Niña hace alas de cartón para ayudar a niño huérfano a encontrarse con su mamá en el cielo: al otro día él desaparece - Historia del día
Una niña tenía el corazón roto por su amigo huérfano y decidió hacerle unas alas de cartón para ayudarle a llegar al cielo. Al día siguiente el chico desapareció.
Cuando Sienna Sánchez tenía seis años, sus padres se mudaron de un estado a otro, y ella dejó atrás a todos sus amiguitos. Fue duro para la pequeña, que nunca se había sentido tan sola en su vida.
En su pueblo tenía a sus amigos, sus abuelos, sus primos, y sus tíos. En la nueva ciudad donde vivían solo contaba con sus papás. Sienna los quería, pero necesitaba a un amigo de su edad. Afortunadamente, encontró uno.
Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash
El primer día en su nuevo colegio, Sienna conoció a Teo. Se fijó en él porque estaba sentado solo en un rincón durante el recreo y su aspecto era muy parecido al de Sienna: perdido, confundido y solitario.
Así que se acercó y se sentó a su lado. Los dos estuvieron mucho tiempo sin hablar, hasta que finalmente Sienna dijo: "No tengo ningún amigo".
"No tengo mamá", respondió Teo y rompió a llorar. Sienna estaba horrorizada. Su corazoncito le dolía por ese niño triste y delgado.
"Lo siento", dijo ella, tomando su mano. "¿Qué le pasó a tu mamá?".
Teo se limpió la cara con el dorso de las manos y miró fijamente a Sienna. "Nadie me pregunta nunca eso", dijo, asombrado. "La gente nunca quiere que hable de mi mami".
"Bueno", dijo Sienna. "Quiero a mi mamá, y si ya no la tuviera, hablar de ella me haría sentir mejor... Supongo que por eso lo he preguntado".
La cara de Teo se iluminó. "¡Era la mejor madre! Pero a veces tengo miedo de olvidarla..." dijo. "Como a veces es difícil recordar su cara sin una foto".
Sienna tomó la mano de Teo y la apretó suavemente. "Por eso se inventaron las fotos, ¿sabes?", lo consoló. "Para que podamos recordar a las personas cuando están lejos".
Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels
"La echo de menos", susurró Teo. "Se ha ido al cielo, me lo ha dicho mi abuela, y nunca va a volver. No lo entiendo. ¿Por qué no va a volver?".
Sienna pensó en eso. "Supongo que una vez que vas al cielo y tienes alas no puedes volver".
"Tal vez ella no quiere", susurró Teo. "Quizá ya no me quiere".
"¡Tonterías!", dijo Sienna con voz cortante (la misma que usaba su madre cuando la regañaba). "¡Las madres quieren a sus hijos más que a nada, más que al cielo! Si pudiera volver lo haría".
"¡Entonces me gustaría poder ir con ELLA!", dijo Teo. "Pero no tengo alas".
"Escucha, una vez leí un libro", dijo Sienna emocionada. "Trataba de un tipo con un nombre raro que hacía unas alas para su hijo...".
"¿En serio?", exclamó Teo. "¿Y funcionaban?"
"Sí", respondió Sienna. "Pero el hijo fue tonto, en vez de volar al cielo voló hacia el sol y sus alas se quemaron y se cayó".
Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels
"¡Yo nunca haría eso!", dijo Teo virtuosamente.
Un atisbo de idea se desplegó en la imaginación de Sienna. "¡Podríamos construir unas alas!", gritó. "¡Así podrías ir a ver a tu madre al cielo!".
Teo miró a Sienna con dudas. "No se me dan bien esas cosas", dijo. "¡Mi abuela dice que soy algo torpe con las manos!".
"¡Está bien!", dijo Sienna triunfante. "¡Se me dan muy bien las manualidades y construir cosas! Yo te haré las alas".
Esa noche, Sienna empezó a buscar los materiales que tenía a su disposición para construir las alas de Teo. Afortunadamente, ese día sus padres habían recibido un congelador nuevo, y Sienna les rogó que se quedaran con la caja de cartón. Era ENORME y el material era fuerte y grueso. Con ella haría unas alas increíbles.
Durante las siguientes semanas, Sienna dedicó todos sus momentos libres a trabajar en las alas de Teo. Las pintó por todas partes con plumas brillantes para que el guardián del cielo pensara que Teo era un ángel y lo dejara entrar, e hizo un arnés con un elástico que "tomó prestado" del costurero de su madre.
Cuando le presentó las alas a Teo, le encantó ver su expresión. Sus ojos se abrieron de par en par con admiración y su boca se quedó abierta. "¡WOW!", exclamó. "¡WOW!"
"Son bonitas, ¿verdad?", preguntó Sienna con orgullo. "¡Y las he hecho yo sola!".
Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash
Teo tocó las alas con cuidado. "¡Seguro que voy a ver a mi madre!", susurró. "¡Gracias!".
Sienna le dio a Teo un gran abrazo. "No las pruebes sin mí, ¿de acuerdo?".
Teo juró que esperaría al domingo para probar sus alas, y se las llevó a casa para enseñárselas a su abuela.
Pero al día siguiente, Teo no estaba en el colegio. Sienna preguntó a la profesora dónde estaba. "No lo sé, cariño", dijo preocupada la profesora. "Su abuela no ha llamado...".
En cuanto terminó el colegio y su madre vino a buscarla, SIenna le rogó que la llevara a casa de Teo. Al ver a su pequeña tan preocupada, la madre de Sienna accedió.
No había nadie en casa de Teo y nadie abrió la puerta. Sienna rompió a llorar. "¡Se fue al cielo solo!", gritó. "¡Quizá se cayó y todo es culpa mía!".
Niña. | Foto: Unsplash
Sollozando, le contó a su madre la historia de las alas. La señora Sánchez era una mujer sensata, así que calmó a Sienna y llamó a la puerta de un vecino para preguntarle por la abuela de Teo.
La vecina le explicó que la abuela de Teo había sufrido una apoplejía y que la habían llevado de urgencia al hospital. Como no tenía más familia, Teo había sido entregado a los Servicios Sociales.
Sienna empezó a llorar más fuerte que nunca. "¡Teo está solo, mamá!", gritó. "¡Tenemos que salvarlo!".
Esa noche, Sienna no durmió y lloró constantemente, imaginando a Teo en una casa extraña rodeado de gente que no conocía. Esto duró varios días hasta que el padre de Sienna decidió actuar.
Padre, madre e hija fueron a los servicios sociales. Dijeron que eran amigos de la familia y explicaron que querían que Teo se quedara con ellos hasta que su abuela estuviera bien.
La trabajadora social tenía dudas, pero Teo estaba tan infeliz como Sienna había imaginado y se negaba a comer, así que la mujer aceptó de mala gana.
Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels
Teo se quedó con Sienna y sus padres hasta que su abuela estuvo bien. Rápidamente, empezó a comer de nuevo y dejó de llorar. Explicó que no había usado las alas. Estaba esperando el momento adecuado.
"Pero si vas al cielo", dijo Sienna. "No te volveré a ver...".
Teo suspiró. "¡Ya lo sé! Tampoco volveré a ver a mi abuela. Pero extraño a mi mamá...".
"¿Y si comparto a mi mamá contigo?", preguntó Sienna "Es una buena mamá, aunque a veces se pone un poco gruñona".
"¿Crees que me aceptaría?", preguntó Teo.
"¡Vamos a preguntarle!", respondió Sienna.
Los dos niños se dirigieron a la Sra. Sánchez y le preguntaron si podría acoger a Teo. La señora Sánchez emocionada aceptó de inmediato.
Cuando la abuela de Teo salió del hospital dos meses después, estaba muy débil, así que los Sánchez decidieron recibirla en casa también. La abuela de Teo permitió a los Sánchez adoptar a Teo y todos se convirtieron en una gran familia.
Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Si la pérdida de un ser querido es devastadora para un adulto, lo es aún más para un niño: Teo estaba luchando por asimilar la pérdida de su madre, y Sienna lo ayudó, estando dispuesta a escuchar y ofreciéndole esperanza.
- Las familias se construyen sobre la base del amor, la bondad y la compasión, no de la biología: Los Sánchez abrieron su corazón a Teo y a su abuela, y eso enriqueció sus vidas.
Comparte esta historia con tus amigos. Puede que les alegre el día y les inspire.
Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.