Pobre anciana encuentra carrito lleno de comida en su puerta cada mañana: se despierta temprano para averiguar por qué - Historia del día
Tras la muerte de su esposo, Linda tuvo que pagar una gran deuda médica y desde entonces vivía en la pobreza. De pronto, comenzó a aparecer en su puerta un carrito lleno de comida cada mañana y ella quiso descubrir al responsable.
Cada mañana comenzaba de la misma manera para Linda. Preparaba la cafetera y se sentaba a la mesa de la cocina a disfrutar su café, mientras extrañaba los días en que su esposo se sentaba frente a ella.
Se había ido y la vida parecía bastante sombría sin él, especialmente porque quedó a cargo de pagar sus deudas médicas hasta el día de su muerte.
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El hospital le ofreció un plan de pago, pero aun así afectó su pensión, por lo que ahora vivía prácticamente en la pobreza. El café era su única indulgencia en estos días, ya que apenas podía pagar sus compras regulares con la inflación en aumento.
A pesar de eso, ella respiraba profundamente y esperaba que las cosas mejoraran en algún momento. Apenas terminó su taza de café, se sintió sofocada en casa, así que agarró un libro y decidió sentarse en el porche delantero para leerlo.
Se detuvo en seco después de abrir la puerta. Había un carrito de supermercado en su puerta y estaba lleno de comida.
¿Quién saldría con un carrito del mercado local? Mientras reflexionaba sobre eso, notó que parte de la comida necesitaba ser refrigerada. Metió el carrito en su casa y guardó todo.
Tal vez alguien estaba haciendo buenas obras y llevando víveres a las personas necesitadas. Esa parecía ser la única respuesta plausible a este acertijo, por lo que Linda dejó el carrito donde lo había encontrado y esperaba que quien lo dejó allí se lo llevara.
“Probablemente, van a bendecir a alguien más con comestibles más tarde”, se dijo Linda. Pero mientras se preparaba para hacer una buena comida, pensó que podría haber recibido esa entrega por error. Decidió llamar al supermercado cuyo nombre aparecía en el carrito.
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“Lo siento, señora. No falta ninguna entrega, por lo que las compras deben ser para usted. Aunque el carrito perdido es un poco preocupante. ¿Puede traerlo de vuelta a la tienda?”, preguntó un gerente.
Linda miró por la ventana, solo para descubrir que el carrito no estaba. Cuando le explicó eso, el gerente le dijo que no se preocupara más por eso.
Preparó su almuerzo, todavía un poco preocupada, pero tenía ganas de disfrutar una buena comida y no desperdiciaría esa oportunidad. Dijo algunas oraciones por quien le había traído la comida, y su culpa se alivió mientras comía.
Al día siguiente, apareció otro carrito lleno de comida en la puerta de su casa y Linda se quedó atónita. Sucedió de nuevo a la mañana siguiente y la siguiente, y pronto, ¡su casa estaba llena de comida que tardaría meses en consumirla!
Era asombroso, pero seguramente a alguien más le vendría bien esta generosidad. “¿Quién podría estar haciendo esto?”, se preguntó. No le quedaba familia ni muchos amigos.
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Una semana después, Linda decidió madrugar. Miró furtivamente por la ventana, esperando a ver quien traía el carrito. Por fin, vio una figura rodando el carrito hacia su casa, y era Gina, la cajera del supermercado que la había atendido unos días atrás.
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Linda se movió lo más rápido posible para abrir la puerta y saludarla. “¡Gina! ¿Qué estás haciendo aquí?”, preguntó. Su tono denotaba confusión mezclada con gratitud.
“¡Señora Flores! ¡No se suponía que me espiaría!”, respondió Gina, con la mano en el pecho como si Linda la hubiera asustado.
“Gina, has estado dejando comida aquí durante días. Tengo suficiente para comer por varios meses. ¿Puedes decirme qué está pasando?”, insistió Linda, con una sonrisa en su rostro para mostrar su agradecimiento.
“Bueno, estuviste en el supermercado hace unas semanas y apenas podía pagar nada. Me rompió el corazón ver que devolvías una barra de pan. Te conocemos desde hace muchos años, así que los otros cajeros y yo recaudamos dinero para ti y usé el descuento de nuestra tienda para comprarte algunas cosas. Espero que esté bien”, reveló Gina.
Linda recordó esa visita al mercado. También había sido deprimente para ella, pero nunca esperó recibir tanta amabilidad de los empleados. “Oh, cariño. Qué amable. Cuando llamé a tu gerente, no tenía idea de lo que estaba pasando”.
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“Oh, se lo dijimos más tarde. No tengo auto propio y llevar la compra es difícil, así que tomé prestado este carrito”, explicó Gina.
“Muchas gracias por eso. Significa mucho para mí. ¡Pero mi despensa está llena ahora y durará meses! ¿Qué tal si buscamos a otro vecino que pueda estar necesitado? Los tiempos son difíciles para todos”, sugirió Linda con una sonrisa amable, y Gina asintió, sonriendo también.
Los cajeros de la tienda descubrieron a alguien más en el vecindario a quien le vendría bien un carrito lleno de comestibles e hicieron lo mismo con esa familia. Pronto, la tienda creó un programa de donación especial en el que los clientes y empleados podían financiar un carrito de supermercado completo para una familia cada dos semanas.
El gerente de la tienda le ofreció un trabajo de medio tiempo a Linda, lo cual era inusual para alguien de su edad. Ella lo aceptó de inmediato y pasó a encargarse de clasificar verduras y frutas.
También se hizo amiga de todos sus nuevos compañeros de trabajo, en particular de Gina, y le encantó. Aunque el dinero no le sobraba, su vida mejoró muchísimo a partir de ese momento. La generosidad de estas personas tocó su corazón y le devolvió su sonrisa y las ganas de vivir.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La amabilidad puede cambiar la vida de alguien. Linda nunca esperó recibir un gesto tan especial y altruista de parte de los empleados de la tienda y eso cambió su forma de ver la vida.
- Ayuda a tu prójimo siempre que puedas. Cuando la despensa de Linda estuvo llena, le dijo a Gina que averiguara si alguien más necesitaba ayuda. Eso motivó al supermercado a crear una programa de ayuda para los necesitados de la comunidad.
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