, susurró el abuelo, con los ojos llorosos. “Henry es lo único que tengo, y significa mucho para mí. Pero, ¿por qué nos ayudas?”.
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“Soy huérfana. Siento pena por Henry, y no quiero que crezca en un orfanato porque sé lo horrible que es eso. ¡Lo recuperaré, cueste lo que cueste!”.
Tatiana se acercó al director del orfanato y le transmitió su deseo de llevarse al niño con ella, pero se negaron. Sacar a Henry de allí fue un desafío para ella. Tuvo que ponerse en contacto con los miembros de los servicios sociales encargados, y hacer muchos trámites.
Henry estaba agradecido con ella, pero no estaba del todo feliz. “Gracias por ayudarme”, dijo mientras conducían a su casa. “Pero echo de menos a Max. Quiero que vuelva también”.
Tatiana sintió pena por Henry, pero no se atrevió a aceptar a Max. ¡Ese perro la odiaba! ¿Por qué lo ayudaría? Luego, mientras visitaban al señor Janeiro en el hospital, escuchó una conversación que le hizo cambiar de opinión.
“¡Abuelo!”, dijo Henry con tristeza. “Si Tatiana puede ayudarnos, ¿por qué no puede ayudar a Max? Sé que a él no le gusta ella, ¡pero lo extraño demasiado!”.
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“Ella ha hecho más que suficiente por nosotros, Henry. Eso es algo por lo que deberíamos estar agradecidos. No la presionemos. Recuperaré a Max una vez que me den de alta…”.
“¡Yo también lo extraño, muchísimo! Cuando tu padre lo trajo a casa, era adorable. ¡Me recuerda mucho a tu padre!”.
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Tatiana estaba justo afuera de la habitación y había escuchado todo. Se sentía terrible por no rescatar a Max solo porque no le gustaba. Así que tomó otra gran una decisión, y preparó una pequeña sorpresa para Henry y el señor Janeiro.
Una semana después…
El señor Janeiro fue dado de alta del hospital días después. El médico le informó a Tatiana que necesitaría una silla de ruedas por el resto de su vida, así como cuidados especiales.
Cuando Tatiana fue a buscarlo ese día, Henry corrió hacia él. “¡Abuelo! ¡No vas a creer lo que hizo Tatiana!”, exclamó alegremente. “¡Alguien está esperando para verte!”.
Tatiana entró en su habitación, seguida por Max. De inmediato, el perro se subió a su silla de ruedas y comenzó a lamerle la cara. “¡Oh, Dios mío! ¡Max! ¡Muchas gracias, Tatiana! ¡Sé que no te llevas bien con él, pero lo recuperaste! ¡Debe haber sido difícil para ti!”.
“Un poco, si”, respondió con honestidad. “Tuve que averiguar dónde estaba, luego tuve que presionar a las personas en su refugio, y luego solicitar una autorización especial del hospital para traerlo aquí. ¡Y me comprometí a ocuparme de él por el resto de su vida!”.
“¿Por siempre?”, preguntó el anciano. Tatiana hizo un gesto afirmativo.
"Me gustaría hacerles una oferta a ambos. Me preguntaba si querían mudarse conmigo. Así me sería más sencillo cuidar a Max y las autoridades permitirían que Henry se quedara a tu lado”.
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“¡Gracias! ¡Nos encantaría! Has sido tan amable con nosotros”, exclamó el señor Janeiro.
A partir de ese momento, la vida de Tatiana dejó de ser rutinaria y metódica para convertirse en un caos lleno de diversión y felicidad. No le fue sencillo, pero llegó a ganarse el corazón de Max, quien pronto se convirtió en su compañero en la playa, durante sus largas carreras.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Si abres tu corazón a los demás, siempre recibirás amor a cambio. Tatiana, que siempre había sido reservada y solitaria, abrió su corazón para ayudar a un abuelo, su nieto y hasta su perro, y se convirtieron en una familia.
- Estar rodeado de personas que se preocupan por ti le da un propósito a tu vida. Tatiana estaba completamente sola después de la muerte de sus padres, y se centraba únicamente en su trabajo. Después de conocer al señor Janeiro y a Henry, su vida dio un giro para mejor.
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