logo
página principalHistorias Inspiradoras
Una mujer mayor camina por un parque | Foto: Shutterstock
Una mujer mayor camina por un parque | Foto: Shutterstock

Hombre pobre halaga a una mujer por sus canas: al otro día ella llega a su casa con un anillo de compromiso - Historia del día

Mayra Pérez
22 jun 2022
21:50

La autoestima de una viuda estaba en su punto más bajo después de ser menospreciada por su hija. Un día, un hombre la felicita por su cabello, y ese espontáneo gesto le devolvió el amor por sí misma y la confianza que había perdido.

Publicidad

Olivia era una viuda solitaria que seguía llorando la pérdida de su esposo, David. Él había sido su mejor amigo, y cuando murió, no supo cómo seguir viviendo sin su compañía.

Para tratar de aliviar su soledad, Olivia le pedía a su hija Amelia que se encontraran en el parque todos los miércoles. Caminaban juntas y disfrutaban de una agradable cena en un café.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Sin embargo, cada vez que se encontraban, Amelia la regañaba por su apariencia. “Mamá, luces descuidada”, decía. “¿Por qué no te tiñes el cabello? Está todo gris, parece que te has rendido por completo con la vida”.

Olivia se encogía de hombros. “No es que me haya rendido, cariño... ¡Es solo que no le veo sentido! Tu papá ya no está y siento que me arreglaba para él. Me siento cómoda con mi cabello al natural”.

Publicidad

Amelia negó con la cabeza. Ella creía que a los 70 años, su madre aún era joven y capaz de encontrar el amor nuevamente y que sin un hombre su vida no estaba completa.

“Ningún hombre te mirará si continúas descuidándote así. Papá se ha ido, mamá, ¡pero tú estás viva y joven! Podrías encontrar el amor otra vez, pero no con ese aspecto”.

A Olivia le dolió que su hija la ridiculizara sobre su apariencia. Tenían la misma conversación todas las semanas, lo que estaba empezando a afectar su autoestima. Tampoco podía hacerla entender que ella no necesitaba volver a enamorarse, ni quería hacerlo.

Ese día, mientras regresaba sola a casa, no pudo evitar llorar. Las palabras de su hija la habían herido, pero parecía que a Amelia no le importaba. Cada semana le repetía las mismas cosas sin darse cuenta de que no la estaba ayudando.

Cuando Olivia se acercó a la entrada del parque, escuchó hablar a un hombre. Miró a su derecha y vio a un conserje que le sonreía mientras barría el piso.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Publicidad

“Espero que no lo tomes a mal, ¡pero quería que supieras que tu cabello se ve increíble! Las canas realmente te quedan bien”, dijo con una sonrisa.

Olivia no pudo evitar sentirse un poco emotiva al escuchar esas palabras. “¿De verdad?”, le preguntó al hombre.“Hace mucho tiempo que no recibo un cumplido”.

El hombre asintió. “¡Sí, por supuesto! No todo el mundo se ve bien con el cabello gris, pero a ti te queda perfecto. Además, tienes una cabellera muy hermosa y abundante”.

“Gracias. No tienes idea de cuánto necesitaba escuchar esas palabras. Me estaba sintiendo un poco insegura últimamente. Gracias por darme la confianza que necesitaba. Olivia”, dijo, extendiendo la mano para presentarse.

“No hay razón para que te sientas insegura. ¡Te ves genial! Soy Pedro”, respondió el hombre.

Esa noche, Olivia pasó un rato muy agradable en el parque hablando con Pedro. Se dio cuenta de que no había hablado con nadie más que con su hija recientemente, y fue un soplo de aire fresco poder hacerlo.

Durante su charla, Olivia descubrió que Pedro era padre soltero de tres hijos. Su esposa lo había abandonado algunos años antes. “No terminé la universidad, entonces encontrar trabajo fue difícil. Al final me aceptaron en este parque, y desde entonces estoy aquí”, reveló.

Publicidad
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Olivia le preguntó al hombre dónde vivía y él le contó que vivía en un pequeño parque de casas rodantes cercano. Eso la preocupó; pensaba que no había forma de que sus hijos pudieran vivir cómodamente en ese diminuto lugar.

Pedro la acompañó a casa. En el camino, le señaló el parque de casas rodantes donde vivía, a un par de cuadras de la casa de Olivia. “Vivo justo allí”, le dijo. “En ese remolque azul y rojo”.

Le explicó que mientras trabajaba, un amigo y antiguo vecino le ayudaba a cuidar a sus hijos. Cuando Olivia se fue a la cama esa noche, no podía quitarse de la mente a Pedro y los niños. Empezó a idear alguna manera de ayudarlos.

Publicidad

Al día siguiente, Pedro escuchó un golpe en la puerta. Se sorprendió al ver a Olivia allí. “Hola”, saludó. “Vine a darte algo. Esto significó mucho para mí, pero sé que podría ayudarte a ti y a tus hijos”.

Abrió su bolso y sacó un pequeño joyero. Dentro había un deslumbrante anillo de compromiso de diamantes y se lo entregó sin decir una palabra.

“¿Por qué me das esto?”, le preguntó. “No puedo aceptarlo”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Quiero que lo tengas”, insistió Olivia. “No lo he llevado en años y ha estado guardado en una caja en mi casa. Por favor, tómalo y cómprale comida, ropa y pañales a tus hijos. Úsalo para lo que necesites”, le dijo.

Publicidad

Pedro no pudo evitar derramar algunas lágrimas; tenía dificultades para pagar las facturas con su salario. Aceptó el anillo y le dio un gran abrazo. “Gracias, Olivia. No sé cómo podría pagarte”.

Olivia negó con la cabeza. “Tengo mucho que agradecerte. Ayer me hiciste sentir bien conmigo misma y tus palabras me ayudaron de una manera que no podrías imaginar. Ahora me siento con ánimos para seguir con mi vida”, le dijo.

Más tarde ese día, Pedro llevó el anillo a un joyero, quien le ofreció $7750 por la joya. ¡No podía creerlo! Luego visitó a Olivia y la invitó a su humilde hogar.

“Me gustaría prepararte una buena comida”, le dijo.

Desde ese día, Olivia comenzó a visitar a Pedro y a los niños con frecuencia. También se ofreció a cuidarlos algunas tardes.

Eventualmente, los niños comenzaron a llamarla “Abuelita”. Eso tocó su corazón y le hizo darse cuenta de que ahora tenía una gran familia que la hacían sentir amada y útil y era justo lo que necesitaba en este momento de su vida.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Publicidad

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Tu apariencia no define quién eres como persona. Abraza tu belleza. La autoestima de Olivia estaba baja porque su hija seguía menospreciándola. Finalmente, aprendió a abrazar su belleza después de que alguien se lo recordó.
  • Nunca sabes cuánto pueden significar tus amables palabras para otra persona. Pedro no se dio cuenta de lo mucho que su cumplido al azar significaría para Olivia. Cambió su perspectiva de vida y la motivó a luchar contra su tristeza.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

Publicidad
Publicidad
Publicaciones similares