Mujer deja a sus trillizos con el padre y elige su carrera: años después se presenta y les pide ayuda - Historia del día
Una exitosa modelo y estrella de cine publicitario dejó a sus trillizos recién nacidos con su esposo para perseguir sus sueños. Varios años después, ella llegó a la puerta de su casa y se congeló ante un encuentro desafortunado.
“¡Y acción!”, gritó el director mientras las cámaras rodaban. “¡Corte!”, gritó. “¿Raquel? ¿Qué pasa? ¿Necesitas diez minutos extra o algo así?”.
Raquel Conde estaba posando para un anuncio de loción corporal de una marca famosa. Era una modelo próspera y muy solicitada; había adornado varias portadas.
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Pero el 16 de octubre de 2010, parecía perdida y en mal estado. Después de más de diez minutos, salió llorando de la caravana. “Necesito irme a casa... No puedo seguir hoy”, dijo y se apresuró a su auto, sosteniendo una prueba de embarazo positiva en su mano...
“Es mi error... Debí haber tomado las precauciones”, sollozó en su camino a casa. Tan pronto como llegó a su puerta, llamó a gritos a su esposo. “¿Lucas? ¡Ven aquí, pronto!”.
Raquel había conocido a Lucas hacía dos años mientras filmaba un anuncio en París. Sus miradas coincidieron y el romance comenzó en su primera cita bajo la Torre Eiffel.
Se casaron en enero de 2009 y llevaron una vida feliz. Pero Raquel se aseguró de que su carrera no sufriera debido a su matrimonio. Hacía mucho ejercicio, agregó yoga a su rutina y se mantuvo a dieta para mantener su figura sexy.
Entonces, cuando descubrió que estaba embarazada, surgieron problemas en su paraíso. “Este bebé... Va a arruinar mi cuerpo... No quiero tenerlo... Me va a chupar la belleza”, lloró esa noche.
Lucas estaba encantado de ser padre y se sorprendió por la aversión de Raquel por su bebé. “Pero cariño... serán solo nueve meses, y volverás a trabajar después de eso... Por favor, no decidas nada ahora, por favor, te lo ruego”.
Raquel estaba furiosa. “¿Solo nueve meses?, replicó. Caminó molesta por la casa y argumentó que no quería ser madre. “Mi belleza me paga... No quiero perder mis ingresos por este bebé dentro de mí…”.
Fue a su ginecólogo al día siguiente y se sorprendió cuando el médico le dijo que tendría trillizos. Si bien no estaba lista para tener un solo bebé, la noticia de tres bebés la atormentaba. Después de mucho hablar, Raquel se calmó. Accedió a llevar el embarazo a término, pero con la condición de que Lucas los cuidara.
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Aliviado de que finalmente aceptara, Lucas asintió ciegamente. Pensó que los instintos maternales de Raquel se activarían con el tiempo y que eventualmente cambiaría de opinión. Desafortunadamente para él, eso no ocurrió.
Raquel perdió sus proyectos publicitarios uno por uno. Nadie quería contratarla para nuevos anuncios a menos que recuperara su hermosa figura. “Bueno, con esa barriga, ¡vamos a parecer tontos anunciando lencería sexy!”, dijo uno de los últimos directores que la rechazó.
Cada día que pasaba, el rechazo de Raquel hacia sus bebés aumentaba. “No veo la hora de que esto termine”, solía decir.
Finalmente, llegó ese día. Después de horas agotadoras de trabajo de parto, Raquel dio la bienvenida a los trillizos. Regresó a casa una semana después, con Lucas cargando a sus bebés detrás de ella. Ni siquiera quería sostenerlos o mirarlos.
“Cariño... los bebés tienen hambre…”, dijo Lucas. Pero Raquel estaba muy ocupada actualizando su perfil y estado en sus cuentas de las redes sociales.
“¿No ves que estoy ocupada? Tengo una cita con un director dentro de dos semanas”, sonrió. “No los voy a alimentar... ¡Hazlo tú!”.
Lucas se quedó desconcertado. Preparó leche tibia y alimentó a sus bebés con biberones. Con Raquel negándose a amamantar o cuidar a sus bebés, él tuvo que dividir el tiempo diario entre su trabajo bancario y el cuidado de sus trillizos.
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Mientras tanto, Raquel se ocupó de trabajar en recuperar su figura y sus contratos. En poco tiempo logró retomar su vida como modelo. Lucas entendió que tendría que asumir su promesa de hacerse cargo por completo de sus niños y no se sintió feliz por eso.
Pero las cosas se complicaron cuando Raquel le exigió que mantuviera a los niños en silencio. “Haz que se callen, ¿quieres? No puedo dormir en esta casa con bebés llorando todo el tiempo”, le reclamó.
En ese punto, Lucas no se pudo contener. Había estado cuidando a los bebés durante varios días y apenas había podido dormir. Y Raquel no hacía más que quejarse. "Si quieres, puedes irte de esta casa... Puedo cuidarlos solo y dejamos lo nuestro hasta aquí, ¿de acuerdo?", le dijo en tono retador.
A la tarde siguiente, Raquel volvió a casa con los papeles del divorcio. Lucas no esperaba esta reacción, pero supo que ella estaba decidida. La mujer dejó a sus trillizos y se mudó a un nuevo apartamento que había comprado.
Con el paso del tiempo, Raquel recuperó la fama perdida. Se catapultó al éxito cuando varios proyectos publicitarios se hicieron muy populares. Estaba orgullosa de su figura y nadie podía decir que era madre de trillizos.
Mientras tanto, Lucas se concentró en dos cosas en su vida: su trabajo y sus hijos, Daniel, Carlos y Simón. Los niños adoraban a su padre. Él era su modelo a seguir. También se aseguró de que nunca supieran cómo los había abandonado su madre.
Las vidas de Raquel y de Lucas fueron por caminos diferentes. Pero un trágico accidente mientras filmaba un anuncio años después cambió todo para la supermodelo.
Se despertó en el hospital rodeada de médicos. “Señora Raquel... está fuera de peligro, pero tenemos malas noticias para usted”, dijo el médico.
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Raquel estaba llorando mientras escuchaba. “Lo sentimos, pero tuvimos que amputarle la pierna porque resultó gravemente herida en el accidente automovilístico”.
Los sueños de Raquel se derrumbaron. La figura que amó y cuidó toda su vida ya no existía. Una semana después, fue dada de alta del hospital y vio como su vida perfecta desaparecía ante sus ojos.
Los directores que la habían contratado para nuevos anuncios cancelaron uno a uno sus contratos. “La belleza paga, Raquel... ¡No podemos arriesgarnos contigo de ahora en adelante!”, dijo uno de ellos.
Raquel estaba destrozada. Se aisló del mundo y permaneció encerrada en su apartamento con los espejos cubiertos. Odiaba la imagen que le devolvían.
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Un día, recordó a Lucas y sus tres hijos y sintió la necesidad de volver a verlos. Quería experimentar el calor de una familia. Condujo hasta la casa en la que una vez vivieron y llamó ansiosamente a la puerta, ensayando una sonrisa. La puerta se abrió y una mujer joven se paró frente a ella. “¿Puedo ayudarle?”, preguntó.
Momentos después, Lucas se acercó a la puerta para ver quién era. “¿Raquel? ¿Qué haces aquí? ¿Qué te pasó?”, quiso saber.
Pero ella no le quitaba los ojos de encima a la mujer en la puerta. “Ella es Isabel, mi esposa”, dijo Lucas, y Raquel no supo qué decir.
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Lucas se había casado con la niñera que se hizo cargo de cuidar a sus hijos después de su divorcio. “¿Qué quieres, Raquel? ¿Por qué estás aquí?”, le preguntó.
Ella le explicó todo, y Lucas sintió mucha lástima. “Lo siento, no sé cómo puedo ayudarte... Toma mi número de teléfono y no dudes en llamarme si necesitas algo”.
Raquel sollozó. De pronto se sintió muy sola. Pero sabía que aunque retrocediera en el tiempo, todo seguiría igual. Había ido tras su sueño y había sido muy feliz en ese camino. Ahora debía descubrir cómo seguir adelante.
“¡Papá! ¿Quién es ella?”, preguntó uno de los niños. Lucas les dijo que ella era solo una “vieja amiga”.
“¡Vayan a sus habitaciones, chicos! Es hora de terminar sus tareas”. Después de un breve silencio, Raquel se dio cuenta de que Lucas no la quería cerca. Con el corazón apesadumbrado, salió de la casa.
Los siguientes días fueron difíciles para ella. Marcó el número de Lucas varias veces, pero se arrepintió en cada oportunidad. “Simplemente, no puedo hacer esto”, murmuró. Se sintió terrible y decidió aceptar la realidad.
Unos días después, Raquel estaba en el parque después de un largo tiempo de aislamiento. Mirando a su alrededor, vio a Lucas con Isabel y sus tres hijos. Se veían felices y perfectos juntos.
Raquel no podía apartar los ojos de Isabel. Sintió algo parecido a los celos, pero lo descartó rápidamente. Ellos eran muy felices y ella había tenido la vida que siempre quiso.
Una joven mujer se asoma a una puerta. | Foto: Pexels
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Las decisiones tienen consecuencias. Raquel se divorció de Lucas y abandonó a sus trillizos para perseguir sus sueños. Pero después de perder su belleza, quiso volver con ellos y descubrió que habían seguido con sus vidas.
- No hagas promesas que no estás dispuesto a cumplir. Raquel nunca sintió instinto maternal y en su deseo de ser padre, Lucas prometió hacerse cargo de los niños. Pero lo hizo confiando en que ella cambiaría y la realidad fue muy difícil de asimilar para él. Al final, eso provocó el final de su matrimonio.
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