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Mujer sola en silla de ruedas | Foto: Shutterstock
Mujer sola en silla de ruedas | Foto: Shutterstock

Dos hermanas se turnan para cuidar a madre enferma hasta que una de ellas se rinde y se marcha - Historia del día

Mayra Pérez
18 mar 2022
18:20

Dos hermanas aceptan cuidar de su madre enferma, pero cuando se ve afectada su capacidad física, la hermana mayor argumenta que por tener dos hijos, no puede cuidar a una inválida.

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Cuando a Silvia, de setenta años, le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson, sus dos hijas, Rita y Grecia, decidieron que era demasiado peligroso para ella seguir viviendo sola en su enorme casa antigua.

Así que sus dos hijas hablaron sobre cómo podían ayudar a su madre. La propuesta que le hicieron a Silvia fue que pasaría tres meses seguidos con cada hija, y que alquilarían su enorme y hermosa casa para ayudarla a sufragar sus gastos de manutención. Y durante un tiempo, funcionó...

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Al principio fue una novedad para la familia de Rita, su esposo y sus dos hijos. Silvia siempre había sido la favorita de los nietos y su yerno la adoraba. La abuela era como una niñera las 24 horas, los 7 días de la semana y la incondicional ayudante de mamá.

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Silvia tenía algunas dificultades de movilidad, pero era una persona dinámica, proactiva y estaba más que feliz de hacer la cena, hornear galletas y ayudar a los niños con sus tareas.

“¡Ella es una bendición!”, exclamó el esposo de Rita, Paolo, y así fue por un tiempo. Pero el Parkinson es una enfermedad progresiva.

Silvia pasó los siguientes tres meses con Grecia, y cuando regresó con Rita, era un poco más lenta, un poco menos ágil. Dos años más tarde, cuando volvió a casa de Rita, tenía grandes dificultades para moverse con un andador.

Ya no era la abuela divertida. Su mano izquierda sufría espasmos, tenía constantes temblores y hablaba con alguna dificultad. Rita estaba sorprendida. ¡No esperaba que su madre sufriera una degeneración tan dramática!

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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La mujer pasó de ser bienvenida a ser alguien que causaba irritación a Rita, especialmente cuando supo que había comenzado a perder el control de su vejiga. Esa fue la gota que colmó el vaso. ¡Después de todo, sus hijos ya no usaban pañales! Había pensado esas tareas tan desagradables habían quedado atrás.

Rita habló con su esposo y los dos decidieron contratar a una cuidadora. Los varios miles de dólares al mes que la casa de 5 dormitorios de Silvia había estado generando de repente se necesitaron para cubrir este gasto extra.

Rita estaba molesta. Ese dinero había sido útil para algunos extras muy agradables a los que la familia se había acostumbrado... ¡Y ahora tenían que gastarlo en una cuidadora! Simplemente no era justo. Así que Rita llamó a Grecia y pidió una reunión para hablar sobre el empeoramiento de la condición de su madre.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Mira”, dijo Rita. “Quiero ser sincera sobre esto: mantener a mamá en mi casa se está volviendo imposible, ¿de acuerdo? Katty tiene trece años y está entrando en esa fase incómoda, y Hugo ahora tiene ocho”.

“Sinceramente, creo que no es justo para ellos tener que vivir con una mujer que ya no controla sus funciones corporales. Paolo y yo siempre tratamos de darles a los niños una educación alegre, pero es imposible si mamá está babeando y orinando en su pañal”.

Grecia estaba en shock. “¡No entiendo, Rita! Hace seis meses estabas tan feliz…”

“Hace seis meses, ella era funcional, ¿de acuerdo?”, espetó Rita. “Honestamente, nunca pensé que las cosas se pondrían tan mal, tan rápido. Los médicos dicen que no está reaccionando al medicamento, simplemente no funciona”.

“No estás casada, eres libre como el viento y tener a mamá contigo todo el tiempo no te afectará, especialmente si la ayudante sigue contigo”, dijo Rita persuasivamente.

“¿Entonces tú no tendrías nada que ver con el cuidado de mamá?”, preguntó Grecia asombrada.

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“¡Por supuesto que sí, la visitaré todos los fines de semana!”, dijo Rita. “Y si necesitas escaparte de vez en cuando, puedo llevarla a mi casa por unos días, siempre que me avises con tiempo”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Ya veo”, dijo Grecia en voz baja. “Bueno, puedes estar tranquila, Rita, yo me haré cargo de mamá. No tienes que preocuparte”.

Rita estaba encantada. Se fue a casa y le anunció el cambio a su madre. “Mamá, te mudarás a casa de Grecia y te quedarás allí de forma permanente. Como seguramente habrás notado, los niños están creciendo y necesitan mucho más de nuestro tiempo…”.

Silvia se quedó atónita. “Lo siento”, dijo lentamente. “Supongo que he sido una carga…”.

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“¡Para nada!”, respondió Rita alegremente. “Es solo que, ya sabes... necesito tiempo y privacidad para estar con mi propia familia, y tu problema no es fácil…”.

Cuando su hija menor vino a buscarla, Silvia tenía lágrimas en los ojos y, durante toda la hora de viaje, no dijo ni una palabra. Grecia trató de hablar con su madre, pero ella simplemente apartó la cara y lloró.

Esa noche, después de la cena, Silvia dijo: “Nunca quise arruinar tu vida, ser una carga para ti. ¡Ojalá estuviera muerta!”.

“¿Muerta?”, exclamó Grecia horrorizada. “Mamá, ¿de qué estás hablando? ¡Te quiero mucho, te necesito!”.

Pero Silvia estalló en una tormenta de lágrimas. “¡Mi pañal, necesito cambiar mi pañal y no puedo hacerlo! ¡Todas estas tareas repugnantes recaerán en ti!”.

Grecia envolvió sus brazos alrededor de su madre. “Te amo mamá. Cuando era una bebé, me cuidabas, me alimentabas, me cambiabas el pañal y me protegías; ahora es mi turno de hacerlo contigo. No es una carga cuando se hace con amor”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Silvia lloró de alegría. Sabía que Grecia estaría allí para ella por el resto de su vida, cuidándola con ternura. En cuanto a Rita, al principio la visitaba todas las semanas, pero a medida que pasaba el tiempo, sus visitas se hicieron cada vez más espaciadas.

Un año después, Rita se sorprendió al descubrir que los grandes ingresos por el alquiler de la casa de su madre ahora iban a Grecia en su totalidad. Además, Silvia había cambiado su testamento y se lo había dejado todo a su hija menor.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El amor verdadero no cambia cuando el cuidado de nuestros seres queridos se vuelve más difícil. Rita estaba ansiosa por tener cerca a su madre cuando era servicial y útil, pero cuando se volvió más dependiente, la apartó.
  • Nuestros ancianos nos cuidaron con amor y devoción y merecen el mismo cuidado en sus años crepusculares. Grecia amaba a su madre y estaba dispuesta a brindarle el mismo amor y cuidados que siempre recibió de ella.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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