Tras muerte de su prometido, mujer visita su tumba con frecuencia y ve a desconocido arrodillado allí - Historia del día
Una mujer está desconcertada por las repetidas visitas de un extraño a la tumba de su amado, por lo que decide enfrentarse a él un día. Nunca imaginó que algo impactante sobre el pasado de su prometido sería revelado.
Milena y Saúl eran novios en la secundaria y querían casarse poco después de terminar la universidad. Pero desafortunadamente, el destino tenía otros planes para ellos. Saúl murió inesperadamente, dejando a su prometida sola con sus recuerdos.
A menudo los traía a su memoria cuando visitaba su tumba. Pero aparte del dolor, otra cosa que a Milena le venía a la mente constantemente, era un hombre extraño que con frecuencia ponía rosas blancas y rojas en la tumba de Saúl.
Al principio, supuso que era amigo de su amado. Pero después de vislumbrar su rostro, se dio cuenta de que no lo era. Conocía a todas sus amistades y nunca antes había visto a ese hombre. ¿Quién era él?
Antes de la muerte de Saúl, Milena se había mudado de su ciudad natal para realizar estudios superiores. En ese momento, tenía miedo de que la distancia entre ellos pudiera afectar su relación y causar que se separaran.
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Sin embargo, todo parecía estar bien durante los primeros meses de la mudanza. Hablaban con bastante frecuencia y se hacían videollamadas los fines de semana. Además, se enviaban mensajes de texto regularmente sobre su vida cotidiana.
Pero tres meses después de su reubicación, las cosas comenzaron a cambiar. Saúl ya no parecía demasiado interesado en atender sus llamadas y, en un momento dado, comenzó a evitarlas.
Milena estaba bastante preocupada por su repentino cambio de actitud y compartió esto con su compañera de cuarto, Amanda. Pero la única respuesta de Amanda a Milena fue que probablemente él estaba saliendo con otra persona.
"Ya sabes cómo son los chicos, Mile", comentó. "¿Crees que Saúl va a ser honesto contigo? ¡No lo creo, nena!".
"Saúl y yo nos conocemos desde la escuela secundaria, Amanda", se defendió Milena. "¡Hemos estado saliendo durante mucho tiempo y planeábamos casarnos justo después de la universidad! Estoy segura de que hay algo que no quiere que sepa porque sabe que me molestaría. Tal vez le pasó algo".
Amanda le dio una risa burlona. "Sí, seguro. Acostarse con chicas bonitas también es algo que le encantaría ocultar".
Milena suspiró, dándole una mirada de desaprobación. "¡Cállate, Amanda! ¡Saúl me ama! Creo que iré a casa este fin de semana. Quiero verlo".
"¡Claro, cariño, buena suerte! Espero que tu prometido no te rompa el corazón".
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Milena negó con la cabeza, mirando fijamente a Amanda, luego vio su teléfono donde la foto de Saúl era su fondo de pantalla. Esperaba que lo que su amiga había dicho no fuera cierto. Pero no podía evitar la sensación de que era una posibilidad.
Cuando voló a su ciudad natal, Saúl no tenía ni idea de que iba a visitarlo. De pie frente a su casa, respiró hondo y se aseguró de que todo estaría bien antes de tocar el timbre. Un minuto después, la puerta se abrió y la madre de Saúl, la señora Ferreira, salió del interior.
"¿Mile?", expresó sorprendida. "Yo no sabía que vendrías, cariño. Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que te vi".
Milena notó algo extraña a su suegra. Le pareció raro que estuviera tan atónita por su visita. "Ahh... lamento no haber estado en contacto con usted después de mudarme. ¿Cómo está Saúl? ¿Está en casa?".
"¿Saúl?". Milena notó que los ojos de la Sra. Ferreira se llenaron de lágrimas al escuchar el nombre de su hijo. La leve sonrisa en su rostro desapareció.
"¿Qué pasó, señora Ferreira? ¿Está bien? No ha respondido a mis mensajes o llamadas en dos semanas. Estaba bastante preocupada. Por favor, dígame que está bien".
"¡Oh, querida! ¿Qué puedo decir? Saúl... falleció la semana pasada, Milena. Le diagnosticaron un tumor cerebral. Mi pobre bebé... No pude reconocerlo cuando fui a verlo al hospital. Parecía tan débil... se sometió a una cirugía, pero desafortunadamente, no lo logró".
"¿Qué? Esto... esto no puede ser cierto, señora Ferreira. ¿Por qué nadie me lo dijo?", manifestó Milena. Luego se arrodilló en el suelo, llorando, incapaz de aceptar que Saúl ya no existía.
"Lo siento mucho, cariño. El deseo de Saúl era que te lo contáramos solo después de que regresaras a casa. No quería molestarte innecesariamente. Pero lo hecho, hecho está. No podemos cambiar lo que Dios decidió".
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“Debemos mantenernos fuertes, querida", precisó la Sra. Ferreira, mientras le daba un abrazo a Milena. Pero nada podía calmarla.
Milena lloró con todo su corazón durante días y semanas, devastada porque su Saúl nunca volvería. Una parte de ella no podía perdonarse por dudar de él, así que todos los fines de semana viajaba a casa para visitar su tumba.
Aunque él no le sonreía ni la abrazaba ni la esperaba, el viaje, para ella, valía la pena. Lo importante era visitar a Saúl en el cementerio. Sin embargo, cuando comenzó a notar que un extraño visitaba la tumba, olvidó su dolor por un momento. Su mente se concentró en descubrir quién podría ser. Un día, ella lo enfrentó.
"¡Oye!", gritó mientras él se preparaba para irse. "¡Por favor espera! Quiero hablar contigo sobre algo". El hombre se dio la vuelta y sus ojos se abrieron como si hubiera visto un fantasma.
"¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan sorprendido? ¿Y cómo conociste a Saúl?", preguntó Milena, corriendo hacia él y mirándolo directamente a los ojos.
"Uhh, bueno…" el hombre vaciló. "Éramos buenos amigos".
"¿Amigos? Pero conocía a todos los amigos de Saúl, y estoy seguro de que nunca nos presentaron. ¿Cómo te llamas?".
Milena notó que parecía desorientado, lo que lo hizo parecer aún más sospechoso. "Mira, Milena, lo siento, pero tengo que irme", dijo, luego se dio la vuelta y se alejó rápidamente.
Ella estaba congelada, en estado de shock. ¿Cómo sabía su nombre? Afortunadamente, la próxima vez que fue a ver a Saúl, el hombre estaba allí de nuevo. Y esta vez, estaba dispuesta a no dejarlo ir sin obtener sus respuestas.
"¿Cómo me conoces? ¿Quién eres? ¿Y por qué no me dices la verdad?", preguntó, mientras tomaba su brazo. "¡No te dejaré ir hasta que me des respuestas!".
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El hombre comenzó a llorar. "Yo le debo mi vida a él", dijo entre sollozos. "Lamento mucho tu pérdida, Milena. Mi nombre es Ronald. Saúl te amaba y no merecía morir".
Ronald reveló que él y Saúl se conocieron mientras estaban en el hospital. Ronald necesitaba un trasplante de corazón y el prometido de Milena había accedido a donarle sus órganos si no sobrevivía.
También le había hablado de Mile y de cuánto la adoraba, y así fue como Ronald lo supo todo. "Me dijo que quería verte feliz. Lo siento, pero tenía miedo de confrontarte y decirte la verdad, así que me escapé ese día”.
“Saúl me había dicho que te amaba mucho, así que no quería molestarte contándote sobre su diagnóstico. Su estado era crítico y los médicos le habían dicho que harían todo lo posible para asegurarse de que la cirugía fuera exitosa, pero lamentablemente no pudieron salvarlo".
Mile no podía dejar de llorar después de enterarse de toda la verdad. "El corazón de Saúl… ¿Todavía está vivo dentro de ti? ¡Oh, Dios mío!".
Milena tocó el pecho de Ronald para sentir su corazón y fue la primera vez en varios meses que se sintió tan aliviada. "No te culpes por lo que pasó, Ronald. Sé que Saúl nunca querría que estuvieras triste. Y gracias por mantenerlo con vida".
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A partir de ese día, Ronald y Milena se hicieron amigos. A menudo visitaban juntos la tumba de Saúl y pasaban tiempo juntos.
Eventualmente, se dieron cuenta de que se estaban convirtiendo en más que amigos, y después de un año del fallecimiento de Saúl, decidieron fortalecer su relación y se casaron. Un año después, dieron la bienvenida a un hermoso bebé, al que llamaron Saúl.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca sabes de qué manera extraña el destino te guiará a la dicha: El destino de Saúl llevó a que los caminos de Ronald y Milena se cruzaran y terminaron formando una hermosa familia.
- Un gesto amable puede cambiar la vida de alguien: La amabilidad de Saúl de donar su corazón a Ronald salvó a Milena de su depresión después de perderlo.
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