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Casas | Fuente: Shutterstock
Casas | Fuente: Shutterstock

Vecinos se quejan de mujer mayor con 38 perros en casa: al día siguiente el alcalde va a verla en persona - Historia del día

Vanessa Guzmán
15 jun 2022
10:00

Una mujer mayor y solitaria cuida de 38 perros en su casa y eso molestó a sus vecinos. Después de tantas denuncias en su contra, el alcalde de la ciudad decide visitarla.

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Rebecca Jiménez es una personalidad muy conocida en su vecindario, ya que ha vivido allí más tiempo que nadie. Vive en una antigua casa que se construyó muchas décadas antes que todos los demás desarrollos a su alrededor.

Aunque el difunto esposo de Rebecca, Pedro, era un hombre rico, decidieron no mudarse a un lugar más lujoso debido al valor sentimental de la casa antigua. En cambio, vivían con sencillez y disfrutaban viajar juntos por el mundo.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Rebecca fue ama de casa durante mucho tiempo y no había trabajado en 10 años. Vivía de su pensión y del dinero que heredó de su marido.

Era una mujer solitaria. Sus hijos nunca la visitaban y rara vez se comunicaban con ella. Todos vivían en diferentes estados, y eso le causaba molestia a Rebecca.

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Tras la muerte de su marido, Rebecca solo tuvo un acompañante: su labrador retriever, que su marido le regaló por su aniversario el mismo año de su fallecimiento. Le tenía mucho cariño a su perro al que llamó Boby y lo trataba como a su hijo.

Rebecca y Boby siempre salían a caminar y jugaban en el jardín delantero. Era un perro amigable, querido por los vecinos, y los niños a menudo jugaban con él y le traían golosinas.

A Rebecca le encantaba tener cerca a los hijos de sus vecinos. Eso la hacía mantenerse activa y algo joven. Sin embargo, después de un tiempo, dejaron de venir y todo se debió a un incidente que se repetía.

Un día, un perro callejero apareció en el jardín delantero de Rebecca. Bebió del tazón de agua de Boby y también comió su comida. Rebecca se sintió mal por el peludito sin hogar y decidió adoptarlo. Lo llamó Lucky.

Sacó un tazón extra de agua y de comida. Los puso al lado de los de Boby para Lucky. Estaba feliz de cuidar a dos perros, pero no esperaba lo que sucedería a continuación.

Al día siguiente, una perra preñada apareció en su puerta. Rebecca se hizo cargo de ella y la cuidó hasta que dio a luz a una camada de ocho cachorros.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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"Oh, Dios mío", dijo Rebecca efusivamente cuando vio a los cachorros. “¡Son demasiado adorables! ¡Necesito mantenerlos a todos!”,

En ese momento, Rebecca supo que no podría regalar a los cachorros. Aceptó ser una "mamá de perros" y con entusiasmo compró más alimentos y artículos para mascotas para su grupo en crecimiento. Ya tenía once perros que cuidar.

Los niños del vecindario lentamente comenzaron a sentirse abrumados con la cantidad de perros que tenía Rebecca. Sus visitas disminuyeron, ya que los perros más jóvenes eran demasiado juguetones y a veces demasiado bruscos.

"¡Son tan ruidosos!", se quejó un niño con Rebecca una tarde mientras los perros corrían por el patio delantero. Muy pronto, no fueron solo los niños los que se quejaron.

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Pasaron los meses y los vecinos de Rebecca guardaron silencio sobre los perros. Sin embargo, una vez que la camada a la que ayudó comenzó a aparearse con Buddy y Lucky, se convirtió en un problema.

Más y más perros vivían en la casa de Rebecca, y los vecinos solo podían adivinar cuántos había dentro. El hedor de los perros llegaba a las casas vecinas y el ruido de sus ladridos se hacía insoportable.

En un momento, uno de los vecinos de Rebecca, Michael, se cansó de esto. “Tengo que ser honesto contigo, Rebecca. Tus perros están causando problemas en nuestro vecindario y sé que no soy el único que piensa así”, le dijo.

“¡Tus perros apestan, y el olor llega a nuestras casas! Son demasiado ruidosos que, incluso por la noche, tenemos que lidiar con su ruido cuando estamos durmiendo. Si no hace algo al respecto, me temo que habrá consecuencias”, dijo Michael.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Rebecca estaba impotente, ya que no quería soltar a sus perros. Los amaba mucho como a sus propios hijos, y ya había invertido tanto que le resultaba difícil dejarlos ir.

Desafortunadamente, después de que pasó una semana sin que Rebecca hiciera nada, Michael decidió llamar a la policía. Se presentó un informe sobre el ruido constante proveniente de sus perros y le dieron tres días para sacarlos de su casa o llamarían a la perrera.

Para empeorar las cosas, Michael se acercó a la puerta principal de Rebecca mientras la policía estaba allí y le mostró un papel firmado por todos los vecinos. “Vamos a enviar esto a la oficina del alcalde hoy. Es una petición a favor de echar a los perros de la casa”, dijo.

Rebecca estaba llorando. Le habían impuesto una multa de 200 dólares, pero ese era el menor de sus problemas. Tuvo que buscar un lugar para poner a todos sus perros, o podría ser arrestada.

Después de que pasaron tres días, el auto del alcalde llegó a la casa de Rebecca. Se temió lo peor, pensando que había venido a reprenderla personalmente. Lentamente, abrió la puerta, temerosa de que estuviera a punto de ser desalojada del área. Sin embargo, el alcalde tenía otros planes.

“Eres una mujer amable y desinteresada por cuidar a todos estos perros, señora”, le dijo. “Yo mismo soy un defensor de los animales, y odiaría que todos estos perros fueran a una perrera donde serían sacrificados si nadie los adopta”.

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Rebeca asintió con la cabeza. “Amo a estos perros como a mis propios hijos, señor. Simplemente, no puedo soportar, dejarlos ir”, lloró.

El alcalde asintió y sintió empatía por Rebecca. “Sabes, uno de mis planes como alcalde era construir un refugio seguro para los animales. Está ubicado a pocas cuadras de aquí y está previsto que abra en dos semanas. Podemos trasladarlos allí hoy donde puedan vivir felices y libres”, sugirió.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Rebecca se sorprendió de que existiera un lugar así. Ella no lo sabía y nadie le había hablado sobre el maravilloso lugar para mascotas.

“De hecho, necesito a alguien que dirija ese sitio. Creo que acabo de encontrar a la persona perfecta”, dijo el alcalde, sonriendo a Rebecca. “¿Te gustaría ser la directora de este refugio?”, preguntó.

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Rebecca estaba encantada al darse cuenta de que no tenía que arriesgarse a entregar a sus perros a una perrera. Con mucho gusto aceptó la invitación del alcalde y poco a poco hicieron la transición para trasladar a sus perros al refugio.

Al final, Boby se quedó con Rebecca como su compañero y se dirigían al refugio de animales todos los días para cuidar a los otros perros. El alcalde estaba encantado de haber encontrado una persona tan dedicada para administrar el refugio, donde comenzaron a vivir más y más animales.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

  • ¿Qué podemos aprender de esta historia?
  • El hecho de que la gente te juzgue no significa que estés haciendo algo mal: Rebecca tenía intenciones puras de cuidar a sus perros, pero la gente la juzgaba por ser una "loca señora de los perros". Su genuina amabilidad fue recompensada con una nueva oportunidad que le brindó el alcalde de su ciudad.
  • Sigue haciendo cosas buenas, aunque nadie te apoye al principio: Aunque los vecinos de Rebecca odiaban a sus perros, ella seguía cuidándolos porque los amaba. Sabía que terminarían siendo maltratados si los dejaba en las calles. Aunque nadie la apoyó, siguió su convicción y fue recompensada.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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