Hombre da un aventón a dos niños empapados por la lluvia: los ve de nuevo en su puerta al otro día - Historia del día
Un hombre mayor volvía a casa una tarde lluviosa cuando vio a dos chicos caminando a la orilla de la carretera. Entonces, decidió darles un aventón hasta la ciudad. Luego, se sorprendió cuando los vio en la puerta de su casa.
David Echeverría conducía por una carretera cuando observó a dos chicos caminando apresuradamente bajo la lluvia. Estaban completamente empapados.
Varios autos que pasaron junto a ellos ni siquiera se molestaron en comprobar si los niños estaban bien. Entonces David decidió detenerse y preguntarles si necesitaban ayuda.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
"Niños, está lloviendo a cántaros. ¿Por qué siguen caminando bajo la lluvia? ¿Por qué no esperan a que escampe?", les preguntó.
Los chicos negaron con la cabeza. "Tenemos que llegar a la ciudad, señor. El autobús en el que íbamos se ha estropeado por el camino y nadie quiere llevarnos porque estamos empapados por la lluvia", explicó uno de los chicos.
"No nos queda mucho tiempo, así que no podemos esperar a que deje de llover. Tenemos que llegar a la ciudad", añadió el otro niño.
David se sintió mal por los dos chicos y decidió ayudarlos. Abrió su maletero, donde les entregó dos toallas limpias de su bolsa de emergencia. "Suban. Los llevaré a la ciudad", les dijo mientras se envolvían en las toallas.
Los chicos saltaron, encantados de que por fin alguien se ofreciera a llevarlos. "Gracias, señor. Muchas gracias", dijeron mientras entraban en el coche.
Cuando llegaron a la ciudad, los chicos le pidieron que los dejaran en un edificio de apartamentos. Se despidieron con la mano y agradecieron a David por su amabilidad.
Esperaron a que el hombre se marchara antes de entrar. Luego, vieron que había estacionado su auto a dos manzanas de distancia, en un cruce. "Vive cerca", señaló uno de los chicos mientras David entraba en una casa en la esquina.
Al día siguiente, David se sorprendió al oír el timbre mientras se tomaba el café de la mañana. No esperaba a ningún invitado, así que se preguntó quién podría ser.
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Cuando abrió la puerta, se sorprendió al ver a los dos chicos del día anterior, esta vez con su madre. "¡Hola, qué sorpresa!", les dijo. "¿Qué hacen aquí?".
Los chicos le comentaron que había algo que querían decir. Se presentaron como Pedro y Adán, además revelaron que habían visto a David entrar en su casa el día anterior, por lo que sabían dónde vivía.
"No nos llevará mucho tiempo. Solamente queríamos compartir algo contigo", dijo Pedro con una suave sonrisa en los labios.
David sentía curiosidad por lo que los chicos pudieran decir. Decidió dejarlos entrar para que pudieran hablar cómodamente. "Pasen, pues. Déjenme que le traiga algo de comer mientras hablamos", dijo abriendo más la puerta para que entraran.
Cuando llegaron al salón, los chicos explicaron que el día anterior habían tenido prisa por visitar a su abuela enferma. "Nuestra madre había estado cuidando de nuestra abuela después de que le diagnosticaran una enfermedad terminal", reveló Adán.
"Ayer, mamá nos llamó y nos dijo que la abuela no estaba bien y que quería despedirse de nosotros... Gracias a ti, pudimos despedirnos", añadió entre lágrimas.
"Teníamos tanto miedo de no llegar a tiempo, sobre todo después de que el autobús se estropeara y empezara a llover con fuerza, pero es como si hubieses sido un ángel que respondiera a nuestras plegarias. Nos has permitido ver a nuestra abuela por última vez. Hemos venido aquí porque queríamos darte las gracias", le dijo Pedro a David.
David sintió pena por Pedro y Adán. Se dio cuenta de que los tiempos habían cambiado y no todo el mundo estaba dispuesto a ayudar a los demás, especialmente en momentos de necesidad.
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"Me entristece saber que ayer fui la primera persona que se ofreció a ayudarlos. Siempre pensé que ayudar a los demás era parte de la naturaleza humana", dijo. "Siento mucho su pérdida y les agradezco que hayan venido", añadió.
"Estamos muy agradecidos por tu amabilidad. Si hay algo que podamos hacer por ti, estaremos encantados. Nos mudaremos al apartamento de nuestra abuela, así que estaremos más cerca si nos necesitas", reveló Pedro.
Al final, Pedro y Adán cumplieron su promesa. Se ofrecieron a cortar el césped, limpiar el jardín y ayudar en las tareas domésticas, sobre todo porque David vivía solo.
Con el paso del tiempo se hicieron muy amigos. Pedro, Adán y su madre invitaban a David a casa en ocasiones especiales y pasaban las tardes hablando y comiendo juntos como una familia.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No seas indiferente ante los problemas de los demás si puedes brindar ayuda: Mucha gente siguió su camino sin ayudar a los dos chicos empapados por la lluvia. Solamente David se detuvo a darles una mano. Esto permitió a los chicos despedirse de su abuela por última vez.
- Hay gente buena en el mundo dispuesta a ayudarte a pesar de las dificultades: A veces es difícil ver lo bueno en los demás, sobre todo cuando estás acostumbrado a tener gente egoísta a tu alrededor. Sin embargo, es importante recordar que sigue habiendo gente buena en todas partes. Elige ver lo bueno de cada persona.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.