Taxista encuentra a niña sola en la calle: 10 años después la madre biológica aparece y le dice que es millonaria - Historia del día
Una noche, un taxista encuentra a una niña sola al lado de la carretera y la lleva a la policía, sin imaginar que su acto de bondad cambiaría su vida.
David García estaba ansioso por llegar a casa para estar con su esposa. Hacía frío, era tarde y lo único que quería era sentarse en su cómodo sillón y cenar viendo la televisión.
Por desgracia, la noche de David estaba lejos de terminar. Mientras conducía por la oscura carretera, de repente notó que algo se movía al lado de la vía, justo delante de él.
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Entonces, la luz de los faros le mostraron todo: era una niña con jeans azules y un suéter blanco. Parecía muy pequeña, de siete u ocho años. “¿Qué hace aquí?”, se preguntó David.
David paró y se bajó del carro. Se acercó a la niña lentamente, con cuidado de no asustarla. "Perdona, pequeña", le dijo. "¿Dónde están tus padres? ¿Has tenido un accidente?".
La niña dio un salto al oír la voz de David y sus grandes ojos se abrieron aún más. "No..." dijo ella. "Mi madre... me dejó. Dijo que volvería... así que he estado esperando".
"Bueno" ven conmigo", dijo David suavemente. "Te llevaré a la comisaría".
Durante el trayecto a la comisaría, la niña estaba sentada en el asiento trasero muy tranquila. David nunca había visto a una niña tan pacífica.
En la comisaría, se negó a hablar y ni siquiera les dijo su nombre a los oficiales. "Lo único que sé es que dijo que su madre la había abandonado al lado de la carretera", dijo David a los agentes.
"No sé mucho sobre niños", admitió. "Mi mujer y yo no pudimos tener ninguno, pero a esta niña le pasa algo".
Cuando David llegó a casa ese día, le contó a su esposa Jenny lo de la niña. "Tienes que volver a ver qué le ha pasado, David", le dijo ella. "Pobrecita, debe estar aterrada".
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Al día siguiente, antes de empezar a trabajar, David fue a la comisaría y preguntó por la niña. "Bueno", dijo el oficial. "Hemos resuelto el misterio. Se llama Rita Silva y se escapó de su hogar de acogida".
"¿Así que toda la historia de haber sido abandonada era una mentira?", preguntó David, sorprendido.
"No exactamente", dijo el oficial. "Rita fue abandonada al lado de una carretera cerca de una gasolinera hace unos cinco años. Solo es una niña con muy mala suerte".
David le contó a Jenny que Rita se había escapado del hogar de acogida y que la habían abandonado cinco años atrás. "Oh, David", dijo Jenny. "¡Ojalá pudiéramos ayudar a esta pequeña!".
"¿Y si intentamos calificar como padres de acogida?", preguntó David. "Tú eres maestra de primaria, seguramente eso ayudará".
Jenny no estaba segura, pero ella y David fueron a los Servicios Sociales y tuvieron una charla con la trabajadora social de Rita. "Estoy al límite con Rita", confesó. "¡Dondequiera que la ubique, se escapa!".
"¿Tal vez podríamos intentarlo?", preguntó Jenny tímidamente. "Sería solamente ella, no un montón de niños".
Los García tardaron más de seis meses en conseguir la aprobación, pero finalmente, Rita pudo irse a casa con ellos. "Rita", dijo David. "Si alguna vez no estás contenta con nosotros, dínoslo y te llevaremos de vuelta al orfanato. No tienes que huir".
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"Es que mi madre puede venir a buscarme", susurró Rita. "¿Y si no me encuentra?".
"Te diré qué", dijo Jenny. "Escribiremos una carta y la dejaremos en el orfanato y con la trabajadora social para que tu mamá sepa dónde encontrarte, ¿de acuerdo?".
Rita estaba encantada con la idea. Con el paso del tiempo, dejó de estar tan obsesionada con el regreso de su madre y empezó a actuar como una niña feliz.
A los diecisiete años, ella y los García hablaban de formalizar su relación mediante la adopción. "Ustedes son mi mamá y mi papá", dijo Rita. "Estaría orgullosa de llevar su apellido".
Jenny y David lloraron de alegría al escuchar las palabras de Rita, pero esos días felices pronto se verían amenazados por un visitante inesperado: La madre biológica de Rita.
"Rita, cariño", dijo Gail Silva. "¡Mamá ha venido a llevarte a casa!"
Antes, Rita se habría alegrado de ver a su madre, pero ahora tenía diecisiete años, no siete. "¿Por qué has venido a buscarme? ¿Por qué ahora?".
"Por qué, cariño", dijo Gail sonriendo ampliamente. "¡Porque quiero a mi niña, por eso!".
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"Me dejaste hace años", señaló Rita. "¿Qué ha cambiado ahora?".
Gail parecía inquieta. "¡Ahora, Rita, no seas antipática con tu mamá!", dijo. "Te dejé porque no tenía dinero, pero ahora tu abuelo murió y era rico...".
"¿Así que has heredado su dinero?", preguntó Rita.
"Bueno", dudó Gail. "¡No exactamente, cariño! Te lo dejó a ti, en un fondo fiduciario. Pero mamá se va a asegurar de que recibas todo lo que te corresponde. Serás rica, nena. Ese dinero es todo tuyo, todo tuyo".
La repentina reaparición de Gail inquietó mucho a los García, sobre todo cuando insistió en que Rita fuera con ella a ver al abogado de su difunto padre para reclamar su herencia.
"Ten cuidado, Rita", le dijo David a su hija, pero ella se limitó a sonreír y a darle un beso de despedida. Cuando llegaron al despacho del abogado, este pidió ver el DNI de Rita y luego le mostró los documentos.
"Esto dice que tu fondo fiduciario será administrado por tu tutor hasta que cumplas dieciocho años, que es dentro de seis meses", dijo el abogado.
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"Adelante, fírmalo, cariño", dijo Gail. "Y podemos ir de compras. Puedes tener todo lo que quieras".
Rita negó con la cabeza. "Mi padre dice que no debemos firmar nada antes de leerlo", dijo. "¿Puedes cambiar esto donde dice 'tutor' por 'tutor designado por el tribunal'? Entonces firmaré".
"¡Por el amor de Dios!", gritó Gail con impaciencia al abogado. "¡Haga los cambios!".
El abogado hizo cambiar y reimprimir el documento, y Rita lo firmó, poniendo sus iniciales en cada página cuidadosamente. En cuanto terminó de firmar, Rita tomó el papel.
"¡Ese dinero es mío para hacer lo que me parezca hasta que ella cumpla los dieciocho años!", le dijo Gail al abogado. "Así que entréguemelo".
"Lo siento", dijo Rita con calma. "Me temo que mis tutores designados por el tribunal son David y Jenny García. Ellos administrarán mi fondo fiduciario, no tú".
"¡Cómo has podido!", gritó Gail enfadada. "¡Me lo debes! Soy tu madre".
Rita negó con la cabeza. "¿Sabes qué? No me diste nada nunca, así que eso es lo que obtienes... ¡NADA!".
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Los padres no son los que nos traen al mundo, sino los que nos crían: La verdadera familia de Rita eran los García, no la madre biológica que la había abandonado.
- Los que viven de maquinar y engañar siempre acabarán con las manos vacías: Gail se preparaba para robarle la herencia a su hija, pero Rita fue demasiado inteligente para ella.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.