Policía responde a llamado y encuentra en un viejo tráiler a un niño que no ha comido en 3 días - Historia del día
Un policía descubre a un niño pequeño frágil en un pequeño remolque después de recibir una llamada al servicio de emergencias. La madre del niño estaba inconsciente a su lado y necesitaba atención médica inmediata.
En la oscuridad de la noche, el servicio de emergencias recibió la llamada de un niño que apenas susurraba. “Hola, ¿alguien puede ayudarme? No he comido casi nada en tres días y estoy mareado”, dijo el pequeño.
El empleado notificó de inmediato a la policía mientras intentaba averiguar la dirección. El niño describió la zona en que vivía y le contó que había encontrado un par de centavos en el remolque en el que vivía, y así había podido hacer la llamada.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
“Por favor, ven a ayudarme. No sé cuánto tiempo me queda”, dijo el niño.
“La ayuda está en camino, cariño. Vuelve a tu remolque y quédate allí hasta que llegue la policía, ¿de acuerdo?”, respondió el hombre antes de colgar el teléfono.
En solo un par de minutos, un oficial llamado Javier Parra fue enviado a la escena. “Espero que no sea una de esas llamadas de broma”, se dijo a sí mismo mientras conducía.
Al llegar, llamó a la puerta del remolque y se identificó: “Soy el Oficial Parra. Estoy respondiendo a una llamada a emergencias. ¿Hay alguien en casa?”.
Nadie abrió la puerta, pero pudo escuchar una débil voz que venía del interior. Entró y vio a un frágil niño agarrándose el estómago mientras yacía en el suelo. “Ayúdame”, susurró el chico.
El oficial se dio cuenta de que el niño no estaba solo. Sobre un colchón pequeño y gastado, dormía una mujer. “¿Señora?”, llamó en voz alta, en un intento por despertarla.
Ella no respondió, por lo que el oficial Parra decidió tomarle el pulso. Era débil y lento. “¿Cómo te llamas, jovencito?”.
“Me llamo Adán. Mi mamá es Lisa”, respondió el niño en voz baja.
“¿Cuánto tiempo han estado tú y tu madre aquí? ¿Qué pasó?”, preguntó el oficial.
“Mami se quedó sin trabajo en la fábrica hace varios días. Se acabó toda la comida que teníamos y no hemos comido estos tres días”, dijo entre lágrimas el niño. “Mi mamá está débil y no quiere despertar. Tenemos que ayudarla”.
En este punto, el oficial Parra sabía que tenía que actuar con rapidez. Pidió apoyo médico para que pudieran llevar a Lisa al hospital.
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Cuando llegó la ambulancia, llevaron a la mujer en una camilla, mientras Adán viajaba con el oficial Parra en su patrulla. “Tu mamá estará bien. No te preocupes”, le aseguró al niño.
Los médicos determinaron que Lisa estaba desnutrida; aparentemente, no había estado comiendo adecuadamente incluso antes de perder su trabajo. Sugirieron que permaneciera en el hospital hasta que recuperara sus fuerzas y estuviera fuera de peligro.
“¿Qué me va a pasar mientras mamá está en el hospital?”, preguntó Adán, después de escuchar que su madre tendría que quedarse allí por un tiempo.
“Hay trabajadores sociales aquí que pueden llevarte a una familia de acogida por unos días. Cuando tu madre se haya recuperado, podrás volver a verla”, explicó el oficial Parra.
En ese momento, Adán comenzó a llorar. “¿Una familia adoptiva? ¡No quiero que me envíen allí! ¡Por favor, oficial Parra, haga algo!”, sollozó.
El oficial le preguntó a los trabajadores sociales si era posible que el niño se quedara bajo su cuidado. Era un hombre soltero y vivía solo, pero sabía que podía hacerse cargo. Le dijeron que sí, y prepararon toda la documentación.
Mientras tanto, decidió llevar a Adán a comer. “Debes tener mucha hambre. ¿Qué tal una buena comida antes de ir a mi casa?”, le preguntó al joven.
“¡Sí! Gracias, oficial Parra”, dijo Adán, aferrándose al brazo del oficial como si se conocieran desde hace años. El gesto derritió el corazón de Javier.
Adán y el oficial Parra disfrutaron de una buena comida, y cuando terminaron, el aspecto del pequeño mejoró mucho. El color volvió a sus mejillas y de pronto tenía energía para hablar.
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Le contó que siempre habían sido él y su madre. Su padre los había abandonado cuando él era un bebé y desde entonces vivían en el tráiler. Ella trabajaba en la fábrica, y él iba caminando a la escuela a diario.
Por un recorte presupuestario, su madre había perdido su trabajo y no tenían dinero para comprar alimentos. “Estoy feliz de que hayas venido a buscarnos, oficial Parra. ¡Tenía tanta hambre y tanto miedo de que mi mamá muriera!”, le dijo el chico.
Javier estaba desconsolado con la historia de Adán, y se prometió a sí mismo que ayudaría a él y su madre tanto como pudiera. Cuando regresaron al hospital, ya estaba lista la autorización para llevarse al niño a su hogar.
Adán se despidió de su madre y le prometió que volvería al día siguiente. Javier preparó la habitación de invitados para que durmiera y le deseo buenas noches.
A la mañana siguiente, preparó comida para Adán y Lisa. Disfrutaba mucho cocinar y estaba contento de tener con quien compartir sus platos.
Adán se despertó un poco tarde y estaba encantado de ver que había comida en la mesa. “¡Gracias, oficial Parra!”, dijo con deleite.
“No es necesario que me llames oficial Parra. Llámame Javier”, dijo con una sonrisa mientras ponía algo de comida en el plato de Adán.
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Al terminar, se dirigieron al hospital. Lisa estaba despierta. “¡Mamá!”, exclamó Adán, corriendo a abrazar a su madre.
“Hola, cariño”, dijo Lisa, acariciando la cabeza de Adán mientras se apoyaba en su estómago. “Estoy tan feliz de verte”.
“Mamá, este es el oficial Parra... ¡Javier! Me cuidó después de encontrarnos en casa. ¡También te preparó algo de comida!”, dijo emocionado. Lisa miró a Javier y sonrió.
“Muchas gracias por tu amabilidad, Javier”, dijo, y él se sorprendió por su belleza.
“Fue un gusto hacerlo. Tienes un niño encantador. No te preocupes por él. Yo lo cuidaré. Concéntrate en mejorar”, le dijo a Lisa, quien asintió suavemente.
Durante varios días, Javier cuidó con esmero de Adán. Le preparó las comidas, lo llevó a la escuela en su patrulla y lo acompañó al hospital a ver a Lisa, quien se recuperaba lentamente.
Después de un par de semanas, Lisa fue dada de alta. Adán estaba triste porque ya no vería a Javier todos los días, pero él le prometió que lo visitaría.
Y así lo hizo. Poco a poco fue conociendo a Lisa, y cuanto más hablaban, mayor era la conexión que sentían. Eventualmente, admitieron sus sentimientos el uno por el otro.
Algunos meses después, se casaron en una simple ceremonia civil con Adán como testigo. El niño estaba encantado de tener a Javier como su padre, y fue más feliz aún cuando se convirtió en el orgulloso hermano mayor de la adorable Luz Marina.
“No puedo creer que una llamada a emergencias me llevó a encontrar una familia”, le dijo un día Javier a Lisa y a Adán. “Siempre estaré aquí para ustedes”, dijo, abrazándolos con mucho amor.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- A veces, es necesario pedir ayuda. Asustado, y temiendo por la vida de su madre y la suya, Adán llamó a emergencias. Su valiente acción salvó sus vidas.
- Nunca es demasiado tarde para nuevos comienzos. Javier era soltero y se concentraba en su trabajo. Lisa y Adán estaban pasando por tiempos difíciles en sus vidas debido a la pobreza. Al final, sus caminos se cruzaron y pudieron formar una nueva familia.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.