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Hospital abandonado | Fuente: Shutterstock
Hospital abandonado | Fuente: Shutterstock

Indigente halla foto de su ex con un niño que se parece a él en un hospital abandonado - Historia del día

Georgimar Coronil
10 may 2022
12:30

Un vagabundo se asombró al encontrar la foto de su exnovia y de un niño que se parecía a él, en un viejo hospital abandonado y quemado.

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Frank Herrera tenía un día oscuro. Estaba caminado por la calle cuando una camioneta se detuvo y le ofreció llevarle.

Los jóvenes que estaban en el vehículo solo querían golpearlo y luego abandonarlo en el bosque. Frank estaba sentado entre los altísimos árboles con las manos llenas de tierra, agujas de pino y las lágrimas recorriendo su rostro.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Se preguntaba cómo había llegado a esto. Tenía cincuenta y seis años, y su vida era una huida de un lugar a otro.

Frank se puso de pie y comenzó a caminar. Había una forma de salir del bosque; seguiría las huellas del coche de sus torturadores. Pero media hora después de empezar a caminar empezó a llover y las huellas desaparecieron en el barro.

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Siguió caminando en la misma dirección, desesperado por encontrar refugio, y entonces, asomando entre la lluvia y los árboles, vio un edificio medio quemado.

El indigente se apresuró a entrar y se encontró con lo que antes había sido el gran vestíbulo de un hospital. Estaba ennegrecido y lleno de escombros, ¡pero lo protegía de la lluvia! Halló un sofá en la sala de espera, se acostó y se quedó dormido.

Cuando se despertó, era de día y había dejado de llover. Frank empezó a explorar sus alrededores. En un ala del hospital, Frank encontró una fila de casilleros que parecían no haber sido alcanzados por el fuego. No estaban abiertos. Frank recogió la pata de una silla rota y comenzó a abrir los casilleros a la fuerza.

El hombre halló un viejo reloj, una chaqueta vaquera, un par de zapatos deportivos, pero las suelas se habían derretido con el calor de aquel lejano incendio, y entonces dio con el premio gordo.

En uno de los casilleros superiores vio el bolso de una mujer. En su interior había un sobre con un grueso fajo de billetes y una bolsa de terciopelo rosa con un montón de lo que parecían joyas de oro.

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"¡Bingo!", gritó Frank y empezó a contar el dinero. ¡Eran cerca de 8.000 dólares! Y las joyas valdrían mucho más en la casa de empeño adecuada. Entonces Frank observó una foto.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Estaba metida en un forro plástico para protegerla y mostraba a una mujer sosteniendo a un niño de unos seis o siete años. Frank conocía a esa mujer. Era Susana, la mujer que le había roto el corazón y había provocado su caída.

El niño en sus brazos sonreía felizmente, y algo en él le resultaba extrañamente familiar. Frank había visto esa sonrisa antes... ¡En el espejo! Entonces notó un segundo sobre en el fondo del bolso.

Lo abrió con dedos temblorosos. Dentro había una carta cuidadosamente doblada. "Mi querida Hilda", decía la carta. "Has sido la más leal de las amigas, y necesito que me hagas un último favor".

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"Los médicos me han dicho que mis posibilidades de sobrevivir a la intervención son del 50%, pero no tengo ninguna posibilidad sin ella. He dejado a Simón con los Servicios Sociales mientras estoy en el hospital, pero por favor dale el dinero y las joyas que hay en la bolsa si muero.

"Dile a Simón lo mucho que lo quiero. Gracias, Hilda, por tu amabilidad y apoyo. Con cariño, Susana".

"¡Susana!" Frank susurró. Susana había sido su primer amor, y había estado a punto de proponerle matrimonio cuando ella terminó con él. Frank, un joven y prometedor abogado, había quedado devastado.

Susana no quería verle, así que habló con su mejor amiga Hilda, quien le dijo que creía que él le había engañado. "¡Pero nunca lo hice!", gritó desesperadamente. "¡La quiero tanto!".

"Creo que ella ha pasado página, Frank", había dicho Hilda con suavidad. "¿Tal vez tú también deberías hacerlo?" Ella había puesto su mano en el brazo de Frank y sonreía, pero a Frank no le interesaba. Solo podía pensar en Susan.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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Empezó a beber y perdió el control de su vida. Se quedó sin amigos y sin trabajo y acabó en la calle. Eso había sido hace décadas.

Aquella tarde, Frank recorrió los diez kilómetros que separan la ciudad de la vieja casa de Hilda. Tal vez alguien pudiera darle una dirección de reenvío si ella no estaba allí. Era su único vínculo con Susana.

Cuando tocó el timbre, la mujer que respondió era Hilda. "Hilda", dijo. "Por favor, no te asustes. Soy Frank. Estoy buscando a Susana y al niño...".

Hilda parecía sorprendida por la aparición de Frank. "¡Dios mío, Frank!", dijo. "¿Qué te ha pasado?".

"La vida", respondió Frank con tristeza. "Por favor, ¿dónde está Susana? ¿Dónde está el niño? Encontré su bolso en el hospital...".

Los ojos de Hilda se llenaron de lágrimas. "Susana murió hace 27 años", reveló. "No sobrevivió a la operación y, unos días después, hubo un incendio en el hospital. Simón creció en el orfanato, pero siempre estuve en contacto con él.

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"Tengo que confesarte algo, Frank. Fui yo quien le dijo a Susana que la habías engañado. Lo siento... Verás, yo estaba enamorado de ti, pero todo lo que veías era a Susana. Pensé que si ella no te quería, tú me verías a mí...".

"Pero nunca lo hiciste. No sabía que Susana estaba embarazada... Le he fastidiado la vida a las dos, pero creeme; yo tampoco he sido feliz".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

Hilda lloraba, pero Frank no sentía compasión por ella. Se había entrometido y arruinado su vida y la de Susana y por su culpa, su hijo había crecido en un orfanato. "Quiero ver a mi hijo", le dijo Frank. "Quiero ver a Simón".

Dos días después, Frank esperaba nervioso en el café local. Se había duchado y afeitado y tenía un aspecto pulcro y limpio. Entró un hombre alto de unos treinta años y Frank lo reconoció enseguida. Tenía los ojos de Susana.

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"¿Simón?", preguntó Frank.

"Sí", dijo Simón amablemente. "¿Hilda dijo que eras un viejo amigo de mi madre?".

"Sí", confirmó. "Encontré el bolso de tu mamá en un hospital en ruinas, y tenía una foto y algo de dinero y joyas que ella quería para ti". Frank le tendió el bolso con manos temblorosas.

"Gracias", dijo Simón, mirando dentro del bolso. "Esto significa mucho para mí. Ella murió cuando yo era muy joven, ya ves... Me llevaré la foto y las joyas que eran suyas, pero puedes quedarte con el dinero. Parece que lo necesitas".

Sacó el sobre con el dinero, se lo entregó a Frank y se alejó. "¡Espera!", gritó Frank. "¡Por favor, espera!".

Simón se dio la vuelta y parecía molesto. "Mira, debe haber unos cuantos miles de dólares en el sobre; ¡no te voy a dar más dinero!".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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"No", respondió Frank. "¡No lo entiendes! SOY TU PADRE". Le contó toda la historia de las mentiras de Hilda y de su vergonzoso pasado. Frank no le ocultó nada a Simón y, para su sorpresa, su hijo lo abrazó. "No es tu culpa, papá. No pasa nada. Te he estado buscando toda mi vida. Ahora ya no estoy solo".

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La verdadera riqueza no siempre se mide en dinero: Frank podría haber tomado el dinero y las joyas y haberse marchado, pero hizo lo correcto y fue recompensado con la verdadera riqueza: la familia.
  • Las mentiras maliciosas pueden destruir vidas: Las mentiras de Hilda separaron a dos personas que se amaban y arruinaron la vida de Frank. Por su culpa, Simón se crio en un orfanato.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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