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Una mujer mayor con un celular | Foto: Shutterstock
Una mujer mayor con un celular | Foto: Shutterstock

Hijo se molesta cuando anciana madre pide que le enseñe a usar el celular hasta que hermana le envía videos del pasado - Historia del día

Mayra Pérez
26 may 2022
23:45

Cuando una madre le pide a su hijo orientación para usar su nuevo teléfono inteligente, él se niega muy alterado. Poco después, su hermana le da una lección de vida que le hizo ver todo de una forma muy diferente.

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“Por favor, Alan. Solo quiero poder comunicarme con todos”, le rogó su madre. Quería comprar un teléfono inteligente y necesitaba el consejo de su hijo sobre qué comprar exactamente. “Quiero estar en las redes sociales y reencontrarme con mis amigos”.

Sin embargo, Alan se negó rotundamente. No quería tener que explicarle cada día como usarlo, y ella probablemente le haría muchas preguntas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Alan tenía 28 años y estaba obteniendo su maestría en la Universidad. El programa era tan desafiante que no tenía tiempo para trabajar. Por lo tanto, se había mudado con su madre para ahorrar en el alquiler.

“Mamá, si quieres hablar con Ruth, puedo programar una llamada de FaceTime. No necesitas esas cosas. Es demasiado complicado y no tengo tiempo para enseñarte”, le dijo a su madre, tratando de contener su frustración.

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Ruth era su hermana mayor. Vivía muy lejos, por lo que él era la única persona que podía enseñarle a su madre a usar ese equipo y eso era muy abrumador en ese momento.

La mujer frunció el ceño, pero dejó de insistir. Sin embargo, llegó su cumpleaños y algunos miembros de la familia se reunieron en su casa. Cuando abrió el regalo de Ruth, descubrió un iPhone nuevo y un reloj Apple a juego.

Ella estaba encantada. Fue el punto culminante de su velada, pero Alan estaba enojado. Por un momento, pensó en reclamarle a su hermana, pero decidió contenerse. No quería arruinar la celebración.

Ruth logró enseñarle algunas cosas, como descargar aplicaciones y crear una cuenta de Facebook. Cuando ella se fue, Alan se quedó a cargo de todas las dudas que siguieran surgiendo.

Casi de inmediato, comenzó a ser bombardeado con preguntas de su madre. “¿Puedes ayudarme con mi foto de perfil? ¿Cómo descargo Instagram? Mi reloj no está sincronizado con mi teléfono, ¿cómo lo hago?”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Al principio, él intentó ayudarla, pero la frustración comenzó a invadirlo muy pronto. “¡No puedo ayudarte, mamá! Tengo que estudiar. ¡Por eso te dije que no compraras esas cosas!”.

“¡Son demasiado complicadas para la gente de tu edad!”, dijo enfurecido cuando ella interrumpió sus estudios una vez más. “¡No me hagas más preguntas de ese teléfono!”, añadió y volvió a su computadora portátil.

Ella salió de su habitación sintiéndose rechazada y no volvió a pedirle ninguna orientación.

“¿Cómo va todo?”, le preguntó Ruth por teléfono, unos días después. La señora Sánchez se alegró de poder hablar con su hija.

“Todo está bien por aquí. Tu hermano está estudiando para sus exámenes en este momento”, le dijo su madre y terminó su oración con un suspiro.

“Lo bueno es que ahora tienes muchas distracciones con tu teléfono, y el reloj inteligente está diseñado para estar pendiente de algunos parámetros de tu salud. ¿Qué tal te funciona?”, preguntó su hija.

“Bueno, creo que bien. Pero tengo un montón de preguntas y no puedo preguntarle a Alan”, admitió.

“¿Por qué no?”, quiso saber Ruth.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Porque me gritó muy molesto el otro día. Me había estado diciendo por un tiempo que no comprara estos tontos artilugios porque soy demasiado mayor para aprender a usarlos, y tal vez tenía razón”, admitió la mujer, con un tono de resignación en su voz.

Ruth se molestó en silencio con su hermano, pero no le dijo nada. Le aseguró que cualquier persona de cualquier edad podría aprender a usar esos dispositivos con un poco de paciencia y trató de explicarle algunas otras cosas.

Un sonido distrajo a Alan de sus estudios. Ruth le había enviado un mensaje con un video adjunto. Pensó que podría tratarse de su sobrina y decidió abrirlo más tarde. Pero entró otro video, y otro, y otro.

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Alan ya no pudo seguir ignorándolo por más tiempo, así que los abrió. El primero era un video casero digitalizado que mostraba a su madre enseñándole a caminar. En el siguiente estaba diciéndole cómo utilizar los cubiertos para comer. En otro, él tenía dificultades con las matemáticas y su madre le explicaba con mucha paciencia.

Los videos seguían llegando y Alan no tenía idea de cómo o cuándo su hermana había digitalizado sus películas caseras, pero entendió claramente su significado. Obviamente, su madre le había dicho algo sobre su actitud y ella le estaba dando una lección.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Llegó otro mensaje, y esta vez Ruth había escrito algo. “Ella fue paciente contigo durante muchos años. Deberías devolver ese gesto. No dejes que me decepcione de ti”.

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Alan se frotó la frente. No podía creer cómo había tratado a su madre, quien había sido su persona favorita durante muchos años y la mejor maestra que podía haber tenido.

Finalmente, le respondió a su hermana. “Tienes razón. Lo siento”. Luego se levantó de su escritorio en su habitación y fue a la sala de estar, donde su madre estaba sentada en el sofá.

“Hola, cariño”, saludó su madre. “¿Tienes hambre?”.

“No, mamá. Conectemos tu teléfono a tu reloj inteligente y te ayudaré a aprender lo que quieras”, dijo, con una sonrisa amistosa.

“¿De verdad?”, preguntó con entusiasmo y alcanzó su teléfono. Se sentó con ella durante horas, respondiendo todas sus preguntas, y no se quejó ni una sola vez. Contrario a lo que esperaba, su madre aprendía rápido y muy pronto dejó de necesitar su orientación.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

No cuesta nada ayudar a los padres cuando lo necesiten. Alan estaba enojado por las preguntas de su madre sobre las nuevas tecnologías, pero su hermana le recordó que alguna vez ella le había enseñado con mucho amor mientras crecía.

  • Ten paciencia con tus padres. La relación con los padres, a medida que se hacen más ancianos, puede ser un reto, pero con paciencia y cariño todo se puede. Y con seguridad, vale la pena.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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